La suba de los bonos del viernes de la semana pasada no se puede interpretar como un voto de confianza del mercado. El alza se produjo con negocios ínfimos. Los 435 millones de pesos que se operaron en el Mercado Abierto Electrónico (MAE) fueron el nivel más bajo de la semana. Fue un día para cazadores de oportunidades.
En el mercado hay preocupación. Los ahorristas sienten que las reservas son la última barrera contra sus ahorros. Después vendrán los encajes de los bancos y después… siempre hay temor por el después.
El gobierno ve entre fines de febrero y marzo la orilla que quiere alcanzar. Cree que a partir de ese momento el agro le dará los recursos que necesita. Deberá soportar dos meses de más demanda de dólares y de desconfianza en los bonos.
Hoy los inversores, aun cuando saben que el pago de los bonos en dólares está asegurado vía reservas o utilidades del Banco Central, todavía no están tranquilos porque ven inconsistencias en medidas que tendrían que tener solvencia técnica.
Por caso, el Fondo del Bicentenario nació como un fideicomiso que iba a utilizar el 30 por ciento de las reservas de libre disponibilidad para garantizar el pago de los bonos de este año. El DNU presidencial transformó ese aval en un pago, y el 30 por ciento de las reservas en todas las reservas. El DNU abre las puertas para tomar 18 mil millones de dólares del Banco Central sin la contrapartida de que el Tesoro le gire los pesos.
Luego vinieron los reclamos judiciales y el tema fue al Congreso. Para sacarlo de allí, el Fondo del Bicentenario sigue su mutación y ahora va camino a repartirse entre las provincias y a financiar gastos corrientes. Todo esto sin tomar en cuenta que en el exterior la Argentina corre el riesgo de ser embargada por los “holdouts”, bonistas que no entraron en el canje de la deuda.
Agotados los fondos que se expropiaron a las AFJP, ahora le llegó el turno al Banco Central. Esta profecía la hicieron muchos economistas hace más de un año y el gobierno la habría desestimado de plano. En aquella ocasión, cuando alguien le comentó a Redrado esta hipótesis, el entonces titular del Banco Central dijo: “Las reservas son mi límite”.
Las decisiones del matrimonio presidencial tienen la virtud de hacer crecer a las víctimas. Martín Redrado dejó de ser un funcionario más. Hoy tiene la imagen del defensor de las reservas, de controlador del dólar, de la estabilidad de los bancos y de garante de los depósitos.
Los mercados a partir de su remoción comenzaron a operar con desconfianza. Los bonos iniciaron una baja que no fue derrumbe porque se hicieron escasos negocios diarios. El dólar, que antes debía ser sostenido por el Banco Central porque venía en fuerte caída, subió porque aparecieron compradores privados.
En este momento, el mercado está en equilibrio, pero tambaleando. Si los que hicieron ganancias con los bonos decidieran pasarse a dólares porque no les gusta lo que viene, vendrán días complicados porque las divisas volverán a fugarse y pueden hacer fracasar el canje de la deuda y los sueños de financiarse en los mercados internacionales.
Los bonos de la provincia de Buenos Aires encendieron la alerta. Se pagó el 15 por ciento anual por dinero a 90 días.
Hay que seguir con atención los precios de los bonos en dólares porque son los que inciden en el riesgo-país. En la última semana, estos títulos cayeron hasta el 5 por ciento.
Un factor puede jugar a favor. Las buenas noticias que tuvo Estados Unidos al lograr un crecimiento del PBI mayor que el esperado y los anuncios de Obama de hacer una generalizada reducción de impuestos para alentar el consumo.
Esta semana será clave para tener señales del rumbo del mercado. Por de pronto, no están entrando dólares al país para comprar bonos, como ocurría hasta la primera semana de enero.
No se puede creer que un mes que fue tan tranquilo para la Argentina, porque los jugadores del mercado están de vacaciones, se haya convertido en el más fatídico de los últimos cuatro años. En enero de 2007, Guillermo Moreno desembarcó en el Indec y acabó con la bonanza de los bonos. A partir de ese momento perdieron el 50 por ciento de su valor. En enero de 2008 surgió el conflicto del campo y ahora el del Banco Central.