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Respondieron a un reproche con tiros: «En 30 segundos me quitaron a mi hija»

María Soledad había ido con sus hijos y su marido a la casa de sus padres para ayudarlos a pintar. Un altercado menor con jóvenes que corrían picadas cerca de los menores desencadenó la violencia extrema de los increpados

María Soledad Sotelo llegó el mediodía del jueves a la casa de sus padres en barrio San Francisquito. Acompañada de su pareja y sus dos hijos, de 7 y 5 años, pasó la tarde pintando de azul Francia la fachada de la vivienda. Fue una tarde en familia que transcurrió con tranquilidad. Hasta que un cruce de palabras con dos motociclistas que corrían picadas y hacían maniobras temerarias en el angosto Pasaje Sugasti desencadenó un irracional ataque a tiros contra su familia. “En 30 segundos me quitaron a mi hija”, dijo Miguel, el padre de María Soledad. La mujer recibió un disparo en la cabeza, se desplomó y una hora después murió en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

San Francisquito, delimitado a grandes rasgos por Ovidio Lagos, 27 de Febrero, Avellaneda y Seguí, combina casas enrejadas y viviendas humildes. En el barrio, que tiene fama de duro, ya no todos los vecinos se animan a pasar el rato en la vereda y prefieren guarecerse dentro de sus domicilios, ya que, aseguran, los arrebatos están a la orden del día.

Miguel Sotelo se gana la vida como vendedor ambulante y llegó al barrio hace 35 años. Su casa, en Pasaje Sugasti y Alsina, exhibe un cartel con la palabra modista, el oficio de su esposa, Estela. El jueves al mediodía los visitó su hija Sole, como le decían a María Soledad.

“Estábamos pintando el frente de la casa, –contó Miguel– todavía está fresca la pintura. Para tener lugar para trabajar, cruzamos las dos motos enfrente y las atamos con candado. A las 19, cuando terminamos el trabajo, mi hija cruzó para traerlas. En eso, unos pibes que hacían willy y corrían picadas por la cortada casi la chocan”.

El incidente les valió a los pibes una recriminación, sobre todo porque pusieron en peligro a los chicos que estaban jugando: “Mi yerno se enojó y les dijo: «Si llegás a chocar y lastimar a mis hijos te mato»”.

El exabrupto fue tomado como una declaración de guerra por el motociclista, al cual le calculan unos 17 años y sospechan que vive por la zona. No pasó un minuto y éste regresó acompañado. En una secuencia que duró segundos, los motociclistas se apostaron frente a la casa recién pintada, uno de ellos apuntó.  María Soledad advirtió la maniobra y en medio de la ráfaga, metió dentro de la casa a sus hijos. Uno de los tiros la alcanzó a Soledad cuando giró la cabeza. La joven madre se desplomó en el interior de su casa ante la mirada atónita de su familia. Los homicidas huyeron.

Un patrullero no tardó en llegar, no así la ambulancia que nunca apareció. Sole llegó al Heca en el móvil policial. Los médicos nada pudieron hacer para revertir el cuadro crítico y pasadas las 21 informaron que la joven madre había fallecido.

Soledad tenía 32 años y sus familiares la describieron como una madre apasionada por el cuidado de sus hijos.

 

Mala convivencia

Sumidos en la tristeza, los vecinos que conversaron con El Ciudadano relataron que hace tres años llegó a esa cuadra un grupo de gente que puso en jaque la convivencia barrial: “Esta era una cortada muy tranquila. Todo cambió cuando llegó esta gente y trajo problemas. Se juntan de a veinte, van y vienen en moto, se drogan en la calle y además tienen conflictos con pibes de otros lados”, describieron. Y agregaron que quien mató a Soledad es parte de ese grupo.

Un auto quemado, sobre la mitad de la cortada, ilustra los problemas que la junta trajo al vecindario. Los restos de ese coche, según contaron, pertenecen a un vecino que no tiene nada que ver con los conflictos. Pero hace cuatro días desconocidos lo prendieron fuego por error.

El caso por el asesinato de María Soledad Sotelo está a cargo de la Fiscalía de Homicidios, que junto a la PDI y a la Unidad Regional II trabajaba para dar con los culpables, quienes estaban cerca de ser identificados. «Se están analizando cámaras y testimonios», confió un vocero del caso en un marco de hermetismo.

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