Documentos que lo avalan, relatos que lo describen y un proyecto que comenzó hace unos 10 años dan crédito y pruebas de lo que allí existió: comunidades indígenas, criollos y españoles en una zona «fronteriza» sobre la laguna de Melincué, en el sur santafesino. Hasta el momento, el trabajo de campo de una semana, con excavaciones y mediciones sistemáticas, aporta indicios de que se está en un lugar que preserva historia y cultura. Se trata del proyecto “Entornos a Melincué” que busca determinar las raíces de una zona en la que se cree que estuvo asentado un fuerte construido en la época del virreinato: alrededor de 1777.
En diálogo con El Ciudadano, Germán Giordano, antropólogo y coordinador del equipo del área Antropología y Paleontología del Museo Gallardo, relató el proyecto, el trabajo realizado en el lugar, las acciones a seguir y parte de este descubrimiento. Es un proyecto interdisciplinario con la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el Museo Provincial de Ciencias Naturales «Ángel Gallardo» de Rosario, que depende de la Subsecretaría de Gestión Cultural del Ministerio de Cultura de Santa Fe.
“Raúl Corti, vecino de la localidad, se contactó con compañeros del CEIA (Centro de Estudios Interdisciplinarios en Antropología de la UNR) para mostrarle algunas materialidades y estructuras de gran envergadura en la zona que se veían por estar la laguna en bajante. Y llamó la atención. Así, se le dio forma de proyecto. En 2017 hubo una inundación y recién se pudo retomar este 2020 por la pronunciada bajante de varios años consecutivos”, indicó. Giordano adelantó que por los hallazgos de fragmentos en cerámica, las estructuras de algunos objetos develan la presencia indígena en la zona.
Concentrados en una zona en particular
El proyecto, que es muy amplio por toda la historia dormida aún debajo del agua y el barro, se concentra por el momento en lo que todo indica que se levantó un fuerte virreinal asentado en la zona de Melincué a finales del siglo XVIII, en 1777.
“En esta primera etapa de excavación sistemática nos concentramos en las zonas de estructuras, de material, de ladrillos. Pudimos ver y cotejar fuentes históricas y relatos de naturalistas y ese era el objetivo: tratar de ir cerrando ese rompecabezas”, explicó Giordano al describir la confirmación de que lo encontrado hasta el momento hablaría de, en potencial, ese fuerte.
“Nos concentramos en unos cimientos de casi 60 ó 70 centímetros, con paredes de 80 centímetros que interpretamos, basándonos en las fuentes, como pertenecientes a la capilla o la iglesia del fuerte. Y en los alrededores, materiales constructivos como tejas de grandes dimensiones y otras manufacturas constructivas”, indicó el antropólogo.
Fuerte
Esa estructura de grandes dimensiones, cuenta Giordano remitiéndose a fuentes históricos, fue levantada en medio de las reformas borbónicas y con el objetivo de guarecer esta frontera norte de Buenos Aires y del sur santafesino. “En esa instancia, se consolida este fuerte de Melincué y se empieza a refaccionar el fuerte de India Muerta en Máxima Paz y el de San José de la Esquina como una línea que protegía esa frontera (de los indígenas) y después iba hacía Buenos Aires”.
Como todo lugar de frontera, explica, fue maleable, de conflicto, pero también de comercio con los y las fortineras que vivían en ese lugar.
“El fuerte en sí, por lo que estuvimos viendo, ha tenido que estar más hacía sector este y eso fue muy agredido por las inundaciones, por lo que no se va a poder recuperar ni excavar mucho, pero yéndonos hacia el oeste encontramos el recinto de gran envergadura”, dijo.
Excavaron y encontraron lo que sería la capilla. “Está construida sobre una lomada que al principio pensamos que era natural, pero aventuramos que ha sido antrópica, es decir artificial, creada para sobresalir en el paisaje e incluso sobre el fuerte mismo”.
Inhumaciones
Se encontraron restos humanos en los que suponen a priori fueron enterratorios contiguos. En la semana que se dieron a conocer a varios medios de comunicación y a la comunidad en general las tareas realizadas, se filtraron imágenes de las inhumaciones. “De manera irresponsable, sin ningún tipo de consentimiento con el equipo, un medio de comunicación de la región filtró esas imágenes e impactan. Dan lugar a opiniones diversas y tergiversan la información, habilitando muchas malas interpretaciones”, expresó.
Si bien hay algunas cuestiones preliminares, faltan los análisis científicos que determinarán si son cuerpos de españoles, de criollos o indígenas. “Nos permitirán conocer además, que se consumía en la época, si tienen trauma, si murieron de alguna enfermedad o de alguna epidemia”, ejemplificó.
Reiteró: “Recién abrimos dos o otros metros cuadrados y fueron hallados hasta el momento 5 individuos, queda mucho por investigar para comprender el patrón y ver qué sucedió fehacientemente”.
Continuidad de trabajo de campo
Si bien las investigaciones continúan con la investigación de todos los datos y materiales recolectados, se prevé un nuevo trabajo de campo hacia fines de agosto.
“Hasta el momento debe estar un 10% cavado y queremos ver otro tipo de estructuras como eran depósitos de pólvora, los corrales para animales, quizás identificar alguna ranchada de la población que está por detrás del fuerte y fue el primer asentamiento europeo o criolla en toda la región que empezó a convivir con el indígena”, aseveró.
Equipo
“Trabajamos con permiso provincial, con la autorización de las comunidades originarias, con el aval de los municipios de Melincué, de Elortondo y Labordeboy y también toda la comunidad educativa y cultural de la zona”, recuerda.
Al equipo técnico profesional que participaron del trabajo de campo lo conforman: Germán Giordano, Belén Molinengo, Fernán García, Cecilia Arias Violeta Paulini y Mario Amatiello (Museo Provincial de Ciencias Naturales “Ángel Gallardo). Juan David Avila, Mariela Gallego, Morena Vélez Pérez y Facundo Victorio del Centro de Estudios Interdisciplinarios en Antropología de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Telma Ilincheta, Irene Grecco, Eva Chuard, Cristian Lallami y Leonardo Aramburu, e estudiantes de la Escuela de Antropología de la UNR. Gustavo Fernetti del Centro de Estudios de Arqueología Histórica de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Raúl Vezzosi paleontólogo de Conicet, Armando Senese (fotógrafo), Silvia Avila (diseño y difusión), Mariela Antola del Instituto de Fisiografía y Geología «Dr. Alfredo Castellanos», Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura (Fceia), UNR. Dardo de Lorenzi, Diego Mestre, Eric Jager y estudiantes de la Escuela de Agrimensura de la Fceia.
Sobre la laguna de Melincué
La laguna Melincué –localizada al noreste del departamento General López– es una fosa de entre 10 y 15 kilómetros de longitud, y entre 6 y 10 de ancho, aproximadamente, creada por movimientos tectónicos recientes, posteriores al episodio húmedo que formó los paleocauces entre 65.000 y 36.000 años antes del presente.
La cuenca es muy grande y abarca diferentes localidades.
En la década del ’50 recuerda Germán Giordano que había un balneario. La dinámica de abrir caminos, estacionar autos y demás de alguna manera dañó el sitio. “La metodología arqueológica va detectando toda acción humana lo largo del tiempo y hoy tenemos una comprensión más cabal de cómo fue ese sitio a finales del siglo XVIII y cómo se asentó después para hacer balneario encima”, concluye sin antes dejar de mencionar el problema que los azota que son los detectoristas de metales. “Alteran el sitio arqueológico pero la comunidad de Melincué a través de la Secretaría de Turismo se comprometió a proteger el sitio” explicó.