Con sus sueños y deseos acomodados en una valija, Raoul Fernández dejó hace muchos años El Salvador, su país natal, y se radicó en París. Quería estudiar teatro, ser actor, pero el oficio de costurero aprendido junto a su madre lo ayudó a ganarse la vida y, al mismo tiempo, a entrar al teatro desde el escenario donde debutaría tiempo después.
El recorrido entre el diseñador y hacedor de vestuarios que trabajó con Rudolf Nuréyev y el actor que conoció a Copi (el argentino Raúl Damonte Botana) en París en los años 80 aparece como un destello en un relato en primera persona, una especie de biodrama, Retrato de Raoul, espectáculo que este viernes se presenta en Rosario en una única e imperdible función en el marco de una gira.
El montaje, con algún rasgo de performance, que viene de ofrecer tres funciones en Uruguay y que luego de Rosario desembarcará en el Teatro Nacional Cervantes, en el marco del ciclo “Volumen. Escena editada” para cerrar su gira latinoamericana en Santiago de Chile, surgió a partir de un texto especialmente escrito por Philippe Minyana, con dirección del actor y director argentino radicado en Francia desde finales de los 80 Marcial Di Fonzo Bo, quien en 2017 volvió al país para dirigir en el Cervantes dos obras de Copi: Eva Perón y El homosexual o la dificultad de expresarse.
Retrato de Raoul, una producción de la Comédie de Caen Centro Dramático Nacional de Normandía (Francia) irrumpe con una pregunta: ¿qué se escucha detrás de una puerta entreabierta? Un detalle que se vuelve metáfora a lo largo de toda la obra.
En la cuna de Raoul, las hadas madrinas se asomaron. La primera se llamó Betty, su mamá, costurera con dedos mágicos que le transmitió el amor por el vestuario y lo crió como a una muñeca. A Raoul lo seduce lo lejano, dado que la costura es sinónimo de París. Al llegar allí aparece en su historia la segunda hada madrina bajo el rostro de otro Raúl en el exilio, conocido por todos como Copi. Y poco tiempo después se convierte en vestidora de la Ópera de París donde conoce a la tercera de sus hadas madrinas, nada más y nada menos que al bailarín y coreógrafo ruso radicado en Francia Rudolf Nuréyev.
“Más tarde –adelantan acerca del espectáculo–, lejos de los estucados en oro de la Ópera Garnier, lo encontramos en el Teatro Gérard Philippe donde lo espera la cuarta hada madrina, que lo hace pasar de la oscuridad de las bambalinas a la luces del escenario. En Saint Denis, donde las reinas de Francia eran coronadas, Raoul se convertirá en una reina, con peluca y cantando enfundada en vestidos de gala. Aquel muchachito de El Salvador siempre soñó con tener tetas. Y finalmente cuando las tuvo ya no las quiso, ya que Raoul siempre se buscó a sí mismo y siempre se encontró”.
El viaje
“Este proyecto comenzó cuando un día me encontré con el escritor Philippe Minyana, un amigo al que conocía desde hace muchos años, que me había visto en algunos espectáculos como actor, como así también mis vestuarios. En ese momento le dije que me gustaba la idea de que me escriba algún texto para algún día poder actuarlo. A él le interesó mucho la propuesta pero me dijo que quería, por sobre todo, escribir algo sobre mi vida”, adelantó a El Ciudadano Raoul Fernández acerca de esta especie de relato de iniciación, una biopic atípica y una nouvelle escénica sobre las múltiples vidas del artista. Y agregó: “Fue un proceso de varios encuentros en los que estuvo anotando y haciéndome preguntas y a partir de allí escribió el texto de la obra. Pasaron varios días hasta que me llamó para decirme que el texto ya estaba escrito y entonces lo leímos juntos: fue una gran sorpresa encontrarme con que ese texto guardaba lo esencial de mi vida, que es una curiosidad y una manera de vivir la vida sabiendo que estamos de paso”.
Sueño de niñe
“Cuando yo era chico, mi mamá me crió como una niña. Mi madre y mi padre ya habían perdido a sus dos primeros hijos varones, que es algo de lo que hablo en el espectáculo. Y entonces ellos deseaban tener una niña y llegué yo, que hacía el papel de niño y de niña a la vez”, contó el actor que en el espectáculo desanda fragmentos de esta trama de sus años en Latinoamérica. Y continuó: “Mi mamá era costurera, hacía trabajos de costura de moda y fue así que yo aprendí el oficio. Y cuando llegué a Francia, trabajé ocho años en la Ópera de Paris, en los talleres de costura, mientras que por las noches desarrollaba mi carrera como actor”.
En escena
“Comencé como actor de manera casual: un día, trabajando en costura, un director me vio caminando por el escenario y me preguntó si no quería actuar, hacer un personaje en ese espectáculo; me dijo que había un misterio en mí que le gustaba. A partir de allí le tomé el gusto al escenario y desde ese día alterno la actuación con el diseño de vestuario”, explicó Fernández sobre la singular mixtura que logró tejer entre ambos mundos, algo que hoy le permite recitar Moliere, e incluso es posible escuchar en escena El Misántropo.
“Yo nací en El Salvador, en el corazón de Centroamérica, y alrededor de los 20 años me fui a Paris con la intención de estudiar teatro; era un sueño que tenía desde niño, y tuve la suerte que me ha ido bien. Este es un espectáculo que ya presentamos en Francia y hemos tenido muy buenas críticas. El director, Marcial Di Fonzo Bo, es además mi amigo y un creador muy premiado. De hecho recibió el Moliere, que es el máximo galardón que se da en Francia al teatro, por un trabajo alrededor de Georges Méliès, el maestro del cine mudo”, recordó.
Retrato propio
“Este es un espectáculo en el que canto canciones en español –adelantó el artista–; lo hemos presentado en Francia en francés, pero en esta gira lo hacemos en castellano. El director es quien hizo especialmente la traducción. Estoy solo en escena y allí cuento la historia de mi vida a partir de las palabras de Philippe. En el espectáculo hablo de aquellas personas que me marcaron en mi adolescencia y mi llegada a Paris, donde tuve la suerte de trabajar con Copi, quien hizo sus escrituras teatrales en Francia, donde es un autor muy amado. Estuve con él haciendo retoques para su vestuario, ayudándolo a vestirse, a peinarse; tuvimos una gran complicidad porque con el comencé a entender lo que en verdad era el teatro”.
Y concluyó: “En los ocho años que trabajé en la Ópera Garnier de Paris, en sus talleres de costura, como era muy curioso, no sólo cosía los tutus para la danza o las capas para las óperas y los grandes vestidos de esa puestas, sino que también aprendí a hacer los sombreros, las pelucas y los maquillajes, que son tan importantes para el teatro. Mi jefe de entonces era Rudolf Nuréyev y luego de su muerte en París a causa del Sida, que fue un momento durísimo para todos nosotros, lo sustituyó otro gran coreógrafo francés, Patrick Dupond. Todo ese recorrido, como mi trabajo como diseñador de vestuario en las óperas de Berlín, Hamburgo, en el Covent Garden de Londres, como en todas las óperas de Francia: Montpellier, Lyon o Lille, de un modo u otro estás dentro de este retrato de mi vida”.
Para agendar
Retrato de Raoul se presenta este viernes, a partir de las 21, en el Teatro Municipal La Comedia, de Mitre y Ricardone, donde también se venden las entradas generales a 200 pesos. El idioma original de la obra es el francés, pero el actor interpretará esta función en castellano