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Retrato de un Aleph fantasmagórico donde todo ocurre en simultáneo

Cambios en el mundo laboral, empleos más "verdes", Inteligencia Artificial y fake news... interrogantes de un Aleph fantasmagórico que nos obliga a mirar todo, todo el tiempo, sin cuestionamientos

Por Elisa Bearzotti / Especial para El Ciudadano

Algunas noches atrás, en una de mis incursiones por la plataforma de contenidos digitales Netflix -actividad a la cual (sí, confieso) me estoy volviendo cada vez más adicta- me topé con un nuevo documental producido (y esta vez también actuado) por Barak Obama. Se trata de “Trabajo: lo que hacemos todo el día”, una docuserie de cuatro capítulos de una hora, organizada en relación a los tipos de habilidades requeridos en los trabajos y su correspondiente impacto en el estilo de vida de la gente. Es decir, el primer capítulo muestra a personas que realizan las tareas más básicas y peor remuneradas -donde las protagonistas son (no por casualidad) todas mujeres- y el último se enfoca en las responsabilidades y desafíos laborales de grandes empresarios, CEOs de multinacionales, y fundadores de innovadoras empresas tecnológicas, siendo el propio Barak la estrella indiscutida.

Sin cuestionar en ningún momento la lógica capitalista subyacente en la siempre incompleta muestra del mundo laboral, la serie se esfuerza por poner en evidencia las contradicciones, cambios y la incesante búsqueda de sentido que caracteriza a la humanidad de hoy, envuelta en una crisis antropológica de inusuales dimensiones.

Desigualdad en el acceso a nuevas oportunidades, el impacto de la Inteligencia Artificial durante los próximos decenios, crisis en el acceso a bienes y servicios, los migrantes como fuerza laboral de base, la necesidad de capacitar a las nuevas generaciones para afrontar los crecientes desafíos, son los tópicos que atraviesan cada uno de los capítulos, todos ellos envueltos por una pátina de moralidad gracias a la impecable imagen de Obama.

Si bien el esfuerzo está puesto en destacar la impronta de la clase media en la construcción del “american dream”, no queda demasiado claro como su desmembramiento actual impactará en las futuras generaciones.

Lo que sí resulta indudable es la necesidad de actualizar las habilidades de los jóvenes que pronto verán radicalmente cambiado su horizonte laboral. Es que la revolución digital llegó para quedarse y el mundo se está transformando a un ritmo sin precedentes. Según el último informe del Foro Económico Mundial -la organización con sede en Davos (Suiza) donde anualmente se da cita la crème de la crème de la política y la economía- los especialistas en vehículos autónomos y eléctricos encabezan la lista de empleos de mayor crecimiento en 2023, afirmando además que la Inteligencia Artificial está dejando obsoletas funciones como las de cajero de banco y empleados de entrada de datos, que podrían registrar el ritmo de descenso más rápido en los próximos cinco años.

Y esto no lo dice cualquier gurú sino Klaus Schwab, el alemán que estudió en Suiza y fue catedrático de la Universidad de Ginebra y el promotor, según algunos, de la tan mentada “globalización mundial”. Schwab conoce a la mayoría de los que toman las decisiones en los campos de la economía, la política, la ciencia y la cultura mundial, y buena parte de ellos acepta su invitación anual al Foro Económico Mundial de Davos creado en 1971, al cual acuden actualmente unas 2500 personas.

“Hemos reunido a 90 países, y 50 jefes de Estado. El desafío clave será crear un voto de solidaridad, una voz de humanidad, pues estamos frente a la primera crisis verdaderamente global. Si queremos salir de ella, sólo podremos hacerlo si obramos coordinadamente. Detectar cómo lograr esa coordinación es el mayor desafío de Davos”, asegura Schwab.

Mientras tanto, el Informe sobre el Futuro del Empleo 2023 de esta organización, indica que el mercado laboral se enfrenta a una ruptura sistémica, debido a la revolución digital, los esfuerzos por descarbonizar el planeta frente a la crisis climática, y otros cambios geopolíticos y sociales.

Durante los próximos años se prevé la creación de 69 millones de nuevos puestos de trabajo y la supresión de 83 millones, lo que supone una disminución neta de 14 millones de empleos, es decir, el 2% del empleo actual. Lo que sí parece claro es que el futuro será más ecológico. Compensando las pérdidas de empleo previstas, los esfuerzos mundiales para dar respuesta a la crisis climática están dando lugar a una gran cantidad de los llamados “empleos verdes” en todos los sectores e industrias.

La transición ecológica podría crear 30 millones de puestos de trabajo en todo el mundo en el ámbito de las energías limpias, eficiencia y tecnologías de bajas emisiones de aquí a 2030. “Los últimos tres años han estado llenos de agitación para las vidas y medios de subsistencia de las personas debido al COVID-19, los cambios geopolíticos y económicos, y el rápido avance de la IA y otras tecnologías”, dijo Saadia Zahidi, Directora General del Foro Económico Mundial.

“La buena noticia es que existe un camino claro para garantizar la resiliencia. Los gobiernos y las empresas deben invertir en apoyar el cambio hacia los empleos del futuro a través de la educación, la recalificación y las estructuras de apoyo social que puedan garantizar que las personas estén en el centro del futuro del trabajo”, agregó la funcionaria. Sin embargo, y a pesar de los buenos augurios de Zahidi, en un universo caótico lo que más prevalece es la incertidumbre.

Y eso lo saben bien los jóvenes que hoy por hoy descreen de la posibilidad de sostener un trabajo por más de cinco años, y que cada día encuentran más dificultad para acceder a una vivienda, o realizar apuestas a largo plazo.

Y es que el mundo se ha vuelto demasiado complicado. Esta semana, sin ir más lejos, una imagen falsa de una explosión en el Pentágono se volvió viral brevemente en internet y provocó una caída de diez minutos en los mercados. La imagen, probablemente generada por Inteligencia Artificial, mostraba una inmensa columna de humo saliendo del Pentágono y fue difundida por varias cuentas en redes sociales, lo que obligó al Departamento de Defensa de Estados Unidos a señalar públicamente que se trataba de una fake news. Diez minutos, sólo diez minutos de angustia bastaron para poner en vilo a una de las mayores economías del mundo.

¿Acaso es posible sopesar los riesgos de semejante vulnerabilidad? Hoy el famoso “botón rojo” puede ser apretado a distancia por cualquier hacker rumano dedicado a negocios ilegales mientras, en el sótano de la vida, un Aleph fantasmagórico -esa especie de circunferencia desde la cual se puede ver el universo, ese breve acceso al infinito, ese microcosmos que revela cada uno de los ángulos de la existencia- nos obliga a mirar todo en simultáneo: el bien y el mal, la alegría y el horror, la armonía y el desacuerdo. Pero no nos preocupemos… seguro Borges desde el cielo lo sigue corrigiendo.

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