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Reutemann y Macri, los socios del silencio

Hace apenas unas horas, se conoció el acuerdo al que arribaron el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y el senador santafesino Carlos Reutemann, quien de este modo participará de las próximas elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias como candidato del PRO, alejándose, si es que alguna vez estuvo, del peronismo.

Hace apenas unas horas, se conoció el acuerdo al que arribaron el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, y el senador santafesino Carlos Reutemann, quien de este modo participará de las próximas elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias como candidato del PRO, alejándose, si es que alguna vez estuvo, del peronismo.

Lo cierto es que ambos personajes tienen mucho en común, más allá de pertenecer a la derecha, ser portadores del ADN de los 90 y herederos de las políticas aplicadas por el modelo menemista.

Ambos comparten la técnica de hacerse entender desde el silencio, expresar con la parquedad del ignorante guionado por terceros consignas u opiniones básicas que no los comprometan frente al núcleo duro de su electorado y a la vez poder cautivar a algún “independiente”.

Ambos se encuentran acusados por la Justicia. Por tanto, los dos necesitan fueros que les permitan zafar de ir a parar a la cárcel.

Macri está procesado por montar un sistema de escuchas ilegales para espiar a ciudadanos comunes, dirigentes, docentes, gremialistas, etc.

El ex corredor de autos está procesado por los ciudadanos rosarinos y santafesinos muertos por las balas de su Policía en los trágicos días 19 y 20 de diciembre de 2001.

Además, Reutemann carga con otra causa: su responsabilidad en la inundación de abril de 2003, que también dejó una cosecha de muertos, heridos, evacuados que quedaron sin techo. La Justicia lo acusa de saber lo que iba a ocurrir y no actuar, entre otras cosas.

Todos recuerdan el terraplén que hubiera debido detener parte de las aguas pero no se construyó porque el Jockey Club de Santa Fe no quiso afectar su imagen y el entonces gobernador accedió.

Ambos consideran que haber llegado a la política luego de ser exitosos en otras lides es un mérito en sí mismo. Dicen o insinúan que odian la política, pero se valen y sacan provecho personal de lo peor de ella. La única política que realmente rechazan es la que distribuye la riqueza nacional, propugna la inclusión y la justicia social y no se arrodilla frente a la angurria de las corporaciones.

Otro rasgo que comparten es la falta de coraje político. Reutemann en 2003 y Macri en 2007 arrugaron ante la posibilidad de una candidatura presidencial. El ex piloto se excusó mencionando “algo que vio” y no le gustó. Aunque quedó flotando un aura sobrenatural, más tarde quedó clara esa visión, cuando confesó que se había dado cuenta de que “el país” (no la Patria) estaba a punto de situarse “más a la izquierda”. Lo dijo con el diario del lunes bajo el brazo, pero algo de toda esa explicación rudimentaria es cierto: sabía que no podía liderar un proceso de reparación del daño político, económico, social y moral que el neoliberalismo le hizo al pueblo después de haber sido él mismo parte de esa orgía noventista.

Macri en 2003 prefirió ir por un segundo mandato en la Caba (ciudad de Buenos Aires), acaso porque sus asesores le advirtieron que el proceso político inaugurado el 25 de mayo de 2003 estaba consolidándose y era indiscutible que contaba con una mayoría imbatible en las urnas para su continuidad.

De modo que Néstor Kirchner primero, y Cristina Fernández luego, exhibieron la valentía no tan sólo de enfrentar la crisis, sino de hacerlo con respuestas y políticas que fortalecían a los sectores más vulnerables y redistribuyendo los recursos del Estado en forma diametralmente opuesta a la rapiña neoliberal.

Macri y Reutemann necesitan fueros para evitar una sentencia que pudiera llevarlos a un calabozo. Pero el primero al menos puede argumentar que creó su propia fuerza política. Reutemann, después de haber depredado las entrañas del peronismo santafesino muestra que, como los militares golpistas respecto de la Patria, dentro del movimiento fundado por el general Juan Perón y Evita, él asumió el rol de una fuerza de ocupación.

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