Por: Paula Gimenez – Filo.news
El domingo 10 de noviembre en Bolivia se perpetuó un golpe de Estado, golpe que se venía gestando desde hace ya algunas semanas y que fue encabezado, finalmente, por la senadora del partido Unión Demócrata Jeanine Áñez, quien tomó el poder con una biblia en la mano mientras Evo Morales, presidente electo, se refugiaba en México como exiliado político.
La situación del país andino es cada vez más crítica y la derecha racista y conservadora, junto a las Fuerzas Armadas, llevan el mando. Pero el pueblo boliviano que votó por Evo Morales resiste y muchísima gente baja, desde el monte, a luchar y reclamar por un gobierno que no les discrimine ni silencie.
Si bien la violencia y los discursos xenófobos van dirigidos a los distintos pueblos originarios de la región, son las mujeres, como siempre, las más vulneradas. Y en estos momentos de crisis, los abusos son sistemáticos.
Para entender cómo viven las feminidades bolivarianas este difícil momento, Filo.News dialogó con Chana Mamani, integrante del colectivo Identidad Marrón y de la Red Nacional de Migrantes y Refugiados en Argentina.
«Aquellas que son de sectores rurales o campesinado son las que peor la están pasando. El principal problema es que hay un cerco mediático muy fuerte y además muy pocos recursos. La parte andina y altiplana, algún lugar de Cochabamba y Potosí, están muy complicados y complicadas», explica Chana.
La situación de extremo abandono y violencia que viven las mujeres indígenas es grave y son, por otro lado, las primeras a la hora de enfrentarse y ponerse de pie para la lucha. «Las cholas y las campesinas están en un estado de vulnerabilidad en donde se están violando todos los derechos humanos. La única arma que poseen es la wiphala (bandera de los pueblos originarios) y con ella van al frente», detalla Mamani.
«En nuestro país existen más de un millón de habitantes que son bolivianes o decendientes y que se encuentran desamparades por la desinformación y el fuerte bloqueo mediático en las distintas zonas de peligro de Bolivia. «Donde más violencia hay son lugares en donde no hay acceso a internet, donde no tienen recursos como celulares ni teléfonos de línea. Se carecen de recursos y no nos enteramos de nada. Por eso la necesidad de hablar con los medios, que nos escuchen, que griten por quienes no tienen voz», denuncia Chana.
Bloqueo informativo
«Si bien hay muy poca información de lo que sucede en Bolivia y lo que particularmente pasa con las mujeres bolivianas que se resisten al golpe, los medios internacionales y las redes sociales funcionan como válvula de escape. Así como sucede en Chile, el pueblo en las calles enfrenta a las Fuerzas Armadas pero la diferencia de recursos es clave. «No se puede comparar con Chile, porque en Bolivia son pueblos distintos y el acceso a la información también lo es. En los lugares rurales, campesinados y periferias, se carece de acceso a tecnología. Hay lugares donde no hay internet, no todas las mujeres poseen celulares y el uso de los mismos es limitado, además de que se trata de generaciones adultas o adultas mayores. La diferencia con Chile está en que la circulación de información por medios alternativos nos llegó o llega más rápidamente, entendiendo que hay un activismo importante de la juventud», explica la activista y agrega: «Respecto a la situación de mujeres que hayan atravesado abusos sexuales, aún no lo sabemos con exactitud, pero sí que en épocas anteriores con estados de sitio las prácticas de tortura y vejaciones sexuales por parte de las Fuerzas Armadas sucedieron».
Mientras escribo esta nota, Chana me envía un link de una nota en la que de forma anónima, una asambleísta del MAS (Movimiento al Socialismo) denuncia, entre otras cosas, abusos sexuales. «Hace más de diez días que comenzó la persecución y que no veo a mi familia. Estoy en los montes refugiada porque en mi casa botaron piedras y petardos sin tener cuidado de que dentro había un niño y una persona mayor que está muy delicado, que es mi papá. No tuvieron piedad, quemaron casas, han violado mujeres, las han desvestido y a nuestros compañeros también de la misma forma. Esta agonía comenzó desde el momento en que nos han dado los resultados del proceso electoral”, indica aterrada al medio Paco Urondo.
Pero estas voces, que vienen desde la clandestinidad, son pocas y están llenas de miedo. “Tengo la voz distorsionada porque estoy en las montañas sin comer. Tengo miedo de moverme. No veo a mi familia porque tengo miedo por ellos. Nos amenazaron con quemarnos, como están haciendo con nuestros hermanos campesinos”, denuncia.
A raíz de estas declaraciones, nuestra entrevistada resalta nuevamente: «El pueblo boliviano tiene miedo y está aislado. Esta es una batalla entre hermanos y hermanas. Hay racismo y fascismo hacia el indígena y hacia las mujeres, hacia las cholas. Y no tenemos fuentes ni recursos entonces no hay información», indica.
«Con una Latinoamérica revolucionada y sus pueblos haciendo historia, este golpe significa muchísimas cosas. El pedido de renuncia por parte de las Fuerzas Armadas y la destitución del presidente Evo, para Chana, no son casualidad. «Creo que la estructura de todo el entramado y el problema es que Evo es indio. Es un indio que ocupa un lugar de poder político que por 527 años no había sucedido en toda Latinoamérica. Eso nos parece importante resaltar. Él es presidente del Estado Plurinacional de Bolivia y es reconocido por los pueblos indígenas de América latina y es eso, principalmente, lo que le molesta a la derecha conservadora y a la Iglesia, que un indio los gobierne. No se trata de Evo como hombre, se trata de lo que representa», explica.
Las críticas a Evo Morales existen ya que, si bien se configuró nuevamente como presidente democrático de Bolivia en la última elección (el Tribunal Supremo Electoral –TSE– confirmó el cómputo final, según el cual Morales obtuvo el 47,08% de los votos contra el 36,51% de Carlos Mesa, candidato de Comunidad Ciudadana), ya van más de 13 años en el poder. Todo esto, luego de un fallido referéndum en el que buscó modificar la Constitución bolivariana para poder darle continuidad a su mandato, y de un procedimiento electoral contaminado por el silencio y la manipulación de los números finales.
Aún así, tiene el apoyo incondicional de todo el pueblo indígena de Bolivia ya que, desde que está en el poder, esta importante parte de la población comenzó, prácticamente, a existir ante los ojos del Estado. Evo nacionalizó los recursos hidrocarburíferos del país que fueron claves para el desarrollo económico, mejoró los ingresos estatales y eso permitió instalar programas de transferencias sociales, los más exitosos de la región. Bolivia es el país que más crece en América del Sur en los últimos años y eso, está a la vista, no es gratis.
Por otro lado, publicaciones respecto a la paternidad y el no reconocimiento de hijes del presidente también jugaron fuerte en la opinión pública. A eso se le suman declaraciones polémicas respecto las mujeres bolivianas. «Cuando voy a los pueblos, quedan las mujeres embarazadas y en sus barrigas dice «Evo cumple»”, es una de ellas. Pero al buscar, con lo único que nos topamos fue con fakenews y ninguna fuente fidedigna.
Feminismo occidental y feminismo comunitario
Aún así, le preguntamos a Mamani al respecto: ¿Es Evo Morales machista? «Yo creo que esa afirmación es muy sesgada y es lanzada desde una corriente feminista occidental. Las pruebas están en las comunidades, en los cocaleros y cocaleras, las indígenas, quienes hoy resisten con la wiphala para que vuelva Evo y ahí ya no hay mucho más que decir», sostiene.
Además, la activista boliviana indica: «El feminismo en Bolivia es complejo, porque el feminismo que más llegó a latinoamérica es eurocentrista y en nuestro país lo que más se acerca es el feminismo comunitario. El otro, el occidental, blanco, pomelo, tiene una mirada bastante parcializada y se aleja mucho de lo que efectivamente es la cuestión indígena. Ese feminismo eurocéntrico no tiene nada que ver con lo que sucede desde la mirada indígena y comunitaria. Es otra forma de pensar los feminismos. Lo plurinacional que se debate dentro de los movimientos tiene que ver con eso, con la multiplicidad de lenguas e identidades, las formas de poder habitar los deseos. Es otra mirada, donde una se piensa en comunidad y eso es lo que hoy vemos hoy en la resistencia que sucede en Bolivia», finaliza Chana.