Todo empezó con el pedido que el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, les hizo a los principales supermercadistas del país para que dejen de importar alimentos europeos que se produzcan en la Argentina, ante la sospecha de que la crisis desatada en Grecia y la depreciación del euro hace que varias naciones del viejo continente hayan comenzado a colocar excedentes de producción en otros mercados, como el argentino, a precios inferiores a los vernáculos. Y con ello afectando a las empresas locales. “Se le ha elevado demasiado el tono a una situación que no sé de dónde salió”, se quejó ayer del dramatismo que cobró el tema el ministro de Economía, Amado Boudou, cuando se lo consultó sobre posibles restricciones a la importación de algunos comestibles. Pero igual reconoció que algo de cierto había en esos rumores: “Estamos permanentemente analizando situaciones particulares, porque lo que nosotros tenemos que hacer es cuidar a nuestros productores, al mercado interno”, soltó el funcionario aclarando que todo ello es con “racionalidad”. Igual, la Coordinadora de Industrias de Productos Alimenticios (Copal) cuestionó las posibles trabas al ingreso de productos y alertó que ya tomó conocimiento de pedidos de represalias en los países afectados. Y a lo que la corporación empresaria se refería con esta mención es a la voluntad de representantes diplomáticos de países europeos de realizar, mañana mismo, una cumbre para discutir una postura unificada ante las probables trabas comerciales.
“Tenemos que cuidar nuestra economía, nuestros puestos de trabajo y a los empresarios que han invertido en la Argentina, y lo vamos a seguir haciendo”, respondió Boudou sobre posibles medidas oficiales para “proteger” a alimenticias locales en aparente peligro ante una temida avalancha de productos importados a bajo precio desde Europa. Los trascendidos apuntaban a rubros como pastas, tomate en lata y jamones provenientes en particular de España e Italia, a valores que rondan la mitad de los que se manejan en el mercado interno.
“Todos los países cuidan sus mercados internos con racionalidad, entonces nosotros vamos a estar en esta línea, no vamos a hacer una apertura ingenua, no vamos a entregar nuestro mercado a otros productores, en detrimento de los trabajadores argentinos, los empresarios argentinos”, reconoció así, el titular de Hacienda, que hay medidas de ese tenor bajo análisis del gobierno, aunque protestó por el alarmismo desatado. Es que, por otra parte, la declamada intención de proteger la producción local podría derivar en el “efecto colateral” de un aumento de precios ante la ausencia de la presión competitiva externa.
No ser ingenuos
“Vamos a hacer todos los esfuerzos comerciales solucionando situaciones, el mundo es permanente conflicto de intereses y un gobierno tiene que ponerse del lado de su producción”, cerró la explicación el ministro Boudou pidiendo no caer en visiones “ingenuas” sobre las relaciones comerciales. “Desde los países de la Unión Europea hasta Estados Unidos, todos cuidan sus mercados internos con racionalidad. Esto de ser buenitos y abrirnos al mundo y después no poder exportar limones a Estados Unidos es una idea romántica, pero muy ingenua”, ejemplificó.
Moreno apura
Ante el pedido de Moreno de restringir la compra de alimentos en el exterior que pongan en riesgo a los productores locales de los mismos rubros, los directivos de las cadenas de supermercados ya tenían previsto pedir nuevas audiencias al polémico secretario para discutir con él en forma individual –para no exponer sus estrategias de comercialización– qué y cuánto podían importar. Es que en principio, los supermercadistas no tendrían objeciones fuertes a la “sugerencia” oficial que podría luego transformarse en orden, pero tampoco quieren librar órdenes de compra a proveedores externos sobre productos que luego no puedan colocar en el mercado interno por una decisión del gobierno.
Otras versiones indican que Moreno iría más allá que un pedido a las cadenas de súper, y que impulsa una restricción de importaciones directa. Esos trascendidos se montan sobre un supuesto pedido del funcionario a la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (Anmat, encargada de aprobar el ingreso de alimentos y medicamentos). Se trataría de una carta fechada el 23 de abril último por la cual el secretario de Comercio Interior reclama al organismo “articular las herramientas para tomar conocimiento integral de cada una de las operaciones relacionadas con el ingreso al mercado interno de productos alimenticios que provengan de otros países”.
La Copal está en contra
Las que sí saltaron fueron las poderosas empresas alimenticias agremiadas en Copal. La entidad alertó sobre posibles pedidos de represalias en los países afectados, que de concretarse generarían una fuerte caída de actividad en las fábricas locales de alimentos, que el año pasado exportaron por un monto de 22.000 millones de dólares.
“Copal sostiene firmemente la necesidad de que toda medida de política comercial interna y externa respete los criterios de los tratados internacionales de los que la Argentina es parte”, sostuvo la corporación que encabeza el abogado Daniel Funes de Rioja. Eso, dice en un texto, es “una de las garantías necesarias para evitar represalias en el comercio mundial, las que ya han sido solicitadas en sus países de origen por los sectores de la industria afectados”.
Reacción diplomática
En ese sentido, se supo que mañana habrá en Buenos Aires un encuentro de embajadores europeos que podría derivar en un planteo formal de queja ante la Argentina, si prima la voluntad de los representantes de España e Italia, que por el volumen del comercio bilateral son los que sentirán más el impacto de la limitación argentina.