El secetario General del Sindicato de Recolectores de Rosario, Marcelo «Pipi» Andrada, tuvo un sábado a pura emoción. A los 50 años, el sindicalista tuvo un día lleno de bendiciones, al recibir en simultáneo tres sacramentos: el bautismo, la comunión y la confirmación como fiel de la Iglesia Católica. La ceremonia, que tuvo lugar en la parroquia Nuestra Señora del Carmen, en la vecina ciudad de Funes, la ofició el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín.
El dirigente sindical siempre tuvo creencias católicas, pero no había tenido la posibilidad de ser bautizado, por lo que en consecuencia tampoco podía tomar la primera comunión, y por lógica no podía acceder a la confirmación, el tercero de los ritos que representa la integración en forma plena a la grey católica. Desde este sábado, así lo es.
La celebración, que compartió con un grupo de familiares y afiliados al sindicato, tuvo lógica emotividad para Pipi Andrada, en especial porque estuvo a cargo del arzobispo Martín, máxima autoridad de la Iglesia en el territorio rosarino.
Según relató el propio Andrada a sus íntimos, la ceremonia significó para él un cierre de año con emotividad, tras pasar por situaciones conflictivas que lo expusieron públicamente, como la detención de su hijo a partir de un hecho policial. Esta circunstancia fue lo que llevó al sindicalista a tomar esta decisión de acercarse aún más a la Iglesia para encaminar desde lo espiritual un fin de un año complejo, que tendrá como capítulo final diciembre con las elecciones en el Sindicato de Recolectores, que lo tienen como principal candidato para ser reelecto secretario General.
