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Ricardo Bartis: “Nos acercamos cada vez más al abismo y no podemos encontrar una salida”

El notable actor, dramaturgo, director y maestro del teatro argentino habla de “La gesta heroica”, la obra que escribió, dirige y ahora también protagoniza, inspirada en “El Rey Lear”, de Shakespeare, que este viernes y sábado se presenta en el CEC


El nombre de Ricardo Bartis (Buenos Aires, 1949) está asociado a la renovación del teatro argentino de los años 90. Su mítico Sportivo Teatral, espacio porteño de formación, experimentación y creación de proyección nacional, que debió cerrar sus puertas a comienzos de  2022, fue el semillero de una generación de creadores que revitalizaron, desde diferentes lugares, la escena argentina a partir de una poética donde el cuerpo, las acciones y el texto encontraron un nuevo punto en común y nuevos sentidos desde donde proyectarse.

En el marco de una instancia de formación y profesionalización para artistas iniciada por el sistema de Fomento Cultural de la Municipalidad de Rosario que por estos días coordina Bartis en Rosario, apuntada a actores, actrices, directoras y directores, una experiencia que tendrá continuidad durante octubre, el creador llega este fin de semana a la ciudad para ofrecer en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) dos funciones La gesta heroica, su último trabajo, oportunamente, una producción del Teatro Nacional Cervantes que lo tenía al actor rosarino Luis Machín como protagonista pero que se vio atravesada por la pandemia, que el año pasado regreso con la presencia de Carlos Defeo y que, tras su fallecimiento, el propio Bartis se hizo cargo del personaje principal, una especie de Rey Lear en el contexto de lo que denominó como una “tragedia costumbrista”.

Los despojos de Lear

La obra tiene lugar en Santa Teresita, Municipio de la Costa. La casa familiar comparte terrenos con un antiguo y abandonado parque de diversiones llamado pomposamente La Gesta Heroica. El Padre ha decidido anticipar la cesión de los bienes a heredar (como en el clásico de Shakespeare, aunque allí a sus tres hijas) y se hace necesario firmar los “papeles” correspondientes. Allí, rodeados de restos de calesitas, autitos chocadores y tiro al blanco, el Padre, junto a sus hijos menores Elena y Lorenzo, espera la llegada de Ernesto, el hermano mayor, para liquidar el trámite.

Con su conocido interés por un costumbrismo opaco, donde lo decadente no se oculta y siempre parece estar latiendo algo que lo acerca una y otra vez a Roberto Arlt, Bartis va por los lugares más abigarrados del clásico para contar aquella y ésta trama familiar donde los intereses aparecen revelados, donde cierta humillación pareciera ser propia del vínculo entre padres e hijos en el final del camino, ya lejos de un supuesto canon de felicidad, en el ocaso, también una excusa para preguntarse una vez más, como lo hizo tantas veces, qué produce la tragedia que, como en ésta, resuenan tantas otras, “con el mundo familiar como campo de batalla, con lo heredado como deuda, como trampa, que imposibilita recuperar un pasado feliz”, plantea el creador, alguien que siempre prefirió que sus espectáculos hablen más por él que él tener que hablar por ellos.

“La excusa se haber tomado Shakespeare para luego hacer otra cosa va en el sentido de poder pensar con cierta libertad y de manera intensa y amorosa una textualidad que si la respetamos excesivamente nos va a demoler, se va a convertir en una experiencia burocrática, o en el mejor de los casos, en una experiencia museística, pero no va a generar una teatralidad acorde a la potencia que percibimos tiene la literatura shakespeariana”, dijo Bartis a El Ciudadano respecto de su particular visión de un clásico donde también se expresa cierta idea de final, de decrepitud y despedida, en un trabajo donde comparte la escena junto con Facundo Cardosi, Marina Carrasco y Martín Mir (los hijos), con diseño de sonido de Lolo Micucci, diseño de iluminación de Jorge Pastorino, escenografía y vestuario de Paola Delgado, fotografía de Matías Stella, asistencia de dirección de Paula Marrón, y dramaturgia y dirección de Ricardo Bartis.

En el mismo sentido, pero pensando en el clásico que disparó la creación de La gesta heroica, Bartis sumó: “En el caso particular de El Rey Lear es una obra muy emblemática, quizás la más difícil de las obras de Shakespeare dada su complejidad; es difícil por su arbitrariedad, por cierta sensación de que Shakespeare lleva al paroxismo la idea de que las fuerzas que se disparan no son entendidas por el hombre, que el hombre genera sus propias tragedias de manera inexorable, y eso es algo muy cercano a nuestra experiencia vital, a la Argentina, porque cada vez nos acercamos más al abismo y parece que no podemos encontrar una salida. Entonces eso se presenta como un mundo inexorable e inexplicable para nosotros. Porque hay algo inexplicable para nosotros de Milei, de lo diario, de lo que está pasando, de la información diaria que nos abruma, del desbarajuste que va armando en todos los frentes y todo el tiempo”.

El creador de piezas recordadas como la fundacional El pecado que no se puede nombrar, De mal en peor o La Pesca, entre muchas otras, habló también de los alcances de un clásico inabarcable y al mismo tiempo generoso en los sentidos que dispara y que, como bien planteó el crítico y teórico polaco Jan Kott, es un autor eternamente contemporáneo, porque “uno  encuentra en Shakespeare aquello que busca o que quiere ver”.

“En ese sentido, mantenemos la idea de que son textos muy dadores; en este caso el de El Rey Lear es un texto muy dador, de gran amplitud. Nosotros tomamos el núcleo de ese texto que es esa especie de «certamen amoroso» que formula Lear cuando le pregunta a sus hijas quién lo quiere más y entonces deja librado al tipo de respuesta cómo se va a repartir el reino porque él ya se está retirando. Y allí aparece cómo pone en acto algo que está presente a modo de reflexión durante toda la obra, que es que lo que se hereda, la herencia, actúa como una idea de dominio, de control, de conflicto y de culpa. Eso fue lo que más me interesó tomar en La gesta…”, reflexionó Bartis.

La obra está impregnada del tono de despedida que en su proceso de creación generó el cierre del Sportivo Teatral, el icónico espacio creado por Bartis en 1986 que funcionó en una casona en Thames 1436, en el barrio porteño de Palermo: “Obviamente que en esta obra se mantiene algo del espíritu del Sportivo porque no podría ser de otra manera; tiene algo de resonancia en lo que ha pasado con el Sportivo Teatral tal como se lo conoce, como lo que era, y que tuvo que cerrar. Entre la pandemia y la realidad que nos tocó y nos toca vivir, no pudimos sostenerlo después de casi 40 años de existencia. Entonces eso también está allí, el dolor que eso significa, la pérdida de un lugar tan personal, que nos acompañó tanto en la realización de tantos proyectos y de tantos sueños, finalmente se tuvo que cerrar sus puertas. Ahí hay un parentesco, una resonancia temática, porque el personaje (el pater familia inspirado en Lear que interpreta) se encuentra, por razones biológicas, porque ya está muy mayor y percibe el fin de sus días, en medio de una despedida. Pero además se está cayendo, se está desmoronando su sueño, que es un parque de diversiones que ha montado en Santa Teresita, que es una playa del Partido de la Costa medio mersa, medio popular, y que durante un tiempo ese parque de diversiones fue el soporte del grupo familiar y desde hace unos años viene cada vez más en baja, cada vez peor”.

Y profundizó. “Pomposamente, él le había puesto de nombre como una especie de alusión a los años idos, La Gesta Heroica, que de alguna manera también encierra una ironía, porque es como nominar de manera muy grandilocuente nuestros sueños menores, nuestros proyectos laborales, nuestros proyectos existenciales; es ponerles cada uno de nosotros  a lo que hacemos o tenemos una especie de nombre pomposo porque siempre es mucho lo que está en juego para las personas en el desarrollo de sus sueños”.

En medio de su conocido interés por los clásicos, el creador, a través de este montaje, se hace otra gran pregunta: “Qué es lo que despierta la tragedia, la falta de amor o el exceso de amor”.

Y ese gran interrogante es trasladable a la tragedia que en términos sociales, políticos, económicos y particularmente culturales atraviesa el país por estos días: “Esa pregunta sirve de algún modo para cuestionarnos qué nos ocurre a nosotros, los argentinos, que estamos cada vez más aislados, más solos, con una mayor sensación de estar incapacitados para responder a todo lo que nos pasa; esas cosas siempre están presentes en mis materiales. Incluso se ven muy claramente con el paso del tiempo, años después, al pensar en los materiales muchas veces nos encontramos con que hablábamos o eran una excusa para hablar de ciertas cosas que ni la política, ni la cultura social daban cuenta y el arte, pero sobre todo el arte teatral, tiene la posibilidad de hablar de ciertas cosas o de poner luz y despertar asociaciones sobre algunos temas importantes, que de otro modo quedan muy velados, muy oscurecidos”.

Finalmente, Bartis habló de esta posibilidad o elección de volver a actuar después de casi treinta años dedicados a la docencia y a la dirección: “Está buenísimo, estoy contento y es algo que también durante mucho tiempo me pregunté y ahora me lo pregunto aún más,  por qué dejé de actuar en determinado momento, porque es algo que siempre me gustó mucho y según dicen era muy eficaz. De alguna manera, el dirigir y el éxito de la dirección, hizo que de repente fuera dejando de lado y abandonado en la posibilidad de actuar, pero ahí estoy ahora”.

Para agendar

La gesta heroica, una tragedia costumbrista del director, dramaturgo y actor Ricardo Bartis, se presentará en el CEC (Paseo de las Artes y el río), con dos funciones, este viernes 27 y sábado 28 de septiembre, a partir de las 21. Las entradas están disponibles en la boletería, de lunes a jueves de 9 a 13, o  bien a través del sistema de venta online https://www.1000tickets.com.ar/evento?id_evento=1297

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