Anunciada con bombos y platillos, se conoce esta semana en los cines argentinos La odisea de los giles, película protagonizada por Ricardo Darín, basada en la novela La noche de la usina, de Eduardo Sacheri, en versión de Sebastián Borensztein, acerca de una especie de Armada Brancaleone de un pueblo rural argentino en diciembre de 2001.
La historia muestra a Perlassi (Darín), dueño de un parador, y a los personajes de Verónica Llinás, Luis Brandoni, Carlos Belloso, Daniel Aráoz, Marco Antonio Caponi, el colombiano Andrés Parra y Ricardo Chino Darín, hijo del protagonista y también su hijo en la ficción, que además, comparte con su padre la coproducción del film.
“Mi personaje es otro caso de un hombre común puesto en una situación extraordinaria”, adelantó Darín en diálogo con la agencia de noticias Télam sobre el film que se conocerá este jueves. Y aclaró: “En este caso no está solo sino que forma parte de un grupo de personas que fueron motivadas por él y su esposa para llevar adelante un proyecto comunitario y así dar a conocer lo que pasa en un pueblo que está pasando por un momento bastante oscuro; creo que eso le agrega un toque de responsabilidad frente a todo esto”.
La historia
La película comienza cuando un grupo de vecinos descubre que perdieron todos los ahorros que tenían debido a una estafa realizada por un abogado y el gerente de un banco. Es a partir de allí que se organizan y arman un plan para recuperar lo que les pertenece.
Según contó Darín, en la novela, su personaje es un poco más “iluminado” que en la película. “En la novela, sin tener instrucción o formación académica, mi personaje es un tipo que huele el aire y sabe cuándo va a llover, tiene dones. Simplificamos eso: no queríamos que tuviese demasiada diferencia con el resto. Pusimos énfasis en que se trataba de un grupo de personas, lo que le da fuerza a la historia. El rol del líder y guía está repartido entre el personaje de Luis (Brandoni) y el mío”, dijo el actor de trayectoria internacional.
“Perlassi es el que siempre dice «tengo que pensar», como si se fuera al rincón. En este sentido, todos los roles están bastante repartidos y tienen injerencia en el desarrollo de los acontecimientos”, apuntó el actor. Y definió: “Es un grupo de personas que no está entrenado para lo que piensan hacer, producen cierta ternura. Ver los paupérrimos elementos que tienen para cumplir su misión habla de su inocencia”.
Sin gags
En la hechura del guión, el equipo de La odisea de los giles decidió esquivar los gags. “No hay gags salvo en un par de momentos donde están demasiado como a pedir de boca”, apuntó el protagonista de El amor menos pensado que se conoció el año pasado. Y continuó: “Otra cosa que me gustó de la novela son los diálogos entre los personajes, donde hasta el más chiquitito de ellos tiene su desarrollo. En ese lugar hubo un cambio ya que en la novela, Perlassi nunca revela su plan y sin embargo lo siguen. Todos le tienen confianza porque es auténtico, real, sin dobleces ni agachadas”.
Pensar en el otro
Si bien Ricardo Darín no hizo referencia a la actualidad como espejo de lo que ocurre en la ficción de la película, sí confesó que durante el rodaje sintió empatía con el espíritu rebelde de los personajes.
Al parecer, la película tiene un tono esperanzador pero la realidad presente no parece tan alentadora como en la ficción. Respecto de este tema, Darín evaluó: “Hay algo en relación a cuando leímos esta historia y después cuando nos pusimos a hacerla. Cuando nos descubrimos en el rodaje con el mismo espíritu que tienen los personajes dijimos que estábamos intoxicados de ese espíritu rebelde, y que si esto fuese trasladable al público, aunque no sé si tiene un correlato con la realidad, lo romántico de pensar en el otro en forma conjunta, yo me sentiría pleno”.
“Vivimos en una época asquerosamente individualista, de no pensar en el otro. Si acaso alguien de la platea sale con el corazón un poco inflamado, sintiendo que hay que pensar más en lo demás y juntarse con los amigos y tener proyectos en común, me sentiría pleno”, explicó. Y profundizó: “Esta es una película emocional y espero que le llegue a la gente de la mejor manera posible. Esto es lo más importante que hice mi vida. No necesariamente lo mejor pero si lo más importante”.
Los Darín, productores
Como ya lo había hecho en El amor menos pensado a las órdenes de Juan Vera, un éxito de taquilla del año pasado, Ricardo Darín es también coproductor de La odisea de los giles, esta vez dirigido por Sebastián Borensztein.
Kenya, la empresa que montó con su hijo Chino Darín y Federico Posternak hace seis años, piensa en superar el éxito de El amor menos pensado, que hace un año y en materia de recaudación se ubicó segunda entre las películas nacionales más vistas con casi 800 mil espectadores.
“Se me suelen juntar todos los parámetros”, dijo Darín. “Cuando me meto en un proyecto, generalmente lo hago en todas las áreas, como esperando que alguien me ponga la mano en el pecho y me diga «hasta acá». Me meto en todo porque es mi forma de involucrarme en las cosas. En algunos casos hacerlo debe estar mal. Pero me parece que de alguna forma se me fusionan las cosas”, confesó el actor del gran éxito Nueve reinas.
Respecto del casting del flamante film en el que participan figuras de gran renombre y en el que el actor se da el gusto de trabajar con su hijo, apuntó: “Beto (Brandoni) hace del amigo con el que discute mí personaje y se convierte en su contralor, es con el que se dicen las cosas de frente; Verónica es un sueño que haya podido sumarse porque está extraordinaria, Marco Antonio Caponi, Belloso que tiene una caracterización impresionante. Es el casting perfecto, el que soñamos y obtuvimos, cosa que es casi milagrosa por los compromisos que teníamos todos antes del rodaje. Cada uno, cuando leía la historia, se enamoraba”.
Respecto del contexto social, político y del cine nacional, Darín contestó con una inquietud: “No hay una circunstancia que no haya sido rara. Una sola en la historia que nosotros hemos vivido. Estamos en un punto stand by, ahí, bisagra. Yo recuerdo muchas de estas parecidas en que no sabemos qué será de nosotros, si vendrá uno a salvarnos o a hundirnos. «Señor dinos quién será el salvador o el enterrador». Siempre pensamos que se trata de uno, no de un equipo, y los gobernantes no son marcianos si bien algunos se les parecen”.