“Ojalá nos volvamos a encontrar pronto”, había expresado Ricky Martin en el cierre de su último concierto y ni el más optimista de sus fanáticos hubiera imaginado que el deseo se volvería realidad con tanta celeridad. Ricky Martin volvió este miércoles a Rosario para ofrecer su tercer show en lo que va de 2016. Y, a diferencia del que brindó a comienzos de marzo también en el Salón Metropolitano, tuvo un regreso sin estrenos ni grandes novedades pero con el sello distintivo de brindar un show intenso y concentrado que invitó al desenfreno.
Fue un recital de apenas 90 minutos (incluyendo los bises) con una puesta impecable aunque un poco más austera de la que mostró en sus dos fechas anteriores. No obstante, el cantante puso su energía y sensualidad al servicio del espectáculo que tuvo un despliegue técnico imponente con dos niveles de escenario, ocho pantallas de alta definición ubicadas en tres pisos.
Con la sensualidad como premisa, Martin provocó el suspiro generalizado a lo largo de toda la velada con coreografías, bailes y movimientos manifiestamente eróticos junto a un cuerpo mixto de ocho bailarines; y mostró múltiples cambios de vestuario (sólo en la primera media hora se contabilizaron cuatro y fueron siete en todo el show). Con carisma y vigor escénico mostró los temas de su disco, A quien quiera escuchar, en un show con temas que marcaron su salto a la popularidad.
Se oyeron las canciones que la gente siempre quiere oír: de ayer y de hoy; lentas y bailables. El show que comenzó prácticamente a la hora pautada, las 21.30, y tras la actuación del cantautor Elías Rampello, abrió con un bloque en idioma inglés donde se destacaron “Mr Put it down”, “This is Good” y “Drop it on Me”. La ovacionada “Adrenalina” fue la última a puro ritmo que dio paso a minutos mas sosegados.
“Estoy aquí porque quiero. Olvidémonos de los problemas y vamos a pasarla bien”, expresó, antes de interpretar “Tal vez”, una balada que bajó la adrenalina y marcó el comienzo de uno de los momentos donde el romanticismo tomó protagonismo con hits como “Asignatura pendiente” y “Disparo al corazón”. Luego cerrar ía ese momento con las más antiguas “Tu recuerdo” y “Vuelve”, un tema abordado con otros colores distintos al original y un guiño al rock por parte del virtuoso guitarrista de la banda.
La programación continuó con el único estreno de la noche: “Vente Pa´ Cá”, la canción que Ricky Martin dio a conocer hace pocas semanas y que, en el videoclip original, interpreta junto a otro de gran presente que también volverá este año a Rosario: Maluma (9 de diciembre en Metropolitano). En ese terreno que propone una mixtura de pop y reggaeton en castellano con electrónica, baladas y mucho pop latino, Martín se permitió viajar al pasado con “María”, “La Bomba”, “Por arriba” para concluir con “Pégate un poco más”, entre otros.
La energía, potencia, despliegue visual y tecnológico, sumado a la imponente puesta en escena, disminuyó algunos puntos flacos de un Martin al que, por momentos, se lo notó cansado y con algunos desparejos en la voz, no muy visibles gracias al aporte de la notable formación en la que se apoyó.
“Mucha fuerza, paz, amor”, fueron las últimas palabras antes de descender del escenario. Pero rápidamente volvió para interpretar “La Mordidita”, ese fresco bailable con el que se despidió de los rosarinos.
Parece difícil acostumbrarse a la idea de ver a Rosario como una tercera plaza para shows internacionales que llegan a la Argentina pero en eso parece estar queriendo transformarse gracias a la inversión de un puñado de productores locales que parece, así se ve, apostar a eso. Mientras todavía se comentaba qué había dejado la visita de los Guns a la ciudad, un día después se presentó Ricky Martin, otro de los grandes números que llegaron para hacer internacional la cartelera local de los últimos días.
