La ceremonia de clausura, una auténtica fiesta coreográfica y audiovisual, le puso esta noche fin a los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, en una noche tormentosa que no impidió que el estadio Maracaná estuviera a pleno.
El temporal de lluvia y viento que castigó a la ciudad carioca, y que inclusive produjo la caída de una estructura metálica cercana al Maracaná horas antes de la ceremonia de clausura, se asoció simbólicamente al nombre con el que los organizadores denominaron la fiesta de cierre: «lavar el alma».
Un reloj proyectado sobre el centro del estadio inició la cuenta regresiva del comienzo, a lo que siguieron imágenes evocativas de la historia de Brasil y de sus bellezas naturales, todo en el marco de una coreografía multicolor que incluyó centenares de bailarines y el lanzamiento de fuegos artificiales.
Martinho da Vila le puso ritmo de música a la inclemente noche curiosa con su «Universo Carinhoso» y luego fue el turno de las formalidades con el saludo del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach, la entonación del himno nacional brasileño y el izamiento de las banderas olímpica y del país organizador.
A continuación ingresaron al estadio los atletas que portaban las banderas de las 207 delegaciones participantes, entre ellas la de Argentina enarbolada por la medallista de oro Paula Pareto. Inmediatamente las representaciones de cada país desfilaron y formaron un anillo alrededor de los abanderados.
En la columna argentina se destacó nítida la figura del velista Santiago Lange, otro medallista dorado de Río 2016 junto con Cecilia Carranza Sarioli.
Esta saludable costumbre del encuentro fraternal de los atletas al final de los Juegos cumplió en Río 60 años, ya que se puso en práctica por primera vez en Melbourne 1956, a instancias de un joven estudiante, John Wing, quien lo propuso por carta al comité organizador.
El show de luces, música y color, bien a la brasileña con cantantes y danzas locales, siguió a todo ritmo acompañado por un público entusiasta que desafió la tormenta y que produjo un pico de emoción cuando fuegos artificiales formaron la palabra Río 2016.
La cantante local Julia Michaels con su tema «Carry Me», acompañada por el reconocido DJ noruego Kygo mantuvo el intenso ritmo musical, para dar paso a un multitudinaro grupo de danza que formaba figuras y palabras, proyectadas en pantalla por el canal olímpico.
Pasada largamente la hora de despliegue musical y visual se vivió el primer momento de nostalgia con la entonación del poema Saudade, de Arnaldo Antunes, en alusión a que por primera vez en un Juego existió un espacio de recordación, que los organizadores denominaron de luto, dentro de la Villa Olímpica.
La ceremonia también sirvió para darle un marco espectacular a la coronación del podio del maratón, integrado por el kenyata Eliud Kipchoge (oro), el etíope Feyisa Lilesa (plata) y el estadounidense Galen Rupp (bronce), y para presentar a los nuevos integranes del COI en representación de los atletas, entre los que se encontraba la rusa Yelena Isinbayeva, largamente aplaudida.
Los voluntarios, sin dudas una de las almas de estos Juegos, tuvieron su reconocimiento y fueron ovacionados por el público, en tanto el cantautor Lenine interpretaba uno de sus temas favoritos.
El himno nacional de Grecia (junto con el izamiento de su bandera) y el olímpico fueron el prólogo de la entrega de la bandera de los Juegos a la próxima sede, Tokio.
Fue entonces que sonó el himno nacional de Japón y un ‘Gracias’ proyectado en múltiples idiomas que ocupó todo el paso del Maracaná.
El primer ministro japonés Shinzó Abe mostró.entonces una pelota roja, simbolizando el círculo de ese color de la bandera de su país, y dio paso a la breve presentación de los próximos Juegos con un mensaje de esperanza: «Nos vemos en Tokio».
La formalidad se hizo presente otra vez en el Maracaná con los discursos del brasileño Carlos Nuzman, titular del Comité Olímpico de Brasil, y del presidente del COI, Thomas Bach.
La presencia de Nuzman hizo recordar que el presidente interino de Brasil, Michel Temer, no asistió como es habitual en este tipo de ceremonias, para no recibir los silbidos que lo tuvieron como blanco en la fiesta inaugural.
Un homenaje coreográfico al paisajista Roberto Burle Marx fue la antesala de la presentación delante de la pira olímpica de la cantante Mariane de Castro, tras lo que una lluvia artificial marcó el momento cumbre del apagado de la llama olímpica, instalada en una de las tribunas con un sol imaginario a sus espaldas.
Fue el momento de la despedida a puro sonido y color con la tradicional «Cidade Maravilhosa», el desfile de las escolas de samba, una sucesión de temas musicales típicamente brasileños.El momento de decirle adiós a Río de Janeiro por tanto afecto de su gente y darle la bienvenida a Tokio para que continúe por siempre el espíritu olímpico. Hasta el 2020.