Por Candela Ramírez
Rita Colli es secretaria general del Sindicato de Amas de Casa de la República de Argentina (Sacra), institución pionera que desde los ochenta pelea por reconocer el trabajo doméstico de cientos de mujeres en el país.
Desde su creación el 12 de marzo de 1983 y, tal como publicó este medio, en los primeros tres años superó las 500 mil afiliadas en todo el país. “Después vino la obra social, con 120 mil personas. En 2005 accedieron a la jubilación a través de la moratoria previsional que permitió a miles de amas de casa entrar en pensión sin aportes”.
En diálogo con El Ciudadano Colli describió el presente de la institución, las deudas pendientes y los mayores logros que conquistaron en estos cuarenta años de trabajo.
—¿Qué representa el gobierno de Javier Milei para el conjunto de los trabajadores?
—Representa la página más oscura en materia de derechos y calidad de vida. Significa sacarnos la posibilidad de un futuro, destruyen la familia, desorganizan totalmente la vida de los argentinos. Significa que vamos a perder derechos y que estamos perdiendo ingresos de forma directa y de manera brutal.
—¿Qué representa el gobierno de Maximiliano Pullaro para el conjunto de los trabajadores?
—En la misma sintonía o con quizás con los mismos parámetros y mismos postulados ideológicos desde donde el gobierno nacional se mete a destruir el Estado y a destruir directamente la economía de los trabajadores, el gobierno de la provincia de Santa Fe no le va en zaga.
Quizás con algunas sutilezas o unas pinceladas distintas, de fondo acá también estamos viviendo un avasallamiento de derechos. Y se pone en riesgo el futuro de los trabajadores a través de la caja de jubilaciones y del valor que las mismas tienen y por ende las condiciones de vida de los trabajadores tiene un caudal de angustia y amenaza muy grande.
Porque acá también se han despedido trabajadores, no sé si con la misma crueldad que el gobierno nacional pero sí con la misma constancia e insistencia.
Permanentemente asistimos a despidos, a situaciones de angustia y más concretamente de avasallamiento y atropellos directamente a lo que es la integridad física de los trabajadores. Hoy tenemos miedo. Hace tiempo que no pasaba, hoy tenemos miedo porque se meten en nuestras casas y encima crearon las herramientas legales para poder hacerlo.
Estamos viviendo un momento muy duro y de mucha crueldad, en la provincia con matices pero aporta lo suyo, con situaciones que son amenazantes también.
—¿Cuál es la situación hoy del Sindicato de Amas de Casa?
—Nuestro sindicato es de amas de casa, es decir, es de las mujeres. El Sacra es una construcción de género, se creó y surgió como síntesis de una conceptualización en relación al lugar que la mujer ocupa en la sociedad y a las condiciones de lo que antes llamábamos “la condición de la mujer” que es infinitamente desigual en oportunidades a los varones.
De bucear en todo esto surge como síntesis que el tiempo que ocupa el trabajo de cuidado doméstico, es decir el trabajo que es del umbral de la casa hacia dentro, reside ahí la causa de esa desigualdad de oportunidades. Por el tiempo que esto toma en la vida de las mujeres. Es una propuesta de género y tiende a que se visibilice y reconozca ese trabajo.
En relación a quiénes somos el sujeto de derecho de nuestra institución, la situación de las mujeres hoy y particularmente las que solo son amas de casa, es muy dura. Es tan dura como lo es para todo el pueblo argentino excepto los sectores que concentran la riqueza en nuestro país y que se llevan los privilegios y todos los recursos, como ha ocurrido históricamente solo que ahora con una crueldad. una virulencia y una intensidad no vista antes.
Esta crueldad se ha abatido sobre todo y se vive y se sufre sobre todo en los hogares, porque donde impactó fundamentalmente es hacia dentro de cada una de las casas. Quienes administramos la casa y quienes administramos la posibilidad de sustentar día a día un hogar y un proyecto de vida para quienes lo habitan somos mayoritariamente las mujeres.
Siempre se habla de la feminización de la pobreza justamente porque porque somos nosotros quienes nos ocupamos de llevar adelante las necesidades de todo ese grupo humano y en general de todas las personas inclusive muchas veces extendido hacia afuera del hogar porque somos las mujeres quienes, a veces, el centro de todas las actividades comunitarias y solidarias para subsistir. El cuadro que hoy se ve es muy difícil, muy duro y muy angustiante.
Quienes llegan a nuestra institución buscan un espacio donde sentirse mejor, donde compartir angustias, dolores, donde poder aportar algo y a su vez llevarse algo que les haga sentir mejor.
Ahora estamos en la fundación de una biblioteca, fruto de un convenio con la Biblioteca Nacional porque entendemos que hay que procurar espacios que obren no solo como espacios formativos sino como espacios de refugio para soportar estos momentos que estamos atravesando. La literatura, la lectura y sobre todo cuando es comunitaria son espacios sumamente valiosos para esto.
Lo que vemos es un deterioro muy grande de la condición de vida de los hogares, una pérdida no solo de derechos, sino una pérdida concreta de cuestiones materiales que dificultan, entristecen y complican muchísimo la vida de las personas todos los días.
—Argentina viene padeciendo diferentes crisis económicas a lo largo de su historia. Sacra ya tiene 40 años, ¿qué tiene de distinto la crisis actual?
—Primero, el componente de deshumanización, crueldad y angustia, que son parte constitutiva de la situación que estamos viviendo. En todas las crisis anteriores, la reacción fue la salida a la calle. Esta crisis también nos va a encontrar en la calle y a eso vamos porque entendemos que lo paramos todos o no se para.
Pero la diferencia es que un poco por la angustia, un poco por la desesperación y otro poco por toda la crueldad estás más quieta, porque fueron cortando los mecanismos por los cuales vos te podías movilizar o tenderías a juntarte. Hay una quietud muy grande pero porque a veces uno no tiene para el boleto del colectivo, no hay un sobrante de dinero como para decir «va la mamá a la actividad del sacra» o «va la abuela a no sé qué, va el chico a la marcha». No hay boleto para todos.
Y de la mano de esto va que no comiste, no desayunaste, que te fuiste a dormir sin tener el alimento que necesitabas. No quiero hablar de la macroeconomía, en cuanto a la soberanía y a todos los despojos que Argentina está sufriendo porque creo que es común a todos y no es una cosa que tenga que ver solo con las ama de casa. Nos atañe como patria.
Ni la dictadura militar se atrevió a tanto en materia de despojo económico, de apropiación y trasvasamiento de ingresos y de riqueza de sectores medios y bajos a sectores altísimos. Esa es otra diferencia que tiene este momento.
Quitar el alimento de la mesa, como hicieron ahora, con una inflación inventada que no existía al momento que este Gobierno asume… Porque lo primero que hace es duplicar o triplicar la inflación para generar un despojo: fue directamente robo de los sectores altos a los sectores bajos.
Esto tan brutal no lo vimos en otras crisis. La del 2001 nos encontró en la calle con las cacerolas, nos encontró reaccionando de otra manera. La crisis del 89, lo mismo, nos encontró en la calle y ya veníamos diciendo que no queríamos la caja pan, queríamos el salario para comprar nuestro pan. Eso decíamos como amas de casa, como mujeres que trabajamos sin un sueldo. Por lo tanto lo que yo veo en este momento es un ataque directamente a las personas.
Desde el Sacra percibimos un caudal de angustia, como si tuvieran partido realmente el centro de su vida desorganizado y como si fuera un títere al que le cortaron los hilos.
El papel que juegan los sindicatos es muy importante, el movimiento obrero tendría que estar a la punta junto con los estudiantes, que es la otra gran novedad. Tengo muchísima esperanza en que vuelva a darse esa unión virtuosa del pueblo trabajador y la universidad y los estudiantes, porque creo que son los sectores que hoy están siendo dinamitados.
Y ni que hablar los jubilados. Tenemos en nuestra institución muchas jubiladas por eso quizá te hablo como te hablo. porque tenemos más gente grande que gente joven.
—¿Cuántas personas afiliadas hay?
—Entre afiliados al centro de jubilados, a la propia asociación civil y a la obra social circulan alrededor de 2.500 personas. No todas juntas en el mismo momento.
Por ejemplo, el banco de medicamentos que lo tuvimos toda la vida y siempre estaba muy tupido y tenía un movimiento medio, hoy nos pasa que se vacía muy seguido. La reposición nos cuesta. Es un área muy activa en nuestro sindicato porque es muy demandado y hoy más que nunca.
—¿Cuál fue la mayor conquista que tuvieron desde su creación?
—Sin duda, la construcción de la obra social. Inició sus actividades en enero del 2001. Es muy emblemático porque eso habla de que a nosotros no nos ha parado nada. En 40 años, o sobre todo en las primeras dos décadas, no nos paraban, no existe el no en el Sacra.
Nos presentamos ante el Estado ocho años antes de que iniciáramos actividades.
Definimos al definir el trabajo de las amas de casa como trabajo socialmente necesario, económicamente productivo porque genera que se pueda producir, una vez que está hecho ese trabajo se puede salir a producir si no, no. Entonces genera riqueza, lo cuantificó Mercedes D’ Alessandro cuando estuvo a cargo de la dirección de igualdad del Ministerio de Economía: hicieron un trabajo extraordinario cuantificando ese valor en relación al producto bruto interno en épocas normales y en época de pandemia. En época de pandemia trepó a 6 o 7 puntos más, con lo cual para nosotras la construcción de la obra social tuvo que ver con definir como trabajo todo esto.
Y si nosotras somos trabajadoras tenemos que tener salarios, jubilación, obra social y sindicato que es el ámbito donde los trabajadores pelean por sus derechos y mejoran sus condiciones laborales.
Por eso esta asociación civil se llamó desde el principio sindicato: es aspiracional el nombre porque personería gremial no tenemos pero sí logramos tener una personería social en esta lucha de construir normativa que permita aportar herramientas al Estado para poder meternos en sus intersticios para ir metiendo un sujeto como la mujer ama de casa que no tiene ni salario ni patrón o empleador.
A lo largo de ocho años buscamos los resquicios, logramos la creación en el Ministerio de Trabajo del Registro de Asociaciones de Amas de Casa, se creó la figura de la Personería social que te da derecho a actuar en el ámbito de la CGT con voz pero sin voto. Y eso da la posibilidad de trabajar en el esquema de la seguridad social tanto previsional como en materia de salud. Y ahí pudimos armar la obra social
—¿Quién es su interlocutor?
—Nosotros todavía no tenemos salario, por lo tanto no tenemos interlocutor: no hay salario, no hay interlocutor.
Tomando el destino último y beneficiario del trabajo de todas las mujeres obviamente que es el Estado. Por otro lado, necesitamos un Estado creativo que piense alternativas vinculadas a la producción del país. Porque si quien posibilita que esa producción sea posible no es un Estado que de repente diga “bueno listo, chau, decreto tal cosa”. No, ha que mirar, establecer proporciones, ver quiénes son solo amas de casa y no tienen nadie que les ayude a sostener. Porque no es lo mismo la que es solo ama de casa y vive en una determinada condición económica y social que la que vive en otra condición…
—Pero no se autoperciben con el mismo nombre
—Que no te quepa la menor duda de que no se perciben con el mismo nombre. Pero hay niveles por donde se puede empezar a reconocer ese trabajo.
Alberto Fernández, que tanto tenemos para decir de ese gobierno en términos negativos y también positivos, hizo algo que nosotras vimos en términos positivos: estableció una medida que, por primera vez, genera una norma que establece dinero a cambio de tareas del cuidado para cada mujer. Se reconocen aportes por tareas de cuidado. ¿Con qué variable se mide? Hijos nacidos vivos. Entonces, tantos hijos nacidos vivos tuviste, tantos años de aportes tenés.
Eso fue espectacular porque ayudó a muchas mujeres. De hecho, conceptualmente es bastante más ajustado que la famosa pensión por siete hijos o vejez. Nos pareció fantástica esa medida porque es bien concreta y reconoce un derecho en términos económicos.
—¿Quiénes pueden formar parte del sindicato?
—Está abierto a todas las mujeres a partir de los 18 años, cualquier mujer se puede afiliar. Inclusive adoptamos, a nivel de la Obra Social y en nuestra provincia, la palabra persona y no la palabra mujer.
A partir de la Ley de Identidad de Género, hicimos una modificación al estatuto y pusimos personas para ser un poco más inclusivas y permitir inclusive en la organización que se afilien hombres también.
Para todo lo que tiene que ver con la seguridad social ya entran las generales de la ley, si ya tienen aportes, todo eso ya es distinto, pero para la Asociación Civil nuestra, todo el mundo es bienvenido.
Es una asociación civil a la que vos adherís por condición de ama de casa y porque querés, nadie te obliga.
En función de esa definición de trabajadora de las mujeres planteamos siempre las cuatro banderas que mencioné: salario, jubilación, obra social y sindicato.
Al sindicato lo armamos de entrada, PARA las jubilaciones redactamos proyectos y salimos a luchar y para la obra social cuando nos sentimos un poquito más fuertes abrimos un expediente en el Instituto Nacional de Obra social y vamos a ver hasta dónde llegamos. Hubo que pelear ocho años para conseguir la obra social, nos dieron el registro que lleva maravillosamente la fecha 8 de octubre.
—¿Por qué maravillosamente?
—Porque nació Perón ese día. Lo cierto es que desde entonces la obra social es un derecho ejercido, por eso para mí es el logro más importante porque nuestra lucha, acción, trabajo y nuestras convicciones pudieron imponerse por sobre un sistema que decía que no.
Nos otorgaron un derecho que nos iguala al resto de los trabajadores.
—¿Qué falta?
—El salario, sin duda. Faltarán un montón de otras cosas, pero eso es la autonomía económica de las mujeres
—¿La normativa que mencionabas de Alberto Fernández va hacia eso?
—Ayuda a armar una historia previsional, ayuda a juntar años pero está bueno que te que te ayude en función de un reconocimiento a ese trabajo de cuidado. También te reconocen un año por cada dos biológicos que tengas por arriba de los 60 años en el caso de las mujeres.
La Seguridad Social dice que cuando una persona va cumpliendo años y todavía no se jubiló, cada dos años de vida te reconocen uno de aportes, pero eso es por una cosa mecánica, biológica. En cambio reconocerte por hijo nacido vivo, es reconocer tu tarea de cuidado.
El salario es una es una decisión bastante más profunda y tiene que ver con otro tipo de decisiones y no precisamente con un Estado como este que es negador de sí mismo, destructor de sí mismo y ,en última instancia, destructor de las personas. Sobre todo de quienes laburan en el Estado. Lo que están haciendo en este momento con los empleados del Estado es algo que tampoco se vio en las dictaduras. En los gobiernos hubo purgas, echados, hubo hijos acomodados y no acomodados, pero lo que están haciendo ahora es tortura directamente.
—¿Existe algún esquema de otro país que tengan como ejemplo?
—Hay algunas situaciones pero Argentina tiene una historia muy rica en materia de seguridad social y de derecho de las mujeres.
Por ejemplo, lo que era la famosa pensión 51/10 de la provincia de Santa Fe, que era con lo que los santafesinos pagaban a sus empleadas domésticos, en otros lugares no estaba. Acá se le dice pensión a la vejez pero en otras provincias no estaba. Hay muchas políticas destinadas a atender la situación vejez.
La Seguridad Social se basa en prestaciones que atienden contingencias como la muerte, la invalidez, las cosas de la vida que vos no podés bancar y si eso pasa tiene que venir el Estado a ayudarte porque eso dice la Constitución Nacional, la declaración de los derechos humanos y todo. Cuando la persona no se puede sostener a sí misma en esas contingencias, el Estado tiene que hacerlo. Lo mismo con los niños.
Pero hoy estamos atravesando un Estado que deja morir personas, enfermos, viejos. Y lo hace por acción y omisión.
La crueldad se mide, por ejemplo, porque en la quita de medicamentos quitaron a la aspirina, la morfina, el tramadol. Es decir, quitaron todo lo que es paliativo para que no te mueras del dolor, para que no la pases tan mal. Quitaron toda la línea de lo que mitiga el dolor. Eso es lo que estamos viviendo hoy y trasladado a las personas es angustia.
—El armado que hicieron fue pionero en el mundo, hubo distintas olas feministas desde entonces ¿en qué etapa están? ¿hay un acompañamiento social al Sacra?
—Me preguntabas si había otros esquemas, te digo que una asociación como el Sacra con los objetivos y postulados y con la carnadura política no partidaria sino por las reivindicaciones que conlleva, no hay. No conocemos ninguna así. Hay asociaciones de amas de casa pero están asociadas a la defensa del consumidor o alguna cuestión empresarial. Hemos visto en Italia, en Estados Unidos las Housewifes pero no tienen nada que ver con lo nuestro.
Hoy en día a lo mejor no hay un acompañamiento a la institución en el sentido del nombre propio, pero sí hay un acompañamiento y una toma por parte del feminismo de la política que nosotras sustentamos y por la que nacimos.
Y en el resto de la sociedad… Ahora es muy difícil que te pregunten «¿usted trabaja o es ama de casa?» como se decía antes en los censos. Ahora es difícil que alguien te diga “vos estás todo el día en tu casa y no hacés nada”, porque ahora hay bases científicas.
Nuestro mayor aporte fue dotar al concepto ama de casa un significado profundo y productivo en términos económicos. Revalorizar y reconocer socialmente la tarea.
Antes se decía ama de casa con un sentido displicente, como que vos eras alguien que era lo menos preparado en la sociedad, lo menos considerado, lo más prescindente de alguna manera.
En cambio hoy desde la Justicia y desde distintos ámbitos, inclusive el propio periodismo, ya no es así. Ya tiene otro carácter, la Justicia le pone valor económico a la hora de fallar. Hemos ido dando pasos agigantados en ese sentido, entonces para nosotros ese ha sido quizá el mayor logro en sentido profundo y menos tangible,.
La obra social sí es algo tangible y es un derecho ejercido. Pero lo otro es el logro desde el punto de vista ideológico y de la batalla que nosotras llevamos adelante o desde donde tomamos la lucha por los derechos de las mujeres.
Nosotros arrancamos en la dictadura como coletazo de la segunda ola feminista que fue cuando en el 75 se declara el Año Internacional de la Mujer. Nos quedamos discutiendo adentro porque no se podía discutir afuera y fueron surgiendo asociaciones de mujeres para debatir la condición, los derechos y la liberación de la mujer como se decía antes.
Al analizar por qué estaba esa desigualdad de oportunidades maduró en una síntesis que se llamó sindicato de amas de casa. Ya no había que armar asociaciones por los derechos de la mujer o por la integración y actualización de la mujer. Dejamos de tener esas asociaciones en todas las provincias y pasamos a crear esta gran asociación civil que es el sindicato de amas de casa.