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Rita, la Salvaje: un ícono de la cultura popular que sigue intacto en anécdotas de arriba y abajo del escenario

El productor Vichy Santana , quien era parte de su familia; su amigo Oscar Trivisogno y la concejala Norma López la recordaron desde el afecto, el respeto y el reconocimiento por la trayectoria de una mujer que supo rebelarse en el ambiente nocturno, bohemio y prostibular de la histórica Pichincha

Rita, la Salvaje fue el nombre artístico de Juana González Ligresti. Fue una mujer que revolucionó con sus espectáculos cómicos-musicales los teatros y whiskerías de Pichincha. Nacida el 15 de junio de 1927 en la isla Maciel de Avellaneda se emancipó a los 16 años de una vida difícil y se instaló en la zona prostibular de Rosario. Fue una de las primeras mujeres que se atrevió a incluir desnudos en sus bailes rabiosos mientras animaba con su lengua filosa.

Foto: Juan José García.

Entre 1950 y 1982 llevó sus espectáculos por más de 20 países de Latinoamérica y pudo quedarse donde quisiera pero siempre volvió a la ciudad; a esa Rosario donde alcanzó la fama, el amor, se sintió admirada y mimada como también la dejó sin nada al disiparse la fama.

Como pasó con muchas figuras populares, un puñado de amigos incondicionales fueron los que la acompañaron hasta su muerte a los 88 años y el viernes 14 de junio, un día antes de la conmemoración de su natalicio, la recordaron en la inauguración de su mausoleo en el Paseo de las Memorias del cementerio El Salvador.

En este homenaje estuvieron presentes muchos artistas, amigos, conocidos, referentes de la Asociación de Mujeres Meretrices (Ammar) y funcionarios que trabajaron para que Rita, la Salvaje sea recordada como una parte fundamental de la cultura popular rosarina.

Foto: Juan José García.

El productor Ricardo Vichy Santana se emocionó cuando tuvo que decir unas palabras y la definió, por el último tiempo que compartió con ella, como “una tía, una madre”, a quien le pasaba factura su edad. La concejal y periodista Norma López eligió contar una anécdota sobre las formas y el trato que tenía Rita la Salvaje. Oscar Trivigsono no habló ante el público pero igual estuvo, como en su entierro el 7 de mayo de 2016, y se quebró al definirla como su “Ángel de la Noche” para resumir sus 54 años de amistad. Cada uno con sus recuerdos de diferentes épocas de la vida de la artista la trajeron al presente, renovando la admiración de muchos y seguramente despertando la curiosidad de quiénes no la conocían.  

“Fue mi Ángel de la Noche” 

“Era muy avanzada para la época”, fue lo primero que dijo Oscar Trivisogno, quien se presentó como su amigo por 54 años. 

Oscar «Sakran» Trivisogno. Captura video: Juan José García.

Oscar contó que en sus épocas de plena noche, una persona le puso de apodo Sakran, que en árabe quiere decir borracho, pero el mote no le molesta, le divierte. A Rita la Salvaje la conoció por ese tiempo, ya consagrada. Ella con 34 y él con apenas 17. 

“Nací en un conventillo y de casualidad una mujer le dijo a mi mamá que trabajaba en un bar de noche. Fui de lavacopas, pero no era un bar, era un cabaret”, explicó, para agregar que después pasó a ser mozo en la semana y los fines de semana era locutor. Trabajó en el Teatro Casino, el Cortijo, en La Bóveda y en el salón Rendez Vous. 

Y en el Cortijo finalmente la conoció. “El gerente me preguntó si me animaba a presentar a Rita, la Salvaje porque la locutora se había ido. Yo estaba estudiando técnico en motores pero acepté. Me tuve que tomar un whisky grande porque había 70 mesas llenas de gente mirándome. De ahí nos hicimos amigos, fue como mi ángel de la noche porque era un pibe y me apañó. Dio la casualidad que los dos habíamos salido del bajo”, recordó.

La inauguración del mausoleo de Rita, la Salvaje en el Paseo de las Memorias conmovió a Oscar al punto de volver a las anécdotas de esos inicios, de las cenas en el Hotel Pelayo, de sus recorridas por las whiskerías con sus respectivas borracheras. De las bromas incómodas que le hacía Rita. 

Foto: Juan José García.

“Sabés qué lindo cuando íbamos a comer juntos”, dijo y siguió hablando de cómo trabajaban. “A ella le gustaba el whisky. Cuando le daba algún trago de dama, se enojaba. Le decía que me disculpara, que seguramente me debía haber equivocado. En el trabajo yo la trataba de señora. Tampoco le podías decir nada que a ella no le gustara cuando estaba actuando porque te hacía pasar más calor”, explicó con expresiones que le devolvieron la inocencia de aquella época, a pesar de sus 80 años. 

También describió los dos famosos sketches de Rita: “El Ventilador” y “El Caramelito”. En el primero, Rita, la Salvaje se ponía en los pezones unas tiritas con los colores de Newell´s y Rosario Central, las hacía dar vueltas y las que paraban primero, indicaban cuál era el equipo perdedor. “Siempre ganaba Central”, confesó con una sonrisa. 

En “El Caramelito” entraba toda la agudeza y picardía de ella. “A veces nadie se animaba a subirse para sacar el caramelito porque los hacía poner de rodillas, con las manos atrás y tenían que sacarlo con la boca”, explicó Oscar y se paró para detallar que ella sólo tenía un vestido de argollas y la última, donde iba enganchado el caramelo que lo tenían que recuperar con la lengua, la tenía frente a su pelvis. 

“Cuando lo sacabas, empezaba a hacer bromas. Era rápida y algunas a veces lo consideraban un poco agresivo. Era muy chistosa”, siguió. 

Oscar repitió que Rita significa mucho para él, que le gustaría invitar a la gente del mundo para que visiten el mausoleo y se acerquen a su historia. “Son muchos los sentimientos que tengo por ella, me dejó un montón de cosas, son 54 años de amistad”, y no terminó la oración porque le ganó el llanto.  

“Mientras esté vivo, nunca va a morir porque conmigo también va ella y por eso voy a hacer que la gente la recuerde”, dijo Oscar, quien se definió como un amante de la libertad, de la amistad y de la noche de la bohemia que había antes, “como ella”. 

“Una tía, una madre” para sus incondicionales  

En el mausoleo hay una caja de cristal con un zapato rojo acompañado de dos botellas de perfume con un par de piernas cada uno que apuntan al cielo, una obra creada por la artista visual Cecilia Núñez, quien expresó que quería reflejar la personalidad rebelde, empoderada e imponente de Rita, la Salvaje, la de las piernas turgentes como le gustaba presumir a ella.

Rita, la Salvaje, y su mausoleo homenaje en el Paseo de la Memorias. Foto: Juan José García.

El productor Roberto Vichy Santana y su esposa, la cantante María Elena Sosa, fueron los que se encargaron junto al compositor y ex secretario de Cultura, Enrique Llopis de asegurarse que Rita, la Salvaje tuviera un lugar para vivir de la forma más digna luego de que se retirara en 1982. 

Por esos años estuvo internada en una institución de salud mental, hasta que Quique Llopis empezó a llamarlos para “sacarla”. Llopis la conocía desde hacía décadas cuando ella amenazó con irse del Rendez Vous porque no lo dejaban tocar junto a José María Nievas. Ella tenía el show principal y logró que se quedaran. Llopis se aseguró de que estuviera bien y también le escribió la canción “Rita desnuda”. 

Vichy fue el encargado de dedicarle unas palabras en el marco de la inauguración del mausoleo y decidió repasar los años que le siguieron a su retiro, que no fueron fáciles y que necesitó de la ayuda de muchos para poder tener una vida digna como merecía. 

Tuvo que hacer pausas y aclarar la voz desde el principio. “No va a ser fácil esto”, empezó para luego agradecer a todas las personas que no se olvidaron de ella. 

“Estaba internada en un instituto de Godoy y Provincias Unidas y la llevamos a la editorial de Catamarca e Italia. Estaba Quique Llopis al frente y era un encuentro permanente de intelectuales y escritores. Rita atendía el teléfono y nadie se imaginaba con quién estaban hablando. Después pasó por distintos lugares. Ella también estuvo unos quince años viviendo con mi hermana y atendía el negocio como si nada”, arrancó, para después contar algunas anécdotas que muestran que no había perdido su picardía ni sus berretines. 

Una fue cuando el periodista Oscar Bertone la fue a buscar con un camarógrafo a la pensión donde vivía en Pichincha. “Los vi en la puerta y me quedé lejos. Cuando se fueron, le pregunté: ¿Qué pasó? y me contestó que le habían ido a hacer una nota”. 

-¿Y?, siguió Vichy 

– Y le dije que mi mamá estaba internada en Oliveros. 

– ¿Cómo tu mamá?, retrucó el productor. 

– Y sí, no dicen que tuve una hija y que estoy loca. Bueno los mandé para Oliveros para que hablen con el doctor tal, fue la respuesta de Rita, la Salvaje

“Tenía esos momentos de lucidez”, explicó para recalcar que mucha gente colaboró con esa artista que ya se había convertido en “una tía, una mamá”, una familiar más que debían cuidar. 

El productor Roberto «Vichy» Santana la acompañó en sus últimos años. Foto: Juan José García.

De cuando vivió con su hermana en calle Pasco, Vichy dijo que le quedaron marcados los mates que cebaba. “Deben haber sido los mates más dulces que habré tomado en mi vida”, recordó. 

Otro de sus recuerdos fue cuando Gerardo Rosin mandó a una periodista para hacer una nota por un homenaje a Raúl Lavié para el programa Gracias por venir, gracias por estar. “Rita no sé por qué no quería a Lavié. No quiso hacer el reportaje y se hizo la sorda. Yo le decía a la productora que no escuchaba nada. Rita era así, tenía esas cosas”, siguió Vichy y sacó sonrisas entre los presentes.  

El productor no dejó de lado la carrera de esa artista ícono para la cultura popular rosarina. “Tengo el pasaporte. Si ustedes vieran las fechas, los sellos de los países que ha caminado Rita: Costa Rica, Panamá, Venezuela. En su cabecita cabían todos esos recuerdos”, explicó para definirla como “una mina rebelde, muy canallona, muy de Evita. En cada lado que iba armaba un lugar con fotos de Evita sola o con el general. Era su defensora”. 

También habló del 7 de mayo de 2016 cuando Rita, la Salvaje se convirtió en leyenda. “El perfil de ella era el de la tía querida y cuando se nos fue, nosotros pasábamos un mal momento económico. Estábamos en plena mudanza y me avisó mi hermana. Llamé a un amigo, por el periodista Claudio Berón, y me dijo: «Dejá que me encargo». Acompañó a mi hermana a hacer todos los trámites”, recordó Vichy para señalar que en el último adiós fueron muy pocas personas: su hermana, él, su esposa María Elena, Oscar, Claudio Berón y Norma López. 

Adiós a Rita, leyenda de Rosario

Como Vichy, Oscar también reparó en las pocas personas que estuvieron en el entierro y reconoció el compromiso de Berón por ayudarla. 

“El hombre de la cochería cuando se enteró que era Rita, la Salvaje no quiso que la llevaran la traffic blanca de la municipalidad, le hizo un servicio de lujo”, dijo Vichy sollozando y apenas se recobró agradeció “a todos los que hicieron en vida cosas por la loca, por la salvaje”. 

“Recuperarla para la historia” 

La concejala Norma López siempre estuvo al tanto de Rita, la Salvaje: primero como periodista con esa fascinación que a veces se tiene y que hace contenerse porque se respeta mucho el deseo de alguien a quien se admira.

Segundo, cuando con sus colegas María Alejandra Gómez Sáenz y Eduardo Toniolli, hoy diputado nacional, llevaron adelante el proyecto de decreto para hacer este homenaje. 

Con un homenaje a Rita, la Salvaje se inauguró el Paseo de las Memorias en El Salvador

De esa primera etapa contó algo que define a Rita, la Salvaje, más allá del personaje. Explicó que la conoció cuando ejercía como periodista. Que la veía por la editorial de Llopis donde le habían habilitado un lugar para poder mejorar la vida que venía llevando. 

La concejala Norma López y el diputado nacional Eduardo Toniolli. Foto: Juan José García.

“Nunca quiso dar notas. Nosotros nos enteramos que iba a la panadería La Catalana, de Entre Ríos y San Luis. Entonces íbamos a comprar facturas con el móvil a la hora que iba ella para encontrarla. Siempre nos saludaba. Era tan generosa, humilde y educada. Nunca se enganchaba con nadie, cuando alguien la reconocía con una mirada estigmatizante, directamente le hacía su mejor sonrisa y no dudaba de nada”, contó la concejala.

Y concluyó que en todo este tiempo trabajaron para poder recuperarla para la historia de esta ciudad: “Una bailarina que hizo del baile erótico un ícono de la Rosario cabaretera, prostibularia, un exponente de nuestra cultura que se reflejó en Latinoamérica”. 

La trayectoria artística de Rita, la Salvaje es tan vasta como su historia de vida fuera de los escenarios. De hecho, se  podrían contar miles de experiencias que le tocó atravesar en sus 88 años, pero éstas fueron las palabras que eligieron estas tres personas, que la conocieron en distintos ámbitos, épocas y circunstancias, para recordarla en la inauguración de su mausoleo homenaje: la primera posta para el recorrido del Paseo de la Memorias del cementerio El Salvador, de avenida Francia al 1900.

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