La Conmebol definió, luego de un largo debate, que Lima sea la nueva sede de la final única de la Copa Libertadores entre River -defensor del título- y Flamengo de Brasil, en reemplazo de Santiago de Chile, afectada por una severa crisis sociopolítica. Así el Millo evita el karma de la capital trasandina, donde en 1966 una derrota contra Peñarol derivó en el apodo de «Gallina», que por tantos años fue un estigma para sus hinchas.
El ente sudamericano confirmó, vía comunicado, que la capital peruana albergará la definición del máximo certamen continental el sábado 23 de noviembre desde las 17.30 hora local (19.30 de la Argentina).
Pese a que no dio precisiones sobre el estadio, el titular de la Federación Peruana de Fútbol, Agustín Lozano, aseguró a Fox Sports que se disputará en el estadio Monumental de Universitario.
«Nuevas circunstancias de fuerza mayor y orden público, analizadas y evaluadas con prudencia, considerando la seguridad de los jugadores, del público y de las delegaciones, motivaron la decisión de llevar la final de la Copa Libertadores 2019 a Lima, Perú, y mantener la fecha del 23 de noviembre», apunta el comunicado de Conmebol.
Según Conmebol, la elección de la ciudad se apoyó «en el ofrecimiento del gobierno del Perú y en las garantías de seguridad que ha dado».
La decisión fue consensuada con los presidentes de River y Flamengo, Rodolfo D’Onofrio y Rodolfo Landim, respecivamente, junto con las asociaciones de Argentina (con Claudio Tapia, que llegó en muletas a Paraguay tras ser operado de la rótula de la rodilla derecha), Brasil y Chile.
Conmebol agradeció al gobierno chileno, que hasta último momento intentó retener la plaza a pesar de la crisis social y política por la que atraviesa el país, por la «activa colaboración» en la final única de la Copa Libertadores, y le deseó «paz y buena voluntad».
La negociación comenzó a las 14.30 en las oficinas de la Conmebol en Luque, Paraguay, con la decisión terminante de suprimir a Chile como sede, e incluyó un cuarto intermedio después de cinco horas.
Durante ese período se barajaron distintas ciudades como posibles receptoras para organizar la final única de Copa Libertadores. Por momentos se vivieron instantes de confusión con informaciones de distinta índole desde Argentina, Paraguay y Colombia.
Asunción, con «La Nueva Olla», de Cerro Porteño, surgió como primera alternativa.
Ese estadio recibirá el próximo sábado a Colón, de Santa Fe, e Independiente del Valle, de Ecuador, por la final de la Copa Sudamericana, y se perfilaba como máximo candidato.
Con el correr de las horas, Medellín tomó fuerza a través del estadio Atansasio Girardot, pero finalmente Lima se impuso porque completó los requisitos de seguridad, traslado, capacidad hotelera y accesibilidad, con la aprobación de los representantes de River y Flamengo.
El club de Núñez postuló en un primer momento al Centenario de Uruguay y alejó la opción de Asunción por las altas temperaturas.
Por su parte, Flamengo rechazó de plano la plaza uruguaya porque en abril pasado hubo incidentes con hinchas de Peñarol, en Río de Janeiro, y aceptó a Lima.
A diferencia del estadio Nacional de Chile, con un aforo para 48.665 personas, el Monumental tiene mayor capacidad (80.000). Este punto abre un interrogante en cuanto a la cantidad de entradas destinadas para cada club, teniendo en cuenta que para Chile se destinaron 12.500 para cada uno.
En cuanto al estadio Nacional, de Lima, la otra sede probable, su aforo es de 50 mil espectadores y para ese sábado 23 está programada la realización en sus instalaciones de un festival de salsa. Curiosamente, había sido designado como primera sede para la final de la Sudamericana y fue bajado por algunas deficiencias estructurales.
Otro inconveniente está planteado con aquellos que compraron tickets con anticipación, con destino a Santiago, pero está estipulado que quienes no puedan asistir a Lima recibirán el desembolso correspondiente.
La elección de Lima en desmedro de Santiago tiene un dato extra para River: tanto en 1966 como diez años después la capital chilena fue escenario de derrota para el Millo. En el 66, al caer frente a Peñarol en la final por 4-2, tras ir dos goles arriba, y en el 76 tras ser derrotado por Cruzeiro 3-2.