José Luis Bedoya, de 68 años, conocido desde hace más de dos décadas como el Rey del Oro, apretó fuerte contra su estómago la pequeña réplica de oro de la Biblia –que tiene tallada en su interior parte del Salmo 23: El Señor es mi pastor, nada me faltará– mientras anteanoche dos enfurecidos ladrones armados lo amenazaron y le pidieron que entregara el dinero y las joyas que tenía en su casa, ubicada en inmediaciones de Vera Mujica y Jujuy, donde también funciona su exclusivo salón de fiestas La Mansión del Rey. Le gatillaron dos veces: el primer tiro no salió, mientras que el otro disparo, que según contó iba dirigido a su cuerpo, no supo en qué circunstancias, se desvió hacia el techo y sólo le raspó la mano derecha. Para él no fue impericia del asaltante sino que fue gracias a que Dios “lo protegió”. En poco menos de 15 minutos, los ladrones se fueron de la casa con un botín compuesto por 380 mil dólares, alrededor de 15 mil pesos y dos kilos y medio en joyas de oro, sostuvo el hombre en diálogo con El Ciudadano. Para el empresario el atraco no fue al voleo, y si bien no quiso dar demasiadas precisiones sobre sus sospechas, en varias oportunidades comentó que se sentía perseguido desde hacía varios días y traicionado por una dama.
“Las empleadas terminaron su trabajo a las 21.30 y salieron a la puerta a esperar el remís que habían pedido. Como se demoraba, ingresaron y llamaron otra vez por teléfono a la agencia. Me quedé en la puerta y apareció un muchacho de unos 25 o 30 años”, comenzó diciendo José Luis.
“Me dijo que venía de parte de una muy conocida mía, una persona íntima mía, para ver si le podía dar trabajo. Yo le dije que no tenía nada para ofrecerle, que no tenía trabajo para él”, agregó el llamado Rey del Oro.
“Ahí vi como que el joven dudó. Hizo unos pasos para atrás y sacó el arma. Estaba muy asustado, como temeroso. No estiraba el brazo. Parece como que no se animaba a robarme. Después tomó coraje, me apuntó al pecho con una pistola 9 milímetros y me exigió que entrara a la cocina. Ahí nos alcanzó su cómplice, también joven. Mientras caminábamos por el pasillo para llegar a la sala de la cocina, me saqué la cadena de oro que tenía con una medalla en forma de Biblia y la deslicé por la camisa. Es lo único que no me llevaron. La abrís y tiene escrito el Salmo 23”, describió el anfitrión sentado en un amplio sillón ubicado en el living de su vivienda.
“Las chicas (por las empleadas) estaban al lado del teléfono cuando nos vieron entrar y se largaron a llorar. A mí me tiraron boca abajo. El que me pidió trabajo puso el arma a la altura de mi cabeza y gatilló. La bala no salió”, contó el hombre, mientras hacía una pausa como si un deja vu lo llevara nuevamente a esa traumática experiencia.
“Tené cuidado porque tu amiga nos contó todo. Así que no te hagas el vivo”, repetía ayer el empresario a este diario, como si la consigna le hubiera quedado grabada a fuego.
“Subimos al dormitorio principal, que queda en el segundo piso, donde me ordenaron que me acostara boca abajo en la cama. Sabían dónde estaban los dólares y las joyas. Otra vez me apuntaron al cuerpo y dispararon. El tiro salió desviado: quedó en el techo pero las esquirlas me lastimaron la mano derecha. Dios me protegió”, aseguró la víctima.
“Lo que buscaban eran los 380 mil dólares que tenía, algo de efectivo que no llega a 15 mil pesos y las joyas que había en mi casa; el peso total no lo sé pero serán dos kilos y medio. Los tenía en mi casa porque me dedico a la compra y venta de oro al por mayor y era el remanente de unas ventas. El monto de esas alhajas no te lo puedo especificar porque no eran lingotes de oro 18 quilates, que vale alrededor de 120 pesos el gramo. Eran joyas, lo que hace que su valor se sextuplique”, agregó.
El empresario advirtió también que hace casi dos meses que no duerme bien debido a los constantes llamados telefónicos con amenazas que recibe de parte de una misma persona, al juzgar por el tono de voz. “Además de los llamados, hace ocho días que me siguen”, denunció el Rey del Oro.
Según Bedoya, todo el atraco duró “unos quince minutos” y los dos hombres armados y a cara descubierta que lo asaltaron escaparon en un auto, que podría ser un Peugeot 206 color oscuro “que los esperaba en la esquina” de Vera Mujica y Brown, a media cuadra de su domicilio.
En tanto, voceros del caso señalaron, en medio de un gran hermetismo, que se analizan las pruebas recolectadas en la casa del empresario pero al cierre de edición no había detenidos.
A su vez, las fuentes remarcaron que a pesar del disparo que quedó marcado en el techo del dormitorio del hombre, no se recolectaron vainas de proyectiles de ningún calibre.
“La víctima tuvo que ser asistida en el lugar del hecho porque sufre de hipertensión y estaba muy mal por lo sucedido. Salvo una quemadura ocasionada por el roce de una bala en su mano derecha, no presenta otras heridas”, indicaron los pesquisas.
“Por el momento, no tenemos la cifra de dinero exacta como así tampoco la cantidad de joyas que se llevaron”, sostuvo anoche uno de los investigadores. El caso es investigado por el Juzgado de Instrucción en turno junto con la colaboración del personal de la comisaría 7ª, por razones de jurisdicción.