La noche del 17 de abril de 2019 Roberto López fue partícipe de la victoria ante Atlético Tostado que le dio a Sport Cañadense la permanencia en el Torneo Federal tras ganar el quinto duelo del playout. Con el correr de las horas, el rosarino decidió dejar de jugar. Había llegado agotado y con dolores en las rodillas, pero necesitaba cumplir con el objetivo para irse tranquilo.
Allá por enero, El Hincha contó que el pivot de 43 años (22 de octubre del 76) estaba entusiasmado con probar en la pretemporada de San Telmo de Funes tras la invitación del entrenador Walter Pedemonte, pero que su incorporación definitiva iba a depender de varios factores, sobre todo del aspecto físico. “Me gusta la idea, vivo en Funes y mis hijos juegan en el club, pero no voy a prometer nada”, dijo, cauteloso, el Pollo. “Pero viste como soy yo, no me gusta faltar ni fallarle a un equipo”, añadió y empezó a dejar claro que no era sólo una posibilidad.
Semana a semana el “Bebe”, como le pusieron en el mundo de la Liga, se fue probando que podía volver, aflojando rodillas, encontrando ritmo, y también sabiendo que el torneo a jugar es la B de la Rosarina, en la que su experiencia y oficio podía ser determinante más allá de no estar perfecto desde lo basquetbolístico.
Este jueves, un tuit inocente de San Telmo de Funes fue el disparador para la enésima consulta-charla con Roberto y esta vez lo dejó bastante más claro. “¿Así que pusieron algo? La verdad es que no les confirmé todavía ni a Walter ni a los chicos, pero voy a jugar. No tengo claro cuando voy a empezar y tampoco en cuántos partidos voy a estar, pero vamos a hacer los estudios médicos y la firma del pase”, contó el Pollo, quien surgió en Sportivo América, pasó por Central, se hizo un nombre en Newell’s y luego prosiguió una carrera importantísima en Gimnasia La Plata, Libertad de Sunchales y Regatas Corrientes (480 partidos en la Liga A) con múltiples éxitos colectivos e individuales.
Luego apostó a Central en el viejo TNA para cumplir su sueño canalla y de básquet rosarino (también tuvo un paso por Regatas) pero tras al fallido intento auriazul, fue Sport Cañadense el equipo que lo cobijó y en el que se hizo símbolo, a la altura de sus antecedentes de jugador de conjunto, gran profesional y enorme tipo. Tras TNA, Liga Provincial, Cañadense y Federal, decidió dejar. Hasta ahora.
“Creo que Roberto se perdió un solo entrenamiento en todo este tiempo. Está involucrado, lo veo muy bien, habla y enseña”, relata Pedemonte, quien ya palpitaba el desenlace positivo de la relación López-San Telmo.
“Estoy mejor de las rodillas, al principio me molestaban un poco, pero ahora me siento bien. No puedo asegurar en cuántos partidos voy a estar, pero es un buen grupo y un buen equipo”, resume el veterano, quien ya compartió entrenamientos con su hijo Lautaro, quien no siguió sus pasos en el puesto, ya que es perimetral: “Es base o escolta, le gusta tirar, no salió a mí. Estuvo en algunas prácticas con la primera porque es U17 de primer año, veremos si en algún partido podemos compartir plantel”.
“El más chico, Benjamín, es un loco del básquet, tiene 11 años y era bastante futbolero, pero le encanta el básquet ahora. No falta un día, es muy responsable”, analiza el Pollo al integrante de la mini de San Telmo.
Y sale al papá, que sabe que apenas comience a jugar le va a costar elegir partido, aunque tiene pensado cuidarse. “La semana pasada me golpeé la pierna y tuve un poco de miedo, pero no fue nada”, se confiesa y de paso consulta por el programa de juego y fecha de inicio. No hace falta presentación ni ruido, porque su carrera estuvo lejos de eso y tuvo mucho de lo otro, sacrificio, voz baja, trabajo duro y aporte colectivo. Es leyenda del básquet nacional, es indiscutiblemente de los jugadores rosarinos que más trascendió. Y estará otra vez en las canchas de acá. Habrá clínica de juego de pivot en cada partido de San Telmo en la B rosarina.