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Robó caballo del hipódromo y se fue cabalgando: lo detuvieron

Recorrió la pista, la parte trasera del club NOB y tomó por avenida Perón, donde fue arrestado por la Policía.

La vida de los caballos mestizos del Hipódromo del Parque Independencia está sumida en el anonimato. No tienen nombre, ni fotos en las paredes del predio; y, excepto por los cuidadores o algún empleado de lugar, nadie los reconoce. Viven lejos del glamour de las carreras, que tienen como protagonistas a los equinos pura sangre; cuando el público invade las gradas los apartan, lejos de la mirada de los apasionados apostadores. Sin embargo, anteayer a la noche un zaino colorado burló a su destino y se convirtió en titular de las noticias, luego de que un cuatrero lo sacara de su establo y lo llevara al galope por atravesando al menos dos avenidas. Su protagonismo duró poco, porque su ladrón fue detenido unos minutos después del secuestro; pero el zaino derrotó una maldición de generaciones y, ayer por la mañana, todos los medios hablaban de él.

En el Hipódromo hay dos estirpes de caballos. Están los niños mimados, que tienen nombres estrafalarios y cuidadores especiales que peinan sus crines con cepillos. Ellos son los populares del lugar; con personalidad fuerte y temperamental, que viven entre algodones para que su rendimiento en las pistas sea óptimo. Son propiedad de empresarios que se jactan de ser dueños de viriles pura sangre; caballos de músculos marcados y relinchar prepotente. Los apostadores que se acercan al predio suelen consultar a los empleados sobre la alimentación o la medicación que toman para mejorar su rendimiento. Son las vedettes y todos los asistentes a los eventos de equinos juegan parte de sus sueldos, convencidos de que el caballo que eligieron, de ojos negros saltones, es el que los llevará hacia la fortuna.

Pero para existan las estrellas, también tienen que haber anónimos, desconocidos que hacen el trabajo duro, el que nadie reconoce y parecen condenados a una vida en las sombras. Este segundo grupo lo forman los caballos mestizos, hijos de padres sin papeles que son utilizados para las tareas diarias, como auxiliares de las megas estrellas del hipódromo. Equinos que pueden ser montados por cualquier novato y que los empleados usan para controlar a los rebeldes pura Sangre. Sólo los conocen los cuidadores. Pero en el predio del Parque de la Independencia hay un Zaino colorado que tiene una estrella, una pequeña mancha blanca en la frente, un presagio de su destino. Porque de la nada, en forma involuntaria, el Zaino rompió con su linaje y saltó a los titulares.

Anteanoche, un muchacho de 27 años se coló en el Hipódromo, rompió el candado de los establos donde se guardan los caballos anónimos y se llevó al zaino de la estrella blanca.

Juntos recorrieron el perímetro de la pista de carreras y se fueron por un hueco que había en el alambrado. Su jinete, a pelo, ayudado sólo por una soga que oficiaba de medio bozal, lo condujo por los terrenos que se ubican detrás del estadio de Newell’s Old Boys y luego cabalgaron a toda velocidad por avenida Presidente Perón, con dirección al oeste.

La fuga solo duró unos minutos, porque la huida del hipódromo fue divisada por uno de los empleados del lugar, que dio aviso a la Policía. En la esquina de la ex avenida Godoy y Avellaneda fueron detenidos por personal de Comando Radioeléctrico. Sin embargo, el destino del zaino de la estrella blanca ya había sido roto y ningún uniforme azul lo iba a impedir. El animal sería de la escuela de Jockey Aprendices del Hipódromo Independencia.

El ladrón y su corcel fueron trasladados a la comisaría 13ª de barrio Bella Vista. El animal volvió a su lugar de trabajo y el muchacho, que fue identificado como Jonatan Eduardo L., de 25 años, quedó preso, acusado de cuatrero.

Ayer a la mañana en el hipódromo todos hablaban del zaino de la estrella blanca, el caballo que se burló de su destino.

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