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Rocambole, imágenes de sello inconfundible

Ricardo Cohen, más conocido como Rocambole, dio detalles del libro en el que muestra parte de su carrera artística con textos de amigos. El autor estará presente el viernes a las 19, en el Teatro Vorterix.

Diseñador, dibujante, ilustrador, publicista; muchos son los motes que van con Ricardo Cohen, Mono para los amigos y Rocambole para el mundo. Se trata de un artista visual argentino que supo calar hondo en la cultura popular acompañando con su pluma el recorrido de la mítica banda Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Hoy, sus dibujos, dueños de un sello inconfundible, continúan flameando en banderas, impresos en remeras e inmortalizados en pieles con una misma vigencia, esa que se renueva con otras invenciones como es el caso del recientemente conocido logo del Cosquín Rock 2016. Dando un paseo por sus distintas facetas, abriendo viejos arcones, Cohen realizó una selección de sus trabajos para dar vida a Rocambole. Arte, diseño y contracultura, un libro que tendrá su presentación en Rosario mañana, a partir de las 19, en el Teatro Vorterix (Salta 3519), en una velada cuya pata musical estará a cargo de La Saga de Sayweke, la banda de Claudio Quartero, hijo de la Negra Poli, la manager de los Redondos (ver aparte).
Cohen, quien tomó su seudónimo de Las hazañas de Rocambole, del escritor francés Pierre Alexis Ponson du Terrail, siempre se mantuvo alejado de las grandes corporaciones, los prestigiosos museos y las grandes editoriales. Y hoy el libro que repasa su carrera no es la excepción, ya que fue editado a través del sistema de crowdfunding (por Panal de Ideas), a partir del aporte de sus fans.
Con mucha modestia, Rocambole habló con El Ciudadano, contó detalles del libro en el que sus imágenes dialogan con textos de “los tres migueles: el dibujante Miguel Rep, el periodista Miguel Grinberg y Miguel Cantilo. También están el músico Diego Boris, el periodista Oscar Jalil, que acaba de sacar un libro sobre Luca Prodan; hay poetas como Horacio Fiebelkorn, críticos de arte como Natalia Famiuchi, expertos en expresiones gráficas y procesos editoriales como Carlos Mammini”, enumeró.
—¿Cuál fue el disparador de “Rocambole. Arte, diseño y contracultura”?
—La idea de hacer un libro siempre rondó en la cabeza de todos los realizadores visuales que conozco, es una intención guardada en algún rincón; lo que pasa es que materialmente es difícil, a menos que alguna editorial se interese. Este caso es un libro independiente; se dio la posibilidad de hacerlo gracias a estos sistemas de financiamiento previo a través de internet. Unos amigos vinculados con las ediciones me pusieron contra las cuerdas; me dijeron: «Lo hacemos ahora o nunca». No me negué, así que estuvimos un año seleccionando imágenes, pensando el diseño.
—El crowdfunding es una nueva herramienta para la autogestión que siempre valoraste
—Es muy interesante porque hay muchas expresiones que de otra manera serían irrealizables. Hacer algo de modo independiente es sumamente atractivo porque si no uno tiene que caer, en el caso de los libros, en las grandes corporaciones editoriales, que ponen sus reglas y me consta que, como antes pasaba en la edición de los discos, le pasan al artista una cierta cantidad de gastos y no aparece ninguna ganancia para el autor. Y, cuando aparece, son márgenes muy pequeños.
—¿Cómo fue la selección de trabajos para el libro?
—Estuvimos destapando arcones donde guardaba algunos originales de la época en la que los pedían las imprentas; más tarde empezó todo lo digital. Hay desde historietas hasta logotipos, pasando por pintura de caballete, proyectos de serigrafía, bocetos; todos agrupados por género.
—¿En qué confluyen el arte, el diseño y la contracultura?
—El arte es de lo que estuve viviendo casi toda mi vida, tanto como docente, diseñador o publicista. Es algo que ha atravesado mi vida. El diseño es muy importante, creo que todo es diseño. Detrás de cada cosa hecha por el hombre hubo siempre alguien que lo pensó, lo proyectó y después se realizó. En cuanto a la contracultura, es el espacio en el que me he movido. Esas brechas que hay entre lo que los americanos llaman mainstream, que es parte de la cultura que es aceptada, la que tiene valor dentro de la sociedad; y existe esta otra que ellos llaman underground y nosotros contracultura que va paralela a la otra y que en general es la que nutre a la que está aceptada socialmente.
—¿Dónde está la contracultura hoy?
—Yo encuentro muchas expresiones vinculadas a la contracultura; podría hablar de los movimientos grafiteros, del arte callejero, las bandas musicales que aún no han accedido al público, donde aparecen situaciones más experimentales.
—¿Y cuáles serían los pro y los contra del arte digital?
—Con lo que es tecnológico nunca fui refractario, me parece que el progreso es imparable. Muchos grandes descubrimientos tecnológicos sirvieron de bisagra para la aparición de nuevas formas alrededor del arte. Podría hablar de cómo se modificó la lectura cuando apareció la imprenta o cómo la aparición de la fotografía produjo el arte moderno. Creo positivamente que en un futuro no tan lejano el videogame va a ser una forma de arte, que quizá la trasmisión de la cultura ya no se haga a través de un maestro con un pizarrón sino a través de un juego hecho para computadora. Por otro lado, casi todo avance tecnológico tiene siempre su contratara; si se avanza en la energía atómica para producir energía barata también se avanza en la fabricación de una bomba catastrófica. Sin llegar a esas exageraciones, creo que la computadora, como un objeto insoslayable, puede producir montones de anomalías sobre las que vale también reflexionar, como una adicción a ella.

Brechas del sistema

“Si me preguntaran cuál fue la contribución de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota…”, lanzó Rocambole para luego explicar: “Diría que no tiene tanto que ver con lo musical. Me parece que la construcción tuvo más que ver con la manera de hacer las cosas. Se demostró que se podía hacer música sin las condiciones que te proponía el sistema; hasta antes de Los Redondos y La Cofradía la única manera que un grupo musical de jóvenes podía llegar a ser conocido era teniendo una buena producción, firmando con un sello multinacional, apareciendo por televisión, dando abundantes notas. Muchos mitos que se pudieron, no digo destruir, pero sí por lo menos revisar. Se demostró que se podían hacer cosas en las brechas del sistema”.

La Saga de Sayweke

Tras la presentación del libro del viernes, la velada contará con un cierre musical a cargo de La Saga de Sayweke, banda integrada por Claudio Quartero en bajo y guitarra; Diego Munin en teclados y Leandro Sánchez, en batería. Liderada por Quartero, hijo de la Negra Poli (manager de Los Redondos), la agrupación comenzó su camino 1993 como un power trío bautizado en homenaje a Sayhueque, un cacique mapuche que fue torturado hasta la muerte luego de resistirse al avance salvaje de Julio Argentino Roca. Hasta el momento, llevan editados, entre otros, los discos La Saga de Sayhueque, Antes, Oropel y Tabú, el cuarto disco de la banda y una obra conceptual sobre sexo. Mañana sonará Primer hombre, su nuevo material.

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