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Roger Callois y el surrealismo

Escritor y sociólogo galo, férreo luchador antifascista y antiestalinista, residió en Francia y la Argentina, donde colaboró con artículos en Sur, la revista fundada por Victoria Ocampo en 1931. La condición humana fue el eje de su obra.

Roger Callois fue escritor de críticas literarias, ensayos sociológicos y novelas históricas.

Vinculado inicialmente al movimiento surrealista, cultivó también estudios de antropología filosófica y sociología de la cultura. Férreo luchador antifascista y anti stalinista residió en Francia y la Argentina donde colaboró con artículos en Sur, la revista fundada por Victoria Ocampo en 1931.

Callois es un pensador que desde sus escritos interpela a sus lectores abriendo interrogantes que nos llevan a reflexionar acerca de la condición humana, los mitos religiosos y políticos instituidos y las contradicciones sociales emergentes.

Breve biografía

Roger Caillois nació en Reims, Francia, el 3 de marzo de 1913. Llevó adelante sus estudios universitarios cursándolos en París. Según uno de sus biógrafos: “En el año 1927 traba amistad con los componentes del grupo literario Le Grand Jeu (entre otros, René Daumal y Roger Gilbert-Lecomte), a través de los cuales descubre la obra de Arthur Rimbaud, el Conde de Lautréamont y Saint-John Perse. En 1932 ingresa en el grupo surrealista, movimiento que considera el equivalente contemporáneo del romanticismo”.

A partir de 1933 estudia sociología de la religión con el eminente discípulo del sociólogo Emile Durkheim, Marcel Mauss, en la École Pratique des Hautes Études.

Allí también toma contacto con George Dumezil orientándose a las investigaciones sobre mitología comparada.

A partir de 1934 toma distancia de los surrealistas. Es en esa etapa en la que conoce al filósofo y epistemólogo Gastón Bachelard y al polifacético pensador Georges Bataille.

Junto a Bataille y Leiris, Callois es parte del grupo fundador en 1937 del Collège de Sociologie: estos intelectuales se proponen profundizar desde una perspectiva científica las problemáticas de los surrealistas. Por ejemplo la importancia de los hallazgos de Sigmund Freud sobre el inconciente y lo que denominaban la conexión onírica con la creación artística en sus múltiples expresiones: la poesía, la pintura, la escultura, el cine.

Cabe recordar la importancia de los aportes de poetas como Trstán Tzara, André Bretón, pintores como Salvador Dalí, René Magritte y realizadores cinematográficos de la magnitud de Luis Buñuel.

El agrupamiento que conformaron Callois, Leiris y Bataille pretende poner en evidencia la futilidad y vaciedad ideológica tanto del totalitarismo nazi alemán como del stalinismo mal llamado soviético.

En 1937 Roger Callois da por terminada su tesis doctoral, dedicada a lo que llama los demonios del “mediodía”. Es decir los mitos y leyendas de la región del Mediterráneo.

De este lado del Atlántico

En 1939 Roger Callois es invitado a viajar a Buenos Aires por Victoria Ocampo. Según un comentarista de su vida y su obra, permanecerá en la Argentina durante toda la Segunda Guerra Mundial. Reside cuatro años en la casa de Victoria, es decir en la mansión ubicada en San Isidro, conocida como Villa Ocampo.

En esa etapa, escribe y difunde una multiplicidad de textos donde combate explícitamente al nazismo. En cuanto a la relación con Victoria Ocampo, el ensayista francés y su anfritiona viven un apasionado romance y luego mantendrán durante décadas una invariable amistad. En 1941, Roger Callois se une afectivamente con Yvette Billod.

Retorno a la Tierra de origen

En 1945 Callois regresa a la Francia liberada y crea la colección La Croix del Sud, dedicada a divulgar literatura de Sudamérica. Realiza la traducción al francés obras de Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Gabriela Mistral, Antonio Porchia y Pablo Neruda.

Entre los años 1948 y 1971 se desempeña en la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (Unesco).

En 1957 se une a su compañera de la vida Alena Vichrova.

En 1971 hace su ingreso a la Academia Francesa.

Carácter de sus obras

Según se reseña en un estudio: “La obra de Caillois es principalmente ensayística, presenta un pensamiento en constante evolución, influido especialmente por Marcel Mauss, Rudolf Otto, el surrealismo y Bataille”.

“En sus primeros libros intenta dotar al imaginario surrealista de un fundamento científico: así, en La mantis religiosa (1934) relaciona a este insecto con el estereotipo de ‘la mujer fatal’, afirmando que esta figura sólo puede comprenderse desde la biología comparada.

En El mimetismo y la psicastenia legendaria (1935) da una interpretación novedosa del mimetismo de los insectos, negando que se trate de una estrategia defensiva, e interpretándolo como la manifestación de un instinto de abandono, una tendencia a la despersonalización y la confusión con el medio que va unida a una pérdida de vitalidad. El mimetismo, la magia homeopática, la asociación de ideas afines (a través de la comparación y la metáfora), la psicastenia y la esquizofrenia serían manifestaciones ligadas entre sí de esta tendencia.” “Durante la etapa del College de Sociologie, Caillois, muy influido por Bataille, examina en El hombre y lo sagrado (1939) el problema de lo sagrado, que considera fuente de la cohesión social. Desde su perspectiva, lo sagrado posee dos polos opuestos y complementarios: lo sagrado como respeto de la norma (que rige durante la mayor parte del tiempo) y lo sagrado como transgresión (privativo del Carnaval y otros períodos festivos, pero también de la guerra, que puede considerarse una fiesta negra). El descrédito moderno de lo sagrado ha originado el desorden social, caldo de cultivo del totalitarismo. Dado que resulta imposible devolver a la sociedad en su conjunto esta dimensión perdida, Caillois y Bataille proponen la constitución de comunidades restringidas de intelectuales que tomen como modelo las sociedades secretas. Sin embargo, Caillois nunca llega a entrar en Acéphale, la sociedad secreta creada por Bataille para hacer realidad esta propuesta.

Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Caillois toma partido por la Resistencia frente a la barbarie nazi, oponiendo el ideal de Atenas –que subordina las virtudes militares a las civiles– al de Esparta (en el que los valores militares se constituyen en un fin por sí mismos). Defiende lo que considera la verdadera democracia como una meritocracia que produce élites capaces de gobernar sabiamente la república, mientras que la democracia francesa de su época había llevado al poder a políticos como Léon Blum, incapaces de ofrecer resistencia al totalitarismo”.

En 1958, Con su Antología de lo Fantástico; en la que reivindica a Jan Potocki, el autor del Manuscrito hallado en Zaragoza, Caillois hace un sustancial aporte los estudios sobre esta temática, distinguiendo entre lo maravilloso y lo fantástico. Coincidimos en lo planteado en un ensayo dedicado a Callois: “En la literatura maravillosa –por ejemplo, los cuentos de hadas– el lector acepta un mundo distinto al nuestro, con distintas reglas; en la literatura fantástica, un elemento incongruente se introduce en nuestro mundo, causando terror y sorpresa”. “En sus últimos años, el autor, analizó en
El río Alfeo y La escritura de las piedras la relación que parece existir entre las formas complejas del mundo mineral y las figuras del imaginario humano. Retoma así una de las preocupaciones de Baudelaire y el surrealismo: la búsqueda de correspondencias entre la naturaleza y el pensamiento humano. Dado que el mundo es finito, las cosas se repiten, combinan y solapan, creando patrones reconocibles en ámbitos diversos. La poesía es para Caillois, en esta etapa final, la ciencia de las redundancias”. Su vida culminó en Le Kremlin-Bicêtre, 21 de diciembre de 1978.

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