El martes 2 de junio Romina Páez grabó desde su casa en Rufino un audio de un minuto y se lo mandó a la periodista Marcela Ojeda para que lo difundiera. En la grabación decía que era la hermana de Chiara Paéz, la adolescente de 14 años asesinada el 10 de mayo de 2015 en un femicidio que dio origen a la primera convocatoria de Ni Una Menos el 3 de junio de ese mismo año. Para Romina hablar públicamente este 2020 era fundamental. Necesitaba decir que en el contexto de la pandemia es necesario luchar más que nunca. “Muchos derechos de las mujeres están siendo vulnerados porque en el encierro se encuentran viviendo con su agresor”, dijo y cerró la grabación con la frase: “Ni una menos, vivas nos queremos. Que este 2020 nos encuentre con el aborto legal, seguro y gratuito”. El audio de Romina se escuchó en los medios, se compartió en las redes sociales y circuló entre grupos de whatsapp convirtiéndose en una de las acciones virtuales del quinto aniversario de la movilización que fue un quiebre en la historia de los feminismos de la Argentina.
Romina tiene 23 años y vive en Rufino con su mamá. Comparten la casa en la que también vivió Chiara. A su hermana le llevaba 4 años y medio y tenía 18 cuando fue el femicidio. Hoy trabaja en el Concejo Municipal de la localidad santafesina como asesora de una edila del peronismo. Se define como feminista, milita desde los 14 años en el PJ y cuenta que sus compañeras y compañeros fueron fundamentales para salir adelante después del asesinato de su hermana. “Hablar en esta fecha es una manera de mantener a Chiara presente, la llevo como bandera de lucha y es mi motivación”, dice en diálogo con El Ciudadano.
Para Romina aminarse a hablar públicamente es parte de un proceso largo y la ayuda de Marcela Ojeda fue fundamental. La periodista fue una de las que lanzó la convocatoria a la movilización del 3 de junio de 2015 a través de un tuit en el que llamó a hacer una acción colectiva.
“Marcela la conoció a mi mamá cuando fue lo de Chiara. En ese momento yo no participaba del feminismo porque acá en Rufino no hay un colectivo ni un movimiento. Después de unos años empecé a tener contacto con ella y me empecé informar y participar más”, cuenta.
Finalmente, se conocieron personalmente el 8 de agosto de 2018, cuando Romina viajó al Congreso Nacional con sus amigas a apoyar el debate de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
“Creo que hoy puedo hablar porque me siento mucho mejor. Después de lo de Chiara durante mucho tiempo tuve una una personalidad cerrada, me costaba mucho afrontarlo. Hoy me siento mucho más fortalecida y comprometida. La militancia me ayudó mucho a sobrellevar lo de mi hermana”, explica. El año del primer Ni Una Menos hubo elecciones y Romina recuerda que sus compañeros y compañeras la pasaban a buscar para salir a repartir volantes. “La muerte de una hermana es el dolor más triste en la vida, yo nunca había perdido a alguien tan cercano y menos de esa manera. Se mezcla la tristeza, el dolor, la bronca y un montón de cosas. Ahora me siento mejor, más segura y comprometida con un montón de causas”, cuenta.
En 2015 el femicidio de Chiara Paéz generó la primera convocatoria de Ni Una Menos. Chiara estaba embarazada de 8 semanas y estuvo desaparecida un día hasta que fue encontrada enterrada en el patio de la casa de quien era su novio. La investigación determinó que fue asesinada a golpes y que en el crimen también estuvo involucrada la familia de él, que quedó imputada en la causa. Apenas se conoció la noticia, el asesinato de Chiara produjo impacto mediático y desde los feminismos lanzaron la convocatoria a una concentración contra la violencia machista. Nadie se esperaba que el 3 de junio la consigna Ni Una Menos traspasaría las fronteras ni que ese día miles de personas llegarían a las plazas y centros de más de 80 ciudades de todo el país y de Latinoamérica en un acto político que marcó un quiebre en la historia de los feminismos argentinos.
El primer Ni Una Menos es parte de la genealogía feminista argentina, que se construye desde la vuelta de la democracia anclada en la tradición de la lucha por los derechos humanos. Esa historia se teje desde hace tres décadas en los Encuentros Nacionales de Mujeres (ahora Plurinacionales y Disidentes). El 2015 significó un salto a la masividad con la llegada de adolescentes y jóvenes a la lucha feminista. También fue el puntapié para que la agenda de género y diversidad entrara a todos los ámbitos y se tradujera en políticas públicas.
A cinco años del primer Ni Una Menos los feminismos argentinos crecieron y se diversificaron, sumaron debates y consignas, y son mirados por el resto del mundo. En 5 años se formaron organizaciones, la perspectiva de género se metió en las instituciones, en las relaciones, en los trabajos y en las casas. Hoy hay por primera vez un Ministerio de Mujeres, Género y Diversidad y se crearon secretarías en distintas dependencias del Estado.
Aún así, en estos 5 años la violencia machista no disminuyó. Desde el primer Ni Una Menos casi 1.500 mujeres y disidencias fueron asesinadas, según un informe del observatorio de femicidios Ahora Que Si Nos Ven. Tampoco bajaron las desigualdades. Según el Indec, mujeres y disidencias ganan casi un 30 por ciento menos que los varones y, de acuerdo con distintos estudios, están a cargo del 70 por ciento de las tareas domésticas y de cuidado.
El 3 de junio de 2015 Romina no esperaba ver una movilización tam grande. “Fue impresionante y nos dio mucha fuerza. Me emocionó ver la cantidad de mujeres, familias, chicas jóvenes. Lo mismo sentí acá en Rufino con la cantidad de gente que movilizó con las banderas de Ni Una Menos”, cuenta y recuerda que cuando su hermana estaba desaparecida más de 300 vecinos y vecinas salieron de forma espontánea a buscarla por la ciudad.
Para Romina lo que pasó con su hermana la acercó al feminismo: “Desde ahí me informé más y me comprometí con la lucha de las mujeres, que es pensar en la igualdad de derechos. A partir de la violencia de genero pensé en todas las otras desigualdades, como la desigualdad salarial, y en que es necesario que haya perspectiva de género en muchos otros aspectos, sobre todo en el Estado”. En su trabajo en el Concejo intenta sumar en en ese sentido aunque reconoce que es difícil: «Rufino es una ciudad chica de 20 mil habitantes y estos temas no son considerados prioritarios»
El debate del aborto
Durante el debate del aborto, la mamá de Chiara Paéz fue una de las voces en contra de la ley en el Congreso Nacional. Romina está a favor. No tiene certezas desde cuándo y pero siente que es algo con lo que siempre estuvo de acuerdo. Al menos desde que empezó a miliar a los 14 años.
“Para nosotras es un tema de discusión, yo soy de una bandera y ella es una referente de la otra. Fue a exponer al Congreso y la llaman todo el tiempo para hablar. La respeto y es mi mamá. Preferimos no hablar del tema. Hemos tenido un montón de discusiones y no hay manera de llegar a un acuerdo porque son muy distintas las ideas. Es un tema que si se toca es para discutir. Yo soy de una generación más joven, que nos gusta debatir pero a veces no se puede. Logramos una convivencia en relación a ese tema”, dice Romina. Para ella viajar al Congreso el 8 de agosto de 2018 fue una experiencia única. “Fuimos con amigas desde Rufino, que es bastante lejos. Estuvimos todo el día en las calles. Ahí la encontré a Marcela y nos sacamos juntas una foto”, recuerda.
Ni Una Menos
Este 3 de junio fue distinto para Romina. No sólo porque no hubo movilización en todo el país. Significó por primera vez dar un mensaje público y animarse a decir lo que piensa. “Me escribieron de todos lados dándome fuerza y apoyo. En este momento en que es todo virtual quería aportar a este día. Es importante llamar a seguir luchando porque no es fácil lo que está viviendo muchas mujeres en este momento en pandemia. Hoy más que nunca hay que reivindicar nuestros derechos”, dice y agrega que A Chiara la recuerda con lo mejor de ella. Se acuerda que chocaban mucho y que le encantaba el carácter y la personalidad fuerte que tenía. «Era re guerrera con todo lo que hacía. Jugaba al hockey y era una bestia, militaba y siempre iba para adelante. Estoy segura que ella hoy sería parte del movimiento de Ni Una Menos”.