Camil Straschnoy/Télam
Las denuncias contra el movimiento islamista palestino Hamas por actos de violencia sexual cometidos desde su ataque del 7 de octubre tienen el doble desafío de superar el «silencio» en torno al tema y de ser investigadas por un cuerpo «independiente e imparcial», según especialistas consultadas por Télam, en medio de un aumento de las críticas de Israel a la conducta de la ONU y de las organizaciones feministas.
La incursión del grupo palestino en territorio israelí dejó 1.200 muertos, en su mayoría civiles, y 240 secuestrados, incluyendo una veintena de argentinos, pero además las autoridades investigan crímenes sexuales.
Hamas rechazó esas acusaciones en su contra y en un comunicado las atribuyó a «las campañas sionistas que propagan mentiras y acusaciones infundadas para demonizar a la resistencia palestina».
Sin embargo, una policía declaró recientemente ante el Parlamento israelí que se recopilaron «más de 1.500 testimonios impactantes y dolorosos» de testigos, patólogos y médicos sobre delitos sexuales, que constituyen crímenes de guerra de acuerdo al derecho internacional.
Esta agente aportó pruebas de violencia sexual y mutilación, entre ellas «un apocalipsis de cadáveres, mujeres desnudas por encima y por debajo de la cintura» y un testimonio sobre la violación en grupo, mutilación y asesinato de una joven.
«Las pruebas de la magnitud y la brutalidad de la violencia sexual y de género perpetrada por Hamas son abrumadoras y están corroboradas por múltiples fuentes, por lo que realmente no se trata de si estos crímenes ocurrieron o no, la cuestión es: ¿dónde están las instituciones a las que la comunidad mundial ha confiado la protección de las mujeres?», indicó a Télam Ravid Menashe, miembro de Bonot Alternativa, una organización israelí que trabaja temas de violencia de género.
La ONG formó parte de una delegación, encabezada por la Organización Sionista Mundial, que el lunes convocó una protesta frente al edificio de la ONU en Nueva York y habló en su interior para «clamar contra el silencio ensordecedor de las organizaciones de mujeres de todo el mundo».
Particularmente, la acusación es contra la agencia ONU Mujeres por haber tardado 50 días en dar cuenta de las denuncias sobre lo ocurrido el 7 de octubre, al publicar recién la semana pasada un comunicado en el que menciona «los numerosos registros de atrocidades y violencia sexual por razón de género» durante los ataques de Hamas y reitera «que todas las mujeres, israelíes y palestinas, tienen derecho a una vida segura y libre de violencia».
«En conflictos armados en la historia reciente, la ONU y diversos organismos han respondido, en su mayor parte, inmediatamente con condenas y acciones a los casos de violencia de género. Entonces, ¿por qué no se pusieron, como deberían, al frente de la defensa contra la violencia de género y la liberación de rehenes inocentes?», cuestionó Menashe.
Y contestó: «La violencia de género en el atentado del 7 de octubre se ha contextualizado como parte de la resistencia legítima y, por tanto, se ha justificado a la luz del conflicto palestino-israelí. Cuando se justifica la violencia contra las mujeres violadas en el contexto de un conflicto político, básicamente se está diciendo que la violación es tolerable en determinadas circunstancias geopolíticas».
«Cualquiera que guarde silencio cuando los cuerpos de las mujeres son utilizados como armas en un conflicto está sentando un peligroso precedente para que estas cosas sigan ocurriendo», añadió.
«La espalda que nos dieron los movimientos feministas en el mundo es un silencio ensordecedor», dijo en sintonía Adriana Potel, una argentina que integra Mujeres por la Paz, un movimiento de israelíes que junto a sus pares palestinas de Mujeres del Sol concretaron el 4 de octubre pasado una histórica marcha conjunta pidiendo por la paz en Medio Oriente.
«Las mujeres israelíes están muy organizadas y gritando a todo el mundo que se las vea. No se les dio visibilidad, no se les creyó. Yo acabo de leer un tuit que dice que todo es propaganda israelí, que los crímenes son inventos», lamentó en declaraciones a esta agencia.
A nivel político, el canciller israelí, Eli Cohen, calificó de «vergonzosa» no solo la conducta de ONU Mujeres, sino también la del secretario general António Guterres y la de otras agencias de Naciones Unidas, incluyendo la que trabaja con los refugiados de Palestina, que ya sufrió 130 muertos por los bombardeos sobre la Franja de Gaza, que dejaron más de 18.000 fallecidos, en su mayoría mujeres y niños.
Las denuncias de violencia sexual no se limitan al día del ataque de Hamas, sino también a situaciones posteriores con las mujeres que estuvieron secuestradas.
En ese sentido, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, indicó que las israelíes liberadas en el marco de la tregua que duró una semana reportaron «casos de abusos sexuales y de violaciones brutales».
Incluso Estados Unidos sugirió que ese cese temporal no se extendió porque el movimiento islamista palestino no quería que las rehenes revelaran lo que sufrieron: «La razón por la que esta pausa fracasó es que no quieren que esas mujeres puedan hablar sobre lo que les pasó durante el tiempo bajo detención», dijo el portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller.
En el mismo sentido, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmó que «en las últimas semanas, sobrevivientes y testigos de los ataques han compartido terribles relatos de una inimaginable crueldad»
El mandatario llamó a «condenar enérgicamente y de forma inequívoca la violencia sexual de los terroristas de Hamas».
En este marco, quién investigará los hechos es también un desafío ante las críticas de Israel contra Naciones Unidas.
El canciller israelí rechazó que las denuncias queden a cargo de una comisión de investigación de la ONU, al afirmar que «está formada por una camarilla de notorios antisemitas».
«Cualquier investigación debe ser llevada a cabo por un organismo neutral y objetivo y no por antisemitas que odian a Israel», apuntó.
Manashe coincidió: «Lo ideal sería que la investigación de estos crímenes de guerra en Israel corriera a cargo de un organismo internacional independiente que pudiera actuar con imparcialidad y objetividad».
«Podría tratarse de una comisión especialmente designada con representantes de diversos países y organizaciones, que garantice una perspectiva equilibrada. Es importante que este organismo tenga la autoridad y los recursos necesarios para llevar a cabo investigaciones exhaustivas y que no se vea obstaculizado por sesgos políticos», manifestó.