Ignacio Cloppet parece elegir con cuidado las palabras. No le resta velocidad, habla con soltura, pero daría la impresión de que sus frases tienen una exactitud matemática. Sin embargo, su tránsito pasa lejos de las ecuaciones; o acaso no tanto: abogado y escritor –una parte de su profuso currículum– descarga con precisión fechas, lugares, nombres, genealogías, hechos históricos, incluso hasta detalles nimios –a los que resignifica y no lo son–. Y todo con un mismo hilo conductor: una base documental, letra escrita y genuina, rastreada por archivos públicos y privados. Así construyó su nuevo libro, el último de una saga que tiene como figura central a Juan Domingo Perón. Se titula “Perón. A 50 años, mitos y realidades”, y su edición reciente no es casual: se enmarca en el aniversario de la muerte del General, de cuya desaparición física se cumplirá medio siglo el próximo 1º de julio. Y este viernes, a partir de las 19, el autor presentará su trabajo en Rosario, en la Departamental del Partido Justicialista, Sarmiento 1733.
Cloppet refiere a El Ciudadano qué lo llevó a gestar esta nueva obra, y de inmediato se desprende el peso que representa este aniversario y con él, la tarea de depurar la imagen real de Juan Domingo Perón. “La humana, no la de bronce”, va a aclarar después.
“Yo estoy ya hace muchísimos años investigando la vida y obra del general Perón. El primer libro que publiqué fue en el año 2000, y se llama “Dónde nació Perón”, precisamente sobre uno de losmitos que se había creado con el lugar de nacimiento y con la fecha de nacimiento. A partir de ahí, a lo largo de los años publiqué varios libros que generalmente se ocupan, en primer lugar, de hacer historia. Lamentablemente –no porque sea negativo el género– hoy tenemos la novela histórica de no ficción: pero si es novela, es ficción, sea histórica o no sea histórica”, marca Cloppet, y recuerda como ejemplo a Tomás Eloy Martínez, autor de “La novela de Perón”, quien “siempre se caracterizaba por decir que todo lo que él escribía en esa novela era falso”.
“Es una categoría negativa como para hacer un análisis histórico de un proceso, de una etapa, o de un personaje”, distingue. “Y luego tenemos lo que también se ha puesto de moda en Argentina y en otros lugares del mundo, que es el periodismo de investigación. Que muchas veces está hecho en forma seria, no lo dudo, porque tocan algún tema, apelan a los expedientes judiciales, apelan a las noticias periodísticas publicadas en el momento que el hecho ocurrió o que el personaje transitó, pero lo que hacen es formar una opinión”.
Cloppet se aparta de ambas corrientes: “Cuando usted hace historia, lo que hace es apelar a los documentos. Documentos públicos, algunos privados; la correspondencia, las entrevistas… Hasta los testimonios –postula– son una fuente secundaria de la historia, por la contaminación del tiempo y la memoria. Una persona puede decir una cosa una vez, y al tiempo ponderar algún hecho, pero no todo; lo que se acuerda, lo que le conviene, lo que le gusta, lo que quiere construir”, explica el autor.
Así diferencia su trabajo respecto a Perón: entiende que tanto muchos que lo quieren, “o que lo odian”, cuentan historias “que tienen muchísimos errores y en las que huelgan los documentos históricos”. Así, lo que Cloppet se propuso, desde el vamos, fue “rescatar la humanidad” de Perón: “Presentar a un hombre de carne y hueso; un hombre que siente; un hombre que tiene necesidades; un hombre que se equivoca; un hombre que se enamora; un hombre que se deprime. No presentar a un personaje endiosado, llevado al bronce, sino buscar la humanidad de ese líder”.
Nacer con mito
Una de las aristas en las que trabajó Cloppet fue rastrear a Perón desde antes, desde mucho antes, de que llegara al mundo. “Tengo la suerte de contar con documentos”, refiere a El Ciudadano, sobre uno de los mitos que desmonta en su libro: el origen y el árbol genealógico de Perón. “Presento documentos donde demuestro exhaustivamente cuál era el origen, de dónde provenían sus ancestros, que no eran italianos sino que eran franceses y se habían escapado de la Revolución Francesa para que no les cortaran la cabeza con la guillotina. Eran comerciantes, eran gente pudiente”, afirma.
“Después, el tema de Juana Sosa. De Juana Sosa Toledo, la mamá, que era una criolla que ostentaba 16 generaciones en Argentina, desde los conquistadores llegados de España. De ahí desciende «Juana de Sosa Toledo». Desarmo el otro mito: que la bisabuela de Perón era indígena”, sostiene.
Cloppet refuta que María Victoria Gaona, la abuela de Perón, casada con Toledo, haya sido de una tribu tehuelche (aonikenk). “Yo demostré a través de las partidas bautismales y los documentos públicos que era blanca, que era española hija de españoles y que era cristiana. Perón por esa abuela no tenía sangre indígena, sino española”.
Y va hasta contra el propio Perón, “que cuenta sobre sus orígenes que mucho no conocía, porque a veces macaneaba”.
“Uno de los defectos que tiene el hombre Perón, el humano Perón es a veces decir una cosa que no es cierta, porque pasado el tiempo dice lo contrario. Entonces tampoco se pueden tomar testimonios de Perón como fehacientes”, sentencia.
“¿Y los historiadores qué hicieron? Garpaba para Perón tener sangre de los pueblos originarios. Entonces, la bisabuela era indígena. Lo empezaron a repetir y se instaló. Ahí está el mito”.
Descalzado el mito de origen, Cloppet distingue el profundo y vasto conocimiento que adquirió Perón desde su niñez en territorio patagónico, sobre la geografía y las costumbres de los criollos y de los pueblos originarios. Será el tema de su primer y menos conocido libro, que publicó cuando ya era mayor del Ejército: “Toponimia patagónica de etimología araucana”.
Para Cloppet el tema está saldado: “Yo voy a los papeles”. Y refuerza: “Perón jamás lo dijo”.
Rosarino por herencia
“Perón desciende de Pedro Pascual de Acevedo, que es el fundador de Rosario”, sorprende Cloppet. Y más: “Igual que Borges”. En sus buceos documentales, encontró el parentesco, lejano pero parentesco al fin, entre el General y el genial escritor. Y nada menos que un conspicuo contrera como Jorge Luis Borges. “Es otra de las cosas que he revelado, y que en ese libro la vuelvo a tomar”, marca Cloppet.
Uno de los capitulos del libro, refiere el autor, está dedicado a la genealogía. Otro, a la formación militar de Perón, bajo la fuerte influencia del coronel Ernesto Vicat, “que fue un industrialista, de la misma camada que Manuel Savio” y otros generales que “precedieron a Perón en laindustrialización de la Argentina, como para lograr una verdadera independencia económica y una soberanía política”.
También cuenta que otro de los capítulos del libro está dedicado a “documentos raros”, que encntró sobreBueno, hay un capítulo dedicado, hay algunos documentos raros que encontré sobre “las revoluciones del 30 y del 43”, con opiniones de Perón; “cartas inéditas escritas al coronel Bartolomé Descalzo, que fue maestro de Perón”.
En esa aproximación sigue a Perón en su misión a Chile y en su viaje a Europa. “Y en la fascinación por Mussolini, que no fue tal, como siempre se le achaca a Perón; que lo admiraba y copió la Carta del Lavoro. Eso también es falso”, recalca.
Cloppet dedica un capítulo, además, al “protoperonismo”.
“Para mí es clave, porque es el Perón que empieza ya a tener la vida pública, el Perón del 4 de junio de 1943. Y ahí la primera nota es sobre la justicia social, desde dónde se inspira Perón: el creador del concepto es un sacerdote jesuita del siglo XIX, que luego el papa León XIII y el papa Pio Xi destacan en sus encíclicas y la presentan como parte de la sociedad cristiana”.
Cloppet avanza en la sucesión de capítulos del libro y resalta, entre ellos, el que contiene el Estatuto del Peón, “un hecho revolucionario de las leyes sociales y las conquistas de los derechos para los trabajadores”. “El Estatuto del Peón fue el sancionado por Perón en octubre del 44”.
También investigó y volcó su “mirada particular” sobre el 17 de octubre, y “quiénes son los que participaron, los que estuvieron más cerca de Perón”. Y desmintió que en la fecha fundacional, en la gigantesca marcha a Plaza de Mayo de 1945, María Eva Duarte hubiera tenido un “protagonismo decisivo”.
“Evita no estuvo en la Plaza ni lo pudo ver en el Hospital Militar. También estas son cosas que se dicen, se van repitiendo porque lo dijo un historiador porque se le ocurrió, y luego quedan como cosas sagradas”, se queja.
Otro de los capítulos clave que menciona está dedicado a Perón y el deporte: “Le da muchísima importancia: ya desde que era cadete en el Colegio Militar y siendo subteniente en en la ciudad de Paraná en el año 1914 funda el primer club de box que hay en la ciudad de Paraná”, revela. Y otro club fungió en su investigación:una institución “para los lustrabotas y los canillitas chilenos”. En el libro, Cloppet tambiés desmitifica el juicio político qa los ministros de la Corte Suprema que Perón impulsó: “Remueve a cuatro de los cinco jueces y lo hace apelando a la ley, con la Constitución en la mano”, ataja.
Aquel jury de 1947 se replicó pocas semanas atrás, en manos del ejército digital de La Libertad Avanza en las redes sociales como modo falaz de defensa del DNU 70/2023: la fake news –que continúa circulando, refiere que Perón firmó 1.542 decretos en un día, el 24 de diciembre de 1946.
El heredero es el pueblo
Uno de los aspectos concluyentes de la investigación de “Mitos y realidades”, es que la obra acerca a Perón a un número inmenso de peronistas que jamás llegaron a verlo vivo. A meses de cumplirse el 50 aniversario de su fallecimiento, sólo quienes tienen hoy varios años por encima de los 50 podrían tener algún recuerdo vívido, una edad que no alcanzan ni siquiera muchos dirigentes sindicales o militantes políticos de hoy. De hecho, las y los más chicos de quienes formaron parte de la Juventud Peronista o de alguna de las agrupaciones juveniles en durante el retorno de Perón a la Argentina –y a la presidencia– y además sobrevivieron a la última dictadura, hoy orillan o superan los 70 años, y los hay de 80 y más. Van siendo los menos, en un movimiento que tiene en su propia naturaleza la cualidad de resurgir, quienes coexistieron con su fundador y líder.
De ahí que la “depuración” de la figura que ensaya Cloppet, volviendo a la raíces mismas, tenga un papel tan actual.
En el libro revisita también el atentado con explosivos en un acto en Plaza de Mayo, en 1953, “donde murieron seis personas y dejaron mutiladas a decenas”, o “el caso de Nelly Rivas”, la estudiante por la que Perón fue acusado por pedofilia. “Es un capítulo muy importante porque acá salgo al cruce con la falsedad del expediente. El expediente original no fue el que se utilizó para acusarlo, sino que utilizaron un falsificado. Yo tuve acceso al original, y hago a un contraste entre lo que dice uno y otro, y demuestro claramente que ninguna de las personas que colaboraban en el Palacio Unzué, que era la quinta presidencial donde Perón vivía, haya dicho que esa jovencita dormía en el mismo cuarto, como se dijo en las declaraciones falsificadas”.
“Y el tema es un mito muy importante porque se lo acusa de abusador y hoy eso es un tema muy sensible en la sociedad argentina. Y esa acusación de que Perón tenía relaciones carnales con una jovencita que vivía en la Quinta Presidencial, es una de las falacias más graves que construyeron la Revolución Libertadora y las comisiones investigadoras, que estaban contaminadas por la falsedad”.
“Hoy en el marco de los debates políticos actuales, y con un resurgir también de discursos de odio en los que uno de los blancos centrales es el peronismo, y es toda la historia del peronismo, es la importancia que tiene este libro para desarmar este tipo de versiones”, valora el autor.
Y concluye: “Esto es un aporte para conocer al líder, al estadista, al político, al militar, al hombre, a la persona, al marido, a quien dirigió la Argentina y que al día de hoy, su doctrina sigue teniendo vigencia. Viene de una Argentina que era gozada o alcanzada por muy pocos; eran un puñado de argentinos que vivían muy bien y una gran cantidad de millones de habitantes que eran esclavos o que no tenían acceso a los derechos sociales básicos para lograr la dignidad humana. La justicia social que pretende Perón no es ni pobrismo, ni son planes sociales: es precisamente brindar la dignidad humana necesaria para poder alcanzar el fin, que es construir una Argentina mejor”.