Por Patricia Dibert
El teatro Auditorio Fundación Astengo estaba lleno. En la platea se divisaban algunas canas, pero predominantemente las butacas estaban copadas por jóvenes, chicos y chicas que cantaron cada tema, un coro afinado con mayoría de voces femeninas que se animaban al convite.
Jorge Drexler volvió a Rosario para ofrecer un concierto junto a su banda de ocho músicos. Varios años pasaron desde las actuaciones intimistas en la Sala Lavardén, donde cosechó algunos amigos que mantiene, como Coki Debernardi.
“Hace seis meses que no cantamos en vivo”, dijo Jorge Drexler sobre el escenario del Fundación en la noche del martes, “estamos nerviosos como en una cita después de una ruptura amorosa”. Pasaron poco minutos y ya la banda estaba llena de pasión con “Todos a sus puestos”, “Una canción me trajo hasta aquí” y “Eco”, donde el público comenzó a acompañarlo en el canto y fueron muchas las estrofas donde el músico dejó que el auditorio cantara solo, en una ceremonia sentida que pocos interpretes pueden disfrutar junto a mil doscientas personas.
De saco negro, jeans y corbata, Drexler cantó junto a su banda formada por músicos de varios países: dos argentinos, varios españoles de Madrid, Cataluña y Valencia, un italiano y un brasilero. El uruguayo también destacó que era la vuelta de su peroné después de tres meses de yeso y reposo. La comunicación con su público fue fluida y afectuosa. Siguieron “Cerca del mar”, “Transporte” (no hay nada como tu amor como medio de transporte), y una hermosa versión de “Se va, se va, se fue” que contó con serrucho y marimba.
En un claro homenaje a Mercedes Sosa, con quién Drexler participó en el proyecto Cantora, el músico comentó que cuando compuso la baguala para la película Diarios de Motocicleta, pensó en la tucumana para que la interpretara, pero finalmente los productores del film le pidieron que la cantara él. Justo en el día del aniversario de su fallecimiento, el homenaje a Mercedes fue la canción ganadora del Oscar, “Al otro lado del río”. Emoción cantada por todos.
Después siguieron “La nieve en la bola de nieve”, “Mi guitarra y vos”, “Noctiluca”, y ante los pedidos de la gente, Drexler hizo algunas concesiones y cambió los temas, así llegaron “La edad del cielo” (aquella hermosa canción que cantó alguna vez con Moska), “Inoportuna” y una hermosa versión en portugués de “Don de eludir” de Caetano Veloso (acompañado solamente con su guitarra, como el Totalmente de Mais del brasilero), a la que enganchó con “Don de fluir”, con ciertos aires flamencos en palmas que sirvieron para cerrar un set con las canciones que el público le pedía: “Todo exabrupto es bienvenido, también que se escuche contenido”, dijo Jorge Drexler, pidiendo que en lugar de palmas la gente hiciera sonar sus dedos, y las chasquidos de dedos fueron el marco ideal para muchos temas.
“Días, semanas y meses cayeron del calendario, valió la pena, porque ya estamos en Rosario” improvisó cantando a manera de despedida Jorge Drexler. “Volvé pronto” gritó alguien desde los palcos, y las últimas luces se apagaron con la versión de la vieja canción “Llueve”, que según aclaró fue seleccionada cuando al levantarse vio caer la lluvia por la ventana del hotel, “Hay un tipo de alegría que sólo da oír llover a orillas del Paraná”, cantó como preámbulo antes de Llueve.
Jorge Drexler conserva intacto el contacto con el público rosarino, ahora con una gran banda de tres caños y dos percusiones, con marimbas y serrucho. Tanto maquillaje sonoro llega a alcanzar la perfección, pero no logra oscurecer los mejores momentos en que sólo con su guitarra, tira los mejores versos y el público interpreta la canción. El martes, en el Fundación, Rosario cantó con Drexler.