En el día Internacional del Orgullo y en simultáneo con otras ciudades del país, lesbianas, gays, trans, bisex, intersex y queers se manifestaron por las calles de la ciudad. Fue la segunda movilización local y la cuarta a nivel nacional
En el Día Internacional del Orgullo LGTBIQ –lesbianas, gays, transgénero, bisexuales, intersex y queers– Rosario marchó contra los travesticidios. En esta segunda movilización local y cuarta a nivel nacional, previo al inicio, se hizo un “abrazo simbólico” en la sede de Gobierno provincial –ex Jefatura de Policía– donde funcionó uno de los centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar y donde las travestis y trans eran detenidas a causa de su identidad. Los principales reclamos del colectivo son políticas públicas para mejorar la calidad de vida de personas travestis y trans.
La marcha, a 50 años de los hechos en Stonewall que sacaron a la calle los reclamos del colectivo de diversidad sexual, arrancó en la plaza San Martín, de Santa Fe y Dorrego, luego siguió por bulevar Oroño, Pellegrini, Buenos Aires, Córdoba y terminó en el parque de las Colectividades. Allí actuaron Pedro Ponte, Les Militantes del Ritmo y Ayelén Becker.
Michelle Vargas Lobos, dirigente de la comunidad LGBTIQ, dijo a El Ciudadano que las travestis necesitan un Estado que se haga responsable para mejorar la calidad de vida. “También exigimos el derecho a la salud, a la vivienda, al trabajo y a la educación”, resumió.
La jornada de lucha estuvo teñida con los colores del arco iris: cientos de manifestantes llevaban sus caras pintadas, banderas al cuerpo, vinchas, bengalas y no faltó el pañuelo verde, a favor del aborto legal, seguro y gratuito.
“Basta de travesticidios”; “que la vida de las trans importe tanto como su voto” y “las travas somos hijas de los heteros y huérfanos del Estado”; “Ni una trava, ni una trans menos” y “Vivas nos queremos”, rezaban algunos de los carteles de las y los manifestantes.
El colectivo denuncia “la continuidad de un modelo de represión y violencia institucional perpetrado por las diferentes fuerzas de seguridad a partir de la identidad de género”, y advierten sobre “la persistencia de edictos policiales y códigos contravencionales que se encuentran activos en algunas provincias del país”.
Además las manifestantes definieron los travesticidios a partir de dos ejes. El primero es por acción. Es decir, el asesinato directo de personas trans a raíz de su identidad de género.
En segundo lugar, se habla de travesticidios por “omisión cuando el Estado no garantiza la supervivencia del colectivo obstruyendo derechos básicos”. En este caso, también se menciona a “la sociedad en general” como responsable de las múltiples privaciones que sufren a causa de los “prejuicios todavía vigentes”.
Entre los principales reclamos, el colectivo exige “el acceso igualitario a la educación, ya que a raíz de la discriminación y la expulsión temprana del hogar, la mayoría no pudo terminar la escuela secundaria”. También aparecen como problemas importantes la dificultad para conseguir un empleo, el derecho a la vivienda, y los problemas para acceder al sistema de salud y la justicia. Y un dato que todavía persiste es el promedio de vida que en la Argentina se ubica para el colectivo entre los 35 y los 42 años.
Todas las voces todas
Patricia Emanuele, coordinadora del Centro de Día Trans, ubicado en San Luis 1946, dijo que el travesticidio social es una de las consecuencias de la exclusión. “Hoy se habla de diversidad y se trata de romper ese esquema de que solamente existen dos sexos. Las mujeres trans rompimos con ese esquema. Por eso Rosario tiene la particularidad de ser una ciudad donde las activistas nos juntamos para hablar de esto», resumió.
Y agregó: “Somos una población vulnerada en los derechos y por eso reivindicamos este 28 de junio. Por eso las travas estamos en las calles”.
En tanto, María Eugenia Sarrías, presidenta de la Asociación Civil Acción Lésbica Feminista Las Safinas, se refirió a la condena (a un año de prisión en suspenso, ver página 10) que recibió ayer una joven que besaba a su esposa mientras fumaba en un lugar prohibido, de la estación de Constitución en Buenos Aires, quien fue acusada de “resistencia a la autoridad y lesiones leves”. “Hoy es un día histórico. Es el día que la Justicia de Buenos Aires decidió condenar a una lesbiana, Marian Gómez, por besar a su esposa en un subte. Parece que nos podemos casar pero no nos podemos besar. Lamentablemente sigue siendo un problema”, se lamentó.
Jaqueline Romero, activista por las personas con VIH y por los derechos LGBTIQ, explicó que los cinco ejes de la marcha son salud, vivienda, trabajo, educación y justicia: “No hay políticas públicas reales y las vigentes son pocas. Lamentablemente a las compañeras nos persiguen, nos encarcelan y nos siguen matando”.
Desde la organización definieron a los travesticidios a partir de dos ejes. El primero es por acción. Es decir, el asesinato directo de personas trans a raíz de su identidad de género.
En segundo lugar, se habla de travesticidios por “omisión cuando el Estado no garantiza la supervivencia del colectivo obstruyendo derechos básicos”. En este caso, también se menciona a “la sociedad en general” como responsable de las múltiples privaciones que sufren a causa de los “prejuicios todavía vigentes”.