Teniendo en cuenta lo que significa jugar un Seven de la República, conociendo virtudes y defectos del equipo, Magín Moliné y Sebastián Ferraro sabían que lo más importante era conformar un gran grupo humano, y a partir de esa concreción el seleccionado de seven de Rosario iba poder ser nuevamente protagonista del certamen más importante del rugby argentino de juego reducido, tras varias participaciones en las que hasta se llegó a jugar por no descender.
Rosario Seven tuvo un gran arranque en la edición número 35 del Seven de la República que se disputó en Paraná Entre Ríos. Ese primer día cosechó tres victorias: Tierra del Fuego (12-7), Santa Fe (29-21) y Lagos (40-0). El segundo día de competencia arrancó con triunfo sobre Uruguay por 22 a 14 y clasificación a semifinales ante Córdoba. En dicha instancia, Los Dogos 7 impusieron condiciones y ganaron 24 a 5. Y al consagrarse campeón Córdoba, el combinado de la URR se ubicó en el tercer lugar.
“El balance es positivo, llegamos a semifinales y perdimos con Córdoba que después fue campeón y nosotros terceros. Los objetivos propuestos los pudimos cumplir: conformación de un equipo y con la preparación que tuvimos que fue relativamente organizada, de un calendario acotado, ya que estamos casi a fin de año con una temporada de rugby muy larga y esa preparación se superpuso con la final del Torneo Clausura, y con Seven de clubes. A pesar de todo eso, hicimos una preparación bastante buena. El tercer objetivo era que Rosario sea protagonista y con el tercer puesto se logró. En ese orden el saldo positivo”, expresó Moliné.
Continuando con la misma línea de análisis, Ferraro dijo: “Rosario hizo un muy buen torneo, hubo un gran compromiso de los jugadores en todo momento. Empezamos a entrenar un mes antes y hubo una asistencia casi perfecta de todos los chicos, por lo que se pudo formar un buen grupo humano que en este tipo de competencia es sumamente importante. Se fue armando una idea de juego que terminó teniendo sus frutos en el torneo. Como base: una gran defensa y una buena obtención, que nos permitió ir creciendo partido a partido. Nos habíamos propuesto volver a ser protagonistas y entendemos que eso se pudo cumplir más allá del sabor amargo que siempre te queda al perder en estas instancias”.
Para Moliné, que brilló como jugador de seven, volver a Paraná como entrenador fue un gran desafío, y trajo muchos recuerdos. “Hacía bastantes años que no iba al República. En relación al juego me sorprendió hay un claro seguimiento de los seleccionados de uniones de la estructura de juego de Los Pumas Seven, el reclutamiento de jugadores es similar al que hacen a nivel UAR. Jugadores de mucha talla, de mucha preparación y destrezas, pero sobre todo jugadores con mucha aptitud física tanto en tamaño como preparación, eso lo veo como una uniformidad de juego desde el último al primero. Cuando lo jugaba yo, cada Unión tenía su estilo”, confiesa Moliné, que destacó como creció el torneo en su organización, y no sólo la realización del certamen femenino, sino también como han crecido las chicas en cuanto al juego: un claro ejemplo fue la final entre Tucumán y Buenos Aires.
En tanto, Ferrero después de finalizada la participación de Rosario, mira hacia adelante: “Con Córdoba entiendo que ellos nos ganan bien, tienen un equipo con 4 o 5 años de trabajo. Por algo fueron finalistas el año pasado y este año campeones. Tienen muy ajustados los detalles que en definitiva es la diferencia que le terminan sacando al resto. No es casualidad que llegan a la final dos equipos que vienen armados desde hace tres o cuatro años. El trabajo siempre paga. Rosario debería hacer un buen trabajo a tres o cuatro años, que le permita armar un equipo y consolidarlo. Creo que tiene con estos jugadores una buena base para empezar a hacerlo e ir puliéndolo. De todas formas salir campeón siempre es difícil y termina ganando uno solo. Lo que hay que tratar es ser siempre protagonistas”.
Tras caer con Córdoba, hubo un sentimiento amargo de todos, porque había un convencimiento general que se podía llegar lejos. Y ese sentir, fue producto del trabajo que se hizo desde el inicio del proceso. Para los entrenadores lo único negativo fueron las lesiones en la previa de Patricio Rodríguez Vidal y en el primer día de competencia de Julián Denhoff.
Moliné y Ferraro, formaron parte del gran equipo del Ñandú que 1995 conquistó por primera vez el título en Paraná. Teniendo presente lo que significa participar de un campeonato de este nivel, ambos planificaron la preparación para dar el golpe en la capital de Entre Ríos. La empresa no tuvo final feliz, pero Rosario recuperó el prestigio perdido. Y este nuevo presente del Ñandú 7 tiene su fundamento en que cada uno de los integrantes del equipo entendieron que la unión hace a la fuerza.
Un grupo unido hizo diferencia
Ñandú Seven unido. El plantel rosarino para el Seven de la República 2018 lo integraron: jugadores: Facundo Forquera (Universitario), Máximo Oliveros, Gonzalo Prunotto, Patricio Baronio, Facundo Ferrario y Juan Albertengo (Jockey Club), Roy Lura (Logaritmo), Andrés Speziali, Teo Castiglioni y Ramiro Sonsini (GER), Julián Denhoff, y Rodrigo Santiago (Duendes). Mientras que el staff técnico está compuesto por: Magín Moliné y Sebastián Ferraro (entrenadores); Martín Santi (preparador físico), Ricardo Pettit (manager), Ignacio Gattarello (Kinesiólogo) y Juan Bautista Fasce (analista de video).