El dicho popular según el cual «lo que mata es la humedad» parece no correr para el covid-19, de acuerdo a lo que aseguran científicos del Conicet: un estudio publicado en Environmental Science & Technology sostiene que los niveles de humedad relativa del aire permiten predecir la evolución de contagios por el virus sars-cov-2 en relación directa. Es decir, cuanto más seca esté la atmósfera, más posibilidad de infección y viceversa.
El trabajo está basado en el cruce y análisis de datos epidemiológicos de 2020 con la evolución de las variables meteorológicas a lo largo del año.
Los resultados del estudio están en línea con la evidencia de que la transmisión de covid-19 por aerosoles es la principal vía de contagio. Sus responsables afirman que podría proporcionar una herramienta para que las instituciones de salud puedan predecir con alrededor de una semana de anticipación incrementos en el número de pacientes.
“Comprobamos que el aire seco favorece la transmisión”, resumió el director del estudio, Emilio Kropff, físico, experto en ciencia de datos e investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Buenos Aires, dependiente también de la UBA y la Fundación Instituto Leloir.
El científico explicó que cuando los niveles de humedad son bajos, “la evaporación es mayor y en consecuencia los aerosoles que se exhalan al respirar, hablar, cantar, estornudar, hacer ejercicio, y que contienen al virus, pesan menos y permanecen más tiempo flotando. Eso aumenta las posibilidades de transmisión en lugares no ventilados”.
Kropff aclaró que hay otros dos mecanismos vinculados con el impacto del nivel de humedad en el contagio. “El aire seco favorece la sobrevida del virus adentro de la gota, y, por otro lado, dificulta la tarea de varias barreras inmunes del sistema respiratorio”, señaló. Como contrapartida, completó, cuando hay mayor humedad ambiente, los aerosoles o gotas exhaladas evaporan menos, pesan más y flotan menos tiempo en el aire.
El análisis de los datos del invierno de 2020 –en la Ciudad de Buenos Aires– permitió concluir que los cambios en la humedad relativa anticipan variaciones en el número de personas con síntomas de covid-19 cinco días más tarde. Y la cifra de casos positivos que se reportan nueve días después.
“Nuestro estudio también determinó que los eventos de muy baja humedad relativa (menores al 40 por ciento de promedio diario) se asociaron, en invierno del año pasado, a un incremento abrupto de casos positivos de más del 20 por ciento”, agregó Andrea Pineda Rojas, coautora del estudio e investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera.
El creciente nivel de vacunación contra el covid-19 plantea un escenario alentador, pero los especialistas señalan que “no hay motivos para pensar que las vacunas cambien la modulación de la transmisibilidad por efecto de la humedad». En cambio, suponen «que este año pueden variar los datos por el énfasis que hay en la ventilación a través de las campañas públicas de prevención». Pero eso, todavía, es apenas una hipótesis.
Nuevas variables
Kropff aclaró que factores como las variantes del virus, el regreso a clases presenciales y otras medidas sanitarias hacen que la situación de este año en relación a la pandemia sea mucho más difícil de analizar. “Los datos no son tan limpios como los del año pasado”, argumentó.
Los resultados del trabajo confirman la incidencia de la humedad ambiente en otras transmisiones virales, como la gripe.
“Es importante seguir cuidándonos, porque todavía ningún país le ganó al virus definitivamente. Cuando compartimos un ambiente con alguien fuera de nuestra burbuja hay que abrir ventanas y usar barbijo. Cuando estamos afuera, tenemos que usar barbijo también y mantener distancia, porque si bien hay mayor intercambio de aire, el contagio directo durante una conversación es un riesgo cierto”, advirtió Kropff.