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Rossi, la interna local y la Rosada

Por Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

Agustín Rossi ya trabaja para su reelección del año que viene como diputado nacional. “Por ahora, por adentro del PJ. Si no, será simplemente como Frente para la Victoria. Depende de los compañeros peronistas de Santa Fe. Pero que vamos a jugar, dalo por seguro”. El que habla de esta forma es uno de los hombres de más confianza del jefe de la bancada de los legisladores nacionales, que muestra como prueba de lo que dice su plan de recorrida territorial que define como “pre-campaña”.

A nadie debería sorprenderle esta decisión que fue expresada pocos días después de que el peronismo obtuviera el tercer lugar en los mismos comicios que impusieron a Antonio Bonfatti en la Casa Gris y postularon a un lugar de una preponderancia aún no ejercida por el cómico Miguel del Sel. Por entonces, este cronista contaba en estas páginas que Rossi no se bajaba de la política a pesar de la derrota, pero juraba que nunca más iba a presentarse a una elección interna de primarias obligatorias. “El Chivo se sintió abandonado después de ganar las internas y vio que en las abiertas «los otros» (sic) no hicieron campaña”, grafica el mismo asesor. “Los otros” son los reutemistas, los bielsistas y los peronistas anti K.

Esa tirria antiinterna parece haber cambiado. Agustín ha instruido a los suyos para lograr un diálogo pejotista que pueda garantizar autoridades partidarias por consenso. Se habla con todos: con Jorge Obeid, con Omar Perotti, con los intendentes y hasta con los reutemistas. A fuerza de ser sinceros respecto de estos últimos, las charlas se dan con Celia Arena, muy identificada con la gestión de Amado Boudou. ¿Y Daniel Germano y Carlos Carranza? “Yo los veo yéndose con el PRO”, suele confesar Rossi a los más íntimos.

El único dique del silencio tiene cara de mujer. Rossi no cruzó en los últimos tiempos ni una sola palabra con María Eugenia Bielsa. Y no pretende hacerlo. “Es más: yo no sé si me corresponde intentarlo. A lo sumo, creo que ella debería dar el puntapié inicial”, dijo esta semana en mesa de partidarios el jefe de los diputados nacionales. Las heridas por la elección de Luis Rubeo como presidente de la Cámara de Diputados no están cerradas. “Si el tono actual de las declaraciones de ella van a ser el modo de pararse frente a la discusión partidaria, me parece que no hay nada que conversar”, explica tajante el asesor de Rossi. ¿No temen que la más ponderada en los votos se vaya del partido? “¿A dónde?”, pregunta con ironía el rossista de la primera hora.

En ese plan de trabajo por su reelección, Rossi mira el territorio de Rosario con gran interés y se apoya en dos dirigentes muy jóvenes: Roberto Sukerman (“tiene un alto grado de conocimiento y edad para gozar de un horizonte político de 25 años”, explican) y la concejala Norma López (“ella va a ser nuestra apuesta para la reelección en 2013”, sentencia el mismo dirigente). Por eso, se los ve a ellos tan activos tratando de marcar posiciones sobre las gestiones socialistas que Rossi señala con mucha crítica: “Bonfatti no tuvo precisamente su mejor primer verano”, describió en una tenida política con los suyos.

Los legisladores rossistas van a insistir con remarcar, como primer saldo de gestión provincial, cortes de luz como nunca se vieron, barrios rosarinos asistidos con cubas de agua potable y una inseguridad que no tiene respuesta.

La gran política

Agustín Rossi habla por teléfono con Cristina Kirchner. Algunos podrían ver cierto distanciamiento en este modo de comunicación. Pero si se tiene en cuenta la falta de actividad en el Congreso y el más duro cerco que se ha autoimpuesto la presidenta a la hora de los que acceden a su despacho, debe concluirse que el vínculo entre ellos está intacto. De hecho, a principios de este año, el jefe de la bancada pidió consultar directamente con la primera mandataria el tema de la supuesta reforma constitucional con reelección incluida. “El tema no está. A mí nadie me dijo que lo planteara. Y lo pregunté mucho y claramente”, le confesó en privado Rossi a un diputado de la oposición con quien tiene excelente diálogo. Agustín suele usar una metáfora para explicar esta cuestión que hace dividir en dos la posición oficial de Cristina. Él cree que, personalmente, la titular de la Casa Rosada quiere espejarse en el ejemplo de Luis Inazio Lula da Silva.

Políticamente, está obligada a dejar flotar la idea de la reforma como modo de evitar licuar su poder en medio del debate de la sucesión. Rossi no desconoce una conducción muy centralizada en la oficina de CFK, pero niega que la Cámpora sea el centro de gravedad del poder en este gobierno. “No hay un solo ministro de los chicos y son contados los que están en las secretarías como número dos”, dice cuando conversa en confianza. A nadie, ni a él, se le escapa que detrás de la organización juvenil está nada menos que el hijo de la presidenta. Pero cree que se exagera con el “relato” que los pinta como superpoderosos.

Sostiene que las lluvias y la recuperación de la economía de los Estados Unidos mejoran el horizonte para la Argentina. Ni siquiera cuando se lo consulta muy en privado critica la gestión del secretario Guillermo Moreno. Es más: tiene buen diálogo con él y ha intercedido ante los pedidos de algunos empresarios santafesinos preocupados por la falta de insumos importados. En estas semanas consiguió, por ejemplo,  que una industria plástica lograse ingresar mercaderías para su producción de polipropileno y que una compañía dedicada al ensamble de partes de ciertos vehículos resolviera su problema de importación, luego de 48 horas de su llamado telefónico. No se cansa de citar a uno de los empresarios más destacados del país cuando, en un almuerzo, le dijo: “Del tema de costos y cómo acomodarlos, Moreno sabe”.

Centrado en permanecer en el riñón kirchnerista, convencido de que tendrá un año más tranquilo en la actividad legislativa, Agustín Rossi sabe que contará con más tiempo para perfilar su deseo más anhelado: volver a dar pelea en la provincia de Santa Fe para obtener una banca en 2013 y un lugar en el desafío por la gobernación en 2015. Nada menos.

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