Agustín Rossi salió del actual gobierno por mantener una candidatura a senador nacional en 2021, lo que lo obligó a dejar su cargo de ministro de Defensa. Pese a todo, siguió apoyando al gobierno de Alberto Fernández y se transformó en una espada clave de defensa cuando Cristina Fernández y buena parte de la coalición gobernante decidieron hacer públicas las diferencias con el presidente y su ministro de Economía, Martín Guzmán, en especial por las condiciones del acuerdo con el FMI. Uno de los defensores más hábiles que la ex presidenta tuvo en el Congreso se animó a no compartir ese escenario de camino a la derrota que la ex presidenta dejó trascender como destino para la gestión actual. Y no sólo eso: argumenta que está haciendo “lo mismo que en 2009”, cuando nadie se animaba a predecir un triunfo kirchnerista en 2011. Hace pocos días, el presidente lo designó al frente de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), a la que imagina como una clave de interpretación de un mundo “que ya venía cambiando antes de la invasión de Rusia a Ucrania, pero que ahora, paulatinamente, cambia cada vez más”. En diálogo con El Ciudadano, en el marco de la interna del FdT, Rossi evitó pronunciarse como “albertista” o como “cristinista”, categorías que no considera “permanentes”, pero reivindicó su pertenencia kirchnerista. Pidió ampliar la oferta electoral en la provincia hacia la centroizquierda, llamó “engendro” al frente de frentes y lo comparó con la “Alianza Santafesina”. Sobre Javier Milei, hizo un parangón con la vieja Ucedé, que “llenó un estadio de River” y llamaba “estatista” a Martínez de Hoz.
—Le escuché decir que la AFI tiene que dedicarse a la Inteligencia y no al espionaje. En el imaginario colectivo esas palabras son casi sinónimos. ¿Cómo se puede explicar la diferencia?
—El espionaje en general se lo asocia a las tareas que en algún momento hizo la agencia, o sectores de la agencia, que no tienen que ver con la inteligencia, por decirlo de alguna forma. Espionaje es lo que hizo la mala imagen de la agencia. Esto que hemos denunciado, de sacar a la agencia de los sótanos de la democracia, de los suburbios de la democracia, que hace que no solamente se hable de espionaje, sino también del jefe de los espías y de ese tipo de cuestiones. En realidad, la inteligencia es una materia importante para cualquier Estado. ¿Qué significa inteligencia? Significa darle a los decisores una información analizada y calificada que permite que se incorpore a su escenario de situación, y que a la hora de tomas las decisiones el margen de error sea el menor posible. Eso es inteligencia. Y sobre eso hay que trabajar. Hay toda una inteligencia ligada a la cuestión internacional y a un mundo que viene cambiando permanentemente. La inteligencia que tiene que proteger nuestras infraestructuras críticas, por ejemplo, las centrales nucleares. Una inteligencia orientada hacia el delito transnacional. Una inteligencia sobre el Atlántico Sur, Malvinas y la Antártida. Hay varios ejes sobre los cuales hay que trabajar fuertemente.
—Tendría una mirada más hacia afuera de la Argentina y no tanto hacia adentro.
—Bueno, sí, la cuestión internacional ocupa un lugar importantísimo ahora. Para mí es prioritario, por todo lo que está sucediendo en el mundo. Es un mundo que ya venía cambiando antes de la invasión de Rusia a Ucrania, pero que ahora, paulatinamente, cambia cada vez más. No es el mundo estático post Guerra Fría, post caída del Muro de Berlín, con liderazgo unipolar. Este es un mundo que tiene multipolaridad y que está sumergido, hoy por hoy, en el conflicto bélico más importante desde la Segunda Guerra Mundial, o desde la Guerra de Corea. Pero que además no es un conflicto cuyas consecuencias están circunscriptas un ámbito regional, sino que tiene impacto en toda la economía mundial, y lo estamos viendo todos los días. Obviamente que eso merece un análisis y una cantidad de información, en ese sentido.
—Entre lo que todos conocemos de la AFI y el objetivo que se propone, ¿la agencia tiene personal idóneo?, ¿tendrá que incorporar recursos?, ¿con qué se encontró? Me imagino que la ex interventora Cristina Caamaño hizo parte del trabajo.
— Me encontré con eso, con una agencia ordenada, mirando hacia el futuro y no anclada en el pasado. Y con personal técnico muy capacitado, con altos niveles de capacitación. La agencia tiene una escuela de Inteligencia, donde también todos sus integrantes se forman, se capacitan. Tiene un nivel de personal muy calificado y muy apto para llevar adelante esa tarea. Obviamente que también pueden aparecer cuestiones puntuales donde uno busca asesoramientos puntuales. Pero tiene muy buen nivel de personal técnico idóneo y capacitado.
—En base a lo que ha pasado estos últimos años sobre todo, hay una percepción de que parte de ese personal está acostumbrado a espiar, pinchar teléfonos, y usted plantea análisis de información. Son dos cosas opuestas.
—Por eso, no hay que confundir espionaje con inteligencia. Lo que el común de los argentinos entiende como espionaje es una actividad ilegal. Porque la agencia tiene prohibido por la ley de inteligencia nacional hacer las cosas que por ejemplo han sucedido en los cuatro años de gestión de Macri. Por ejemplo, el espionaje al colectivo del ARA San Juan, el espionaje de la Gestapo macrista, son hechos que no hubo durante la gestión de Cristina Caamaño, no los va a haber durante mi gestión.
—Se ha transformado en una de las espadas defensoras de la gestión de Alberto Fernández. Siento que usted está muy acostumbrado a cumplir ese rol con la ex presidenta Cristina Fernández. ¿Cómo se siente estar de alguna manera del otro lado cuando CFK insiste en que por este camino no se ganan las elecciones de 2023?
—La realidad es que yo tengo 20 años de kirchnerista, tengo mayoría de edad. Conocí a Néstor Kirchner en el 2002. A partir de ese momento empecé a trabajar y a militar con él. Fui su jefe de campaña en el 2003 en la ciudad de Rosario. Néstor Kirchner me coloca en la cabeza de la lista de diputados nacionales, en el 2005. Fui presidente de bloque del 2005 al 2013. Participé de todos los debates políticos, defendiendo la gestión de Néstor primero y de Cristina después. Fui ministro de Defensa de Cristina hasta el último día de su mandato, del 2013 al 2015. Estuve al lado de Cristina y de Máximo durante los cuatro años de persecución macrista. El día que Bonadio le dictó la prisión preventiva y que no se pudo efectivizar, porque ella tenía fueros, el 7 de diciembre de 2017, el que estaba sentado al lado en la conferencia de prensa era yo, porque era el presidente del bloque de Diputados del FPV en ese momento. Reivindico cada uno de los días de los 12 años de gestión de Néstor y Cristina y cada una de las políticas que se llevaron en esos 12 años de gestión. Y reivindico la actitud política de defender su liderazgo durante los cuatro años de persecución macrista. Después, obviamente que apoyé la decisión de convertirlo a Alberto Fernández en presidente de la Nación. Y yo lo que entiendo, que lo que estoy haciendo hoy desde mi identidad de kirchnerista, es lo mismo que hice en el 2009. En el 2009, después de la 125 y de la derrota electoral que tuvimos en esas elecciones intermedias. Yo recuerdo, era presidente del bloque de Diputados, venían a verme dirigentes del peronismo diciéndome que había que construir el post kirchnerismo porque la etapa de Néstor y Cristina ya estaba terminada. Y yo les decía que no era así y que la única posibilidad de tener potencialidad electoral en las elecciones del 2011 era apoyar la gestión de Cristina y fortalecer su liderazgo. Estoy haciendo exactamente lo mismo, ahora, años después con Alberto Fernández. Entiendo que no hay ninguna posibilidad para una fuerza política oficialista, electoralmente hablando, que no esté ligada al fortalecimiento de la gestión. Y creo que lo que hay que hacer es eso, apoyar para fortalecer la gestión. Me he posicionado, he dicho claramente que había que apoyar la decisión del presidente alrededor del acuerdo con el FMI, y eso ha generado miradas distintas, nada más que eso. Entiendo la otra mirada, traté durante todo este tiempo de ser comprensivo, de comprender por qué estaban sostenidas las posiciones de debate de cada uno, reivindico las palabras de Cristina, de que esto es un debate, pero también digo que los debates, cuando una fuerza política gobierna, no se pueden sostener en el tiempo en forma indeterminada. En algún momento el debate tendrá que encontrar una síntesis, y si no encuentra una síntesis tendrá que bajar de intensidad y deberemos aprender a convivir con las diferencias. A mí me parece que peronismo y kirchnerismo son categorías permanentes ya. Porque significan cosas. Cuando uno dice soy peronista habla del 17 de octubre del 45, del aguinaldo, de los derechos de los trabajadores, de los 18 años del exilio, del regreso de Perón, de la movilidad social ascendente. Cuando uno dice soy kirchnerista habla de la nacionalización de las AFJP, de la nacionalización de YPF, de la política de derechos humanos, de Néstor bajando el cuadro, del no al Alca. ¿Qué significan que son categorías permanentes?, que están validadas por la historia. Después hay dos categorías coyunturales, y no me siento cómodo con la definición de ninguna de las dos, porque son categorías no totalizadoras ni globalizantes, sino que excluyen al otro. No me siento albertista porque esa definición no incluye a Cristina. No me siento cristinista porque esa definición no incluye a Alberto. Obviamente que en la coyuntura todo el mundo intenta etiquetarte, pero yo hago todo el esfuerzo para que no etiqueten porque no me siento etiquetado con ninguna de esas definiciones.
—Le pido una reflexión en relación al surgimiento de la candidatura de Javier Milei y todo lo que eso implica como cuestionamiento a la clase política.
—Yo creo que es un proceso que no hay que sobreestimarlo ni subestimarlo. En 1985 apareció con mucha fuerza, en los albores de la democracia, una fuerza política a la derecha de los partidos tradicionales, en ese momento el PJ y la UCR. Fue la Ucedé, la Unión del Centro Democrático. Y fue una fuerza política que logró tener un recorrido interesante, sobre todo hasta el 2009. Conformó un grupo de diputados nacionales muy fuerte, fue la tercera fuerza en las elecciones de 2009. Llegó a constituir una organización juvenil, con ramificación universitaria muy fuerte, la Upau, que llegó a ganar centros de estudiantes y competir por la conducción de la Federación Universitaria. Este tiene claramente similitudes a este proceso, porque también la expresión de Milei crece a la derecha, en este caso de las dos coaliciones más importantes. Tiene otro punto de contacto en algunas definiciones: cuando Milei dice que Larreta es de izquierda, yo recuerdo que (Álvaro) Alsogaray decía que (el ex ministro de Economía de la dictadura, José Alfredo) Martínez de Hoz era estatista. No es que el liberalismo no había aparecido en la Argentina. Esta es una experiencia que de alguna manera ya vivimos. ¿Cuáles son las diferencias? Están en la forma de presentación, la Ucedé escondía que era de derecha, se llamaba de centro, y escondía su pasado pro dictadura, por eso se llamaba democrática, porque no quería aparecer como cómplice de la dictadura. Acá es al revés. Milei exacerba su condición de dirigente político de derecha, con expresiones muy duras desde todo punto de vista, con mucha virulencia verbal, por decirlo de alguna manera, y con un negacionismo importante de todo lo que fue la dictadura en esos siete años. Pocos se acuerdan que la Ucedé llenó la cancha de River en un acto, en algún momento. Seguramente interpela en algún aspecto, pero no es novedoso en la política argentina.
—¿Usted imagina que el FdT se mantiene en la provincia como está?
—Lo que nosotros estamos convencidos de que hay que hacer todos los esfuerzos para ampliar al Frente de Todos. Con la actual composición del FdT, las posibilidades electorales se van a disminuir. Y hay que ampliarlo hacia el progresismo, hacia la centroizquierda, porque está claro que con esta conformación del frente de frentes, los partidos políticos más de derecha van a estar todos en el mismo lugar. Creemos que ese debe ser el camino. Ampliar el Frente de Todos y tratar de enarbolar acuerdos con aquellos sectores que tengan una mirada progresista de la sociedad y que estén dispuestos a dar una batalla importante, que es evitar que la derecha se quede con la provincia de Santa Fe, que es a lo que va a apostar todo este engendro que va a ser el frente de frentes.
—Hablando del frente de frentes, ¿cómo ve la posible incorporación del socialismo? ¿Lo cree posible?
—Yo espero que no, pero alguna vez en Santa Fe existió la Alianza Santafesina. Eran todos los partidos políticos contra el peronismo. Era otro peronismo, es cierto, pero también estaba (Alberto) Natale, de la de Democracia Progresista, (Horacio) Usandizaga de la UCR. En general no hablo de los otros partidos, pero frente a una coalición que es claramente de derecha tenemos que hacer los esfuerzos para construir una coalición centro progresista, por decirlo de alguna menera, y eso es lo que creemos que hay que hacer.