A pesar de lo premiado o adverso que puede ser esta profesión, el “Pata” López siempre supo mantener abajo y arriba del ring una personalidad humilde que no sólo generó el respeto de sus colegas, también se adjudicó los laureles más importantes que puede lograr un deportista: un lugar en los corazones de los aficionados, que supieron acompañarlo en cada una de sus presentaciones, rememorando viejas épocas donde los ídolos barriales abundaban.
Rubén Darío López, de oficio carpintero, nació en la ciudad de Rosario el 26 de noviembre de 1982 y junto a la competencia boxística construyó una familia con su esposa Verónica, con quien tiene tres hijos: Mateo, Yasmin y Giuliana. Criado en una región futbolera, su primera experiencia deportiva la hizo en un potrero detrás de una pelota, pero una lesión en la rodilla truncó ese camino, abriendo paso a otro, cuando acompañado por un amigo visitó el gimnasio de box “Ringo Bonavena”, a cargo de los entrenadores Chaparro y Marota. Así fue que guanteo tras guanteo descubrió su cualidad de guapo y sin traicionar su temperamento, a los tres meses ya estaba peleando en un festival amateur.
Abriendo la charla con El Ciudadano, el Pata relata “Ese debut como amateur fue en Villa Gobernador Gálvez, a los 21 años, con un muchacho que tenía cinco peleas, un pibe armado físicamente y con más experiencia. Mi hermano, cuando lo vio, se agarraba la cabeza preocupado, pero como soy ansioso para todo, hasta para tirar piñas, logré un empate, ya que lo atropellé en todos los rounds”. “El tema fue cuando terminó la pelea: me temblaban las piernas tras el intenso esfuerzo y casi no podía bajar la escalerita del ring”, rememoró López con una sonrisa.
Los tropiezos y la gloria
Tras una campaña amateur de 44 combates surgió una división entre sus entrenadores que provocó varios tropiezos, pero entre idas y vueltas logró hacerse la licencia profesional. Posteriormente y tras una etapa de inactividad, decidió volver con su antiguo entrenador, pero una lesión en el hombro atrajo el fantasma del retiro. Fue ahí cuando este técnico, Bartolomé Chaparro, lo contuvo y pudo avanzar con su debut profesional ante Sergio Adrian Boltri, contra quien consiguió un empate. La etapa de parates en el entrenamiento aún era un proceso no resuelto y abandonó el boxeo en varias oportunidades, pero su acercamiento al reconocido entrenador Carlos “Charly” Alanis motivó su retorno y las mejoras dieron sus frutos.
“Me sentí más motivado a nivel competitivo y logré debutar por televisión en mi cuarta pelea profesional, ganando por nocaut en el primer round”, evocó López, quien enseguida agregó: “Posteriormente vuelvo a ganar por la vía rápida pero esta vez en Córdoba y empecé a tener más confianza, lo que me permitió una tercera victoria y así se fue terminando la mala racha”.
Y entre tantas cosas, hay algo que recuerda muy especialmente: “Un día me llama Charly para informarme sobre una pelea en Mendoza con Claudio Tapia. La agarramos y en el combate metí un boleado de derecha que entró pleno, luego otro y en el tercero esquivo dos manos y meto una contra que se incrusta en el mentón y Tapia se desplomó. Fue un nocaut tremendo, yo gritaba de emoción. Tapia era fondista con más de 40 peleas profesionales, yo solo acumulaba 15, un boxeador reconocido que había peleado por títulos internacionales y sudamericanos”.
Llegando a su 13ª pelea apareció la chance por el título WBO Latino, el 13 de marzo de 2015, en el Club El Tala, contra el cordobés oriundo de Villa María, Raúl Horacio Centeno. Una pelea difícil donde el mediterráneo le ganó por nocaut técnico. Luego tuvo una seguidilla de derrotas, buscó sin suerte el titulo argentino ante Pablo Barboza, en pelea pareja, y hasta combatió con Manvel Sargsyan en Rusia, también con Miguel Antin y Elias Araujo, hasta que volvió a la victoria con un nockaut técnico ante Sebastián Báez.
El Pata rememora su pelea en el gigante ruso: “La pelea allí como semifondista fue en septiembre del 2015. Una linda experiencia, era la primera vez que subía a un avión. Me tocó perder por nockaut en el cuarto asalto con un armenio, que me metió una buena mano al hígado y no pude recuperarme. Son tipos que tienen otra posibilidad en este deporte: en Argentina hay que trabajar y entrenar, en cambio a ellos les dan las zapatillas, la ropa, las vitaminas, también la comida y pueden entrenar doble o triple turno sin que les falte nada, esa es la gran diferencia. Manejan de otra forma la carrera de los deportistas, los atienden bien y les dan posibilidades como si fuese un jugador de fútbol. Acá a los boxeadores no les dan valor alguno o muy poco”.
Luego vino lo más ansiado: “Apareció la chance por el título versión plata de la Organización Mundial de Boxeo (OMB), de la categoría súper ligero el 24 de febrero de 2017, ante Martín Aguilera en el Olímpico Football Club de Villa Gobernador Gálvez, donde me consagré campeón. Había nacido nuestra bebé Juliana un lunes y el viernes gané el título por nockaut en el segundo round, una pelea donde Aguilera era el favorito, tenía 20 combates de las cuales había ganado 12 con 8 KO, pero yo sentí todo muy positivo, nacía mi hija y era mi oportunidad, ya habían pasado dos títulos que no pude obtener y la tercera fue la vencida”.
López recuerda esos momentos vividos con mucha emoción: “El festejo fue inolvidable y el 8 de julio de 2017 defendí exitosamente, ante Diego Tejerina, el título plata súper ligero en el Sportivo América. Todos los muchachos me recibieron en el barrio para festejar. Para mí fue un premio a mi familia y a la gente que me sigue, porque soy realista que al tiempo que le dediqué al deporte y las imposibilidades por tener que trabajar para sobrevivir se torna difícil y más cuando debes combatir con tipos que tienen más ayuda. Todos soñamos con ser campeones del mundo, pero soy consciente que para tener esa posibilidad a uno lo deben ayudar, bancar deportivamente para dedicarle mucho más tiempo al entrenamiento”.
Pero siempre agradecido manifiesta: “Gracias a Dios en el barrio me quieren mucho y siempre iban a verme en autos o alquilaban algunas combi, valoro mucho eso. Mis amigos son trabajadores, gente humilde y la mayoría tiene familia, es un gasto extra y a todos les cuesta, pero ellos le pusieron un cariño aparte, nunca me exigieron nada y simplemente disfrutaban verme pelear y alentarme con sus canciones”.
El aprendizaje del boxeo
Rubén “Pata” López continuó su derrotero realizando varios combates en el exterior viajando a Uruguay ante Luis Ernesto Rueda y a Estados Unidos frente a Frank De Alba, finalizando su carrera ante el campeón de mundo IBO Jeremías Ponce el 13 de noviembre de 2020.
Tras una campaña llena de emociones y sacrificio, “El Pata” expone una reflexión: “No hace falta ser campeón del mundo para despertar pasión en la gente. A mí me llena el alma recordar el sacrificio que hice. A veces dicen ‘estoy con el campeón’ y les contesto ‘prefiero que me digan Pata’. Quiero que me reconozcan como persona, porque uno puede ser campeón pero si sos mala gente ninguna corona te sirve. Uno cosecha lo que siembra por eso prefiero el cariño. Esta es una carrera que lleva muchos años, cuesta mucho y ante todo hay que tener respeto al entrenador, al rival y principalmente al deporte”.
Especial para El Ciudadano de Ever Palermo, ex boxeador amateur y autor de “Rebeldes de uniforme” y “Puños Rosarinos: tierra de campeones”, libro declarado de interés Municipal y Provincial.