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Rubén Giustiniani: «Un plan estratégico de urbanización para que haya una sola y no dos Rosario»

El líder de Igualdad y Participación busca renovar su banca a lomo de dos puntos sobre los cuales sintetiza los problemas de la provincia: la educación y la batalla del Senado contra las leyes de apertura de derechos. Sobre la inseguridad, apunta a acabar con la profunda desigualdad santafesina

Rubén Héctor Giustiniani nació en el seno de una familia trabajadora de clase media, de padre obrero y madre costurera, de gran participación en el barrio sureño de Acindar, derivada de su actividad solidaria en la Iglesia. Esa cercanía con sus vecinos y la militancia estudiantil, primero, y política después, es lo que lo llevó a ser parte del Partido Socialista.

Hace doce años, el ingeniero civil se alejó del partido de la rosa roja y construyó un espacio propio que lleva por nombre los principios de un socialismo que, según describe, no cupo en las estructuras del partido: Igualdad y Participación.

—¿Cómo arrancaste tu carrera?

—Lo nuestro fue siempre una militancia social, es decir, nosotros arrancamos militando en la universidad y en el barrio, pero nunca nuestra expectativa era tener un cargo. La militancia no era una escalera para ser concejal, después intendente, diputado y después presidente. Yo nunca soñé con ser presidente de la república, yo siempre soñé con la justicia social y militábamos por eso. Mi punto de inflexión fue en la escuela secundaria, en la técnica 5, y en la universidad, ya integrado a las agrupaciones del Movimiento Nacional Reformista (MNR) que era del socialismo.

Creo que por la tendencia de mi mamá con el tema de la solidaridad y la búsqueda de la justicia fue lo que me llevó, más por la práctica social que por la ideología y la doctrina, a empezar a interesarme por las ideas del socialismo e integrarme al Partido Socialista. En el 2011 planteé mi disidencia pública con la conducción del Partido Socialista. A partir de ahí hicimos un camino propio que es Igualdad y Participación, que integramos con Silvia Augsburger. Planteamos nuestra posición de que la política tenía que abrir la puertas y ventanas, que era fundamental que el Partido Socialista definiera un rumbo mucho más concreto hacia la gente que, desde nuestra perspectiva, en aquel momento la estaba perdiendo. Había una pérdida de contacto con la sociedad y una burocratización del poder.

Rubén Giustiniani y Bruno Carlovich, precandidato a concejal en Rosario por Igualdad y Participación.

 

—¿Y vos pensás que esa posición se mantiene hoy?

Se ha agravado, se ha profundizado, lamentablemente. Y eso fue, desde mi punto de vista, lo que motivó la pérdida de la ciudad de Rosario y la pérdida de la provincia de Santa Fe. Cuando yo dejé la conducción del partido en el año 2011 a nivel nacional, el socialismo llegó a tener 11 diputados nacionales, un senador nacional, gobernaba Rosario y la provincia de Santa Fe, tenía presencia en todos los distritos del país y la mayoría de esas cosas se han perdido. Lo más importante que se ha perdido es una línea nacional y una posición nacional clara del socialismo del lado de los trabajadores y de los que menos tienen. Ésa es la línea política que hizo que un partido chico como el Partido Socialista llegara a ser un partido con peso específico electoral y esto se perdió.

De hecho, hoy el socialismo compone un espacio electoral que está integrado por radicalismo, el PRO y otros sectores reaccionarios. Manifestamos que ese proceso iba en esa dirección mucho antes de que se precipitara como se precipitó ahora, y por eso manifestamos nuestra disidencia pública en 2011.

Rubén Giustiniani: “La verdadera grieta es el 40 por ciento de pobreza”

Hay un crecimiento muy importante de la antipolítica o más bien una derechización de los discursos públicos que abona en fuerzas que, públicamente, son antisistema.

La antipolítica está creciendo hoy en Argentina y en el mundo porque es el resultado de la falta de respuesta que dan los partidos políticos y los gobiernos. En Argentina llegamos hoy a un 40 por ciento de pobreza y 100% de inflación. El malestar con la democracia se manifiesta hacia el malestar con los partidos políticos que están en los gobiernos, y por lo tanto eso abre al crecimiento de la antipolítica. 

La verdadera grieta existente, más que entre un partido A y un partido B, es la grieta entre la sociedad y la dirigencia política. Desde la política hay que hacer una reflexión, porque por supuesto que el camino no es la antipolítica que vemos crecer, sino el camino de una más y mejor política. Mejor política es si los partidos políticos entiendan que tienen que abrir su puerta y ventanas a la participación de la sociedad. 

El siglo XXI tiene que poner a la sociedad como el eje fundamental de la construcción de una democracia de nuevas bases. El siglo XX fue la disputa entre más mercado y más Estado. Culturalmente esa pelea la ganó el neoliberalismo y hoy vivimos en un mundo culturizado por la ideología del neoliberalismo. El rol del Estado debe discutirse con la participación de la gente, no con partidos políticos encerrados en sí mismos que terminan encapsulados y cuestionados desde la inmensa mayoría de los sectores de la sociedad, que miran con desconfianza a la dirigencia política. No se sienten representados y no ven a la política como algo lejano, como un privilegio y en muchos aspectos tienen razón, porque a los políticos le va muy bien y la mayoría de la sociedad está en crisis. La crisis económica lleva a la crisis social, y la crisis social lleva a la crisis política, y de la crisis política pasamos a la crisis de representatividad. Hoy hay una crisis de representatividad en Argentina.

Giustiniani con su compañera de espacio en la Cámara de Diputados, Agustina Donnet.

 

¿Y vos te reconocés integrante de ese proceso de crisis?

—¿Cómo no voy a hacer esa autocrítica si soy un militante político? Si uno no hace autocrítica creo que limita la posibilidad de crecimiento personal, colectivo. El proceso político debe autocriticarse permanentemente porque es la única manera de crecer. Aceptar que se cometen errores. Pero acá hubo un proceso que es mucho más profundo que autocriticarse los errores. Venimos de una realidad donde si no nos plantamos ante una ola neoliberal, que es remar contra la corriente, que es patear el tablero y plantear una democracia de nueva base, vamos cada vez peor para los grandes sectores populares.

Volvamos a la segunda arista que planteaste y hablemos sobre la crisis económica. ¿Qué análisis hacés de la situación?

—Argentina tiene un grave problema de crisis de la deuda que la ha llevado a una negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que le va a profundizar esa crisis económica que tiene. Las recetas del FMI son conocidas y comprobadas que, en todos los países del mundo donde se han aplicado de la manera que se aplican, generan más desempleo, más pobreza, menos salud, menos educación. Porque el objetivo del FMI es que paguemos la deuda gigantesca contraída, irresponsablemente, en la magnitud y en las condiciones de pago que se asumieron en el gobierno anterior y que este gobierno hizo una negociación que genera compromisos que van a ser un duro costo para la sociedad.

Ese es un condicionante importante a nivel país. A nivel de la provincia, no hay relación entre una provincia rica como Santa Fe con los cordones de pobreza y de marginalidad que tienen nuestras dos grandes ciudades, Rosario y Santa Fe. Vivimos en la provincia de Santa Fe un claro tema que se debería discutir en Argentina, que es la redistribución de la riqueza.

Es falso que el sistema impositivo castiga a todos por igual, de mal manera y que tenemos impuestos insoportables. Mientras no se discuta un sistema tributario más justo donde paguen más lo que más tienen, los que más ganan, es muy difícil la salida de Argentina en la generación de divisas para que el Estado pueda jugar un rol importante en el proceso económico.

Uno de tus caballos de batalla ha sido la cuestión de la educación.

—Primero, yo trabajé mucho con la Ley Nacional de Educación del año 2006, con la Ley de Educación Sexual Integral y la Ley de Financiamiento Educativo, tres patas de una misma cuestión. La educación es la mejor política social, la que genera mayor igualdad de oportunidades. La educación en Argentina con la ley 1420 del mismo guardapolvo blanco, en el mismo banco, sentó al hijo del rico junto al hijo del pobre. La Reforma Universitaria de 1918 que abrió las universidades al pueblo y el hijo del colono pudo llegar a ser médico, abogado. Eso es lo que hizo a una Argentina de clase media, una Argentina popular, distinta al promedio de los países de América Latina. La educación lo hizo, no tuvo nada que ver ser sexta potencia mundial exportadora de granos en las primeras décadas del siglo XX. La idea de la educación popular, pública, gratuita y obligatoria fue la que lo hizo. 

Hace poco vimos un informe en donde los presupuestos educativos de los gobiernos provinciales, salvo en dos provincias de las cuales ninguna es Santa Fe, han decrecido en relación al presupuesto global. En Santa Fe, en los últimos años, no sólo con este gobierno sino con los gobiernos anteriores, lo hemos marcado. El porcentaje del presupuesto educativo en Santa Fe ha ido disminuyendo. En los últimos 10 años, el 33% de participación en el presupuesto general, a hoy que es un 27%. Esto es porque no se pone la educación como prioridad. Para nosotros es una de las claves.

Somos uno de los únicos países del mundo, y esa es una de las cosas positivas que todavía tiene Argentina, en donde un hijo de un trabajador puede llegar a ser profesional. Eso no pasa en Europa, no pasa en Estados Unidos y prácticamente no pasa en ningún país de América Latina. Puede pasar algo parecido en Uruguay, pero no pasa en Chile, no pasa en Brasil. Y eso es el verdadero real ascenso social, esto que llaman movilidad de clases.

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—Eso es un análisis de situación. ¿Cómo y sobre qué puntos avanzarían?

—Para empezar no tenemos ley de educación en Santa Fe. Es una vergüenza que no tenemos una ley de educación sexual e integral. A mí me tocó trabajar con la ley nacional en Santa Fe. Venimos insistiendo desde que soy diputado, logramos tres medias sanciones en la Cámara de Diputados y el Senado no la trata. En Santa Fe puede venir un gobernador que diga: «Bueno, hago lo que quiero con la educación», porque no hay una política de Estado que se asiente en una ley y que marque un ancho de un camino, donde uno de los artículos que planteamos es que ese presupuesto educativo tiene que crecer todos los años, no disminuir como viene pasando. Eso te garantizaría sueldo justo para los maestros y no estás discutiendo cada vez, con paros de actividad, y perdiendo días de clase.

Los militantes de La Libertad Avanza entienden que la crisis de seguridad se mejora con más educación. ¿Cuál es la lectura de Igualdad y Participación sobre la situación de la violencia en la provincia?

—La causa más profunda de la situación de inseguridad en Santa Fe y específicamente en la ciudad de Rosario es que tenemos ciudades cada vez más desiguales, que se transforman en ciudades cada vez más violentas. Hemos visto la evolución en Rosario, donde hay una parte muy linda que viene el turismo y está muy desarrollada, y después está todo el cordón que rodea Circunvalación desde el sur hasta el norte, donde hay más de 500 mil personas que viven en condiciones deplorables. 

Eso en primer lugar, y en segundo lugar hay una policía, que se autonomizó en su momento y que más que formar parte de la solución es parte del problema, en un marco de crecimiento del narcotráfico ayudada por la situación geográfica de Rosario. Esto llevado a los barrios más carenciados de la ciudad, los barrios populares, la disputa de territorio por el narcomenudeo genera una violencia con muertes diarias y de sangre permanente, todo esto sin política alguna de prevención en la ciudad que permite que a los pibes, cuando van a la escuela o a una mujer que sale recién del trabajo, le roben el celular, o la cartera o la mochila, o cualquier cosa de valor que tengan encima y ahí está la inseguridad de todos los días

Entonces tenemos un problema que tiene múltiples aristas. Y un aspecto central es que se constituya un plan estratégico de urbanización de la ciudad para que no haya dos Rosario sino una sola. Y tenemos que coordinar un plan estratégico de seguridad con la coordinación de los tres niveles del Estado. Es necesario un plan integral en estos dos aspectos para poner un punto de inflexión. El que diga que en quince días termina con el problema de la inseguridad en Rosario miente. Acá hay que poner un punto de inflexión a esta violencia, y se la pone abordando la problemática desde todos estos aspectos juntos.

—Hay otros espacios políticos que también están planteando exactamente lo mismo que usted, específicamente espacios de izquierda y centroizquierda como el Frente Amplio para la Soberanía o Ciudad Futura, con los que ha congeniado en otras oportunidades. ¿Qué es lo que pasó que no se pudo dar esa conjunción?

—Distintas estrategias electorales. Para nosotros era posible la conformación de un espacio alternativo con candidato a gobernador, intendente y no para disputar dos bancas, sino para para hacer una verdadera tercera fuerza en la provincia de Santa Fe con competencia interna en las Paso. Y bueno, no hubo acuerdo en ese planteo que nosotros hicimos desde un primer momento. Lamentablemente creo se ha corrido a una estrategia de estar o dentro o cercano a la grieta. Nosotros no compartimos, apuntamos a una política independiente de la grieta y creíamos posible constituir esa tercera fuerza política progresista en Santa Fe, de centroizquierda, alternativa, y lo vamos a hacer en la próxima elección.

No tuvimos la fuerza en esta como para ganar con ese criterio, así que por eso vamos como Igualdad como fuimos hace cuatro años atrás, pero seguramente estaremos nosotros y ellos en la Legislatura y, como todo este tiempo, vamos a seguir trabajando juntos.

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