El entrenador cordobés Rubén Magnano es parte desde este viernes de la clase 2020 que ingresará al Salón de la Fama de la Fiba. El constructor de los míticos seleccionados que fueron, primero, subcampeones mundiales (2002) y luego campeones olímpicos (2004) es el sexto argentino elegido, luego de Luis Martín, Oscar Furlong (2007), Ricardo González (2009), el DT Jorge Hugo Canavesi (2016) y Fabricio Oberto (2019).
La ceremonia virtual de ingreso de Magnano, junto a otros 11 elegidos, se dio a conocer este viernes en el día del cumpleaños de FIBA, en la plataforma virtual y puede verse en Youtube.
De carácter tenaz, demandante y riguroso, comenzó su camino en la Selección dirigiendo a los juveniles, con quienes conquistó el Sudamericano y Panamericano U21 en el 2000. Esto le abrió el camino para asumir en la Mayor al año siguiente, y los títulos no tardaron en llegar: campeones invictos del Sudamericano en Valdivia (Chile) y del Premundial en Neuquén, con un plantel lleno de estrellas, que más adelante será reconocida como la Generación Dorada, gracias a la medalla de oro conseguida en Atenas.
Aunque su expedición en la albiceleste duró sólo cuatro años, el tiempo le alcanzó para sumar cuatro estrellas más al historial argentino, más el subcampeonato mundial de Indianápolis 2002 y el segundo lugar obtenido en el Preolímpico de República Dominicana en 2003.
Magnano también dejó su huella en las competencias nacionales, en especial en el Atenas multicampeón de los 90, con un regreso estelar hacia fines de la década de los 2000. Con el Griego ganó cuatro títulos de Liga Nacional (1992, 1998, 1999 y 2009), dos de Liga Sudamericana (1993 y 1994), dos del Sudamericano de Clubes (1997 y 1998) y un Panamericano de clubes en 1996. De los 20 títulos nacionales e internacionales que tiene la institución más laureada del básquet argentino, nueve fueron con él en el banco.
Entre Atenas, Boca y Luz y Fuerza de Misiones, equipo con el que ganó el TNA (hoy Liga Argentina) en 1995, contó con un total de 421 apariciones en la Liga Nacional, con un 68.3% de victorias en esos partidos (récord de 288-133), el máximo porcentaje entre el top 10 de entrenadores. Su último paso por nuestro básquet lo dio en Atenas: renunció en diciembre del 2009. Pero, claro, más allá de triunfos y de forjar un imperio, marcó a muchos con la conformación de equipos, como aquel de Atenas la 97/98 que tal vez haya sido el mejor de siempre en la Liga Nacional, el cual fue campeón nacional y además tercero en el mítico Open McDonald’s de París en 1997 -estuvo a segundos de jugar la final con los Bulls de Jordan-.
Formar parte del Salón de la Fama constituye el mayor reconocimiento que puede otorgar la entidad madre del básquet mundial a la carrera de un jugador, entrenador, árbitro o dirigente.