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Rubin “Huracán” Carter, una verdadera vida de película

Rubin “Huracán” Carter, la historia de un púgil injustamente condenado a prisión y que fue llevada al cine.

De película. El genial Denzel Washington interpretó la vida del boxeador en el cine.

El mes de setiembre de 1999, la mirada del universo cinematográfico se instaló en la ciudad de Toronto, Canadá. La 24ª edición del tradicional festival de cine se desarrollaba en toda su intensidad. En el moderno estadio Sky Dome, el público se puso de pie y ovacionó el final de una película que estaba fuera de concurso. La ovación no fue sólo para el film: alcanzó también a un envejecido hombre que, parado, alzó sus brazos y escuchó emocionado aquella muestra de solidaridad.

Terminaba de caer el telón de “Hurricane”, dirigida por Norman Jewison e interpretada en el papel estelar por el notable actor Denzel Washington.

La biografía de Rubin Carter, la cual escribió estando preso, fue todo un éxito. Carter era un  ex boxeador que, de retador número uno al título mundial de los medianos, pasó por la pesadilla de ser el preso  45.472 de una cárcel estatal norteamericana. Sufrió la injusticia de pasar 19 años encerrado por un crimen que no cometió.

Rubin Carter nació el 6 de mayo de 1937, en Paterson, New Jersey. De familia humilde, rápidamente encontró en el boxeo el destino para mejorar su vida. Debutó profesionalmente el 22 de setiembre de 1961, derrotando a Pike Reed en Annapolis. Su carrera tuvo el vértigo que acompaña al éxito y se instaló entre los mejores medianos del ranking.

Peleó con grandes. Venció al argentino Farid Salim y a Luis Rodríguez en Nueva York. En París a Fabio Beltini. En Londres  a Harry Scott y en New Jersey a Johnny Torres. Alcanzó dos resonantes triunfos al noquear en un round a los campeones Emile Griffith y al cubano Florentino Rodríguez. Tuvo un intento mundialista. Fue el 14 de diciembre de 1964, perdiendo por puntos con Joey Giardello en Filadelfia, en un fallo muy polémico.

Peleador furibundo, brutal, recio. De pegada letal. Físico musculoso y fornido. Lucía y se destacaba en las 160 libras (72,574 kilos). Lo bautizaron Hurricane (Huracán).

En las puertas de una nueva pelea por el título mundial,  ubicado octavo en la clasificación, su mánager decidió que hiciera una pelea previa. Rosario y el mítico Estadio Norte lo recibieron. El 5 de agosto de 1966 en Avenida Alberdi y José Ingenieros, Carter combatió con el cordobés Juan Carlos “El Puma” Rivero.

Estadio colmado. Pelea intensa, vibrante, áspera. Ganó El Puma Rivero por puntos. Dos, tres y cuatro puntos a su favor, establecieron las tarjetas.

Un día antes, en conferencia de prensa, el famoso promotor del Madison Square Garden, Teddy Brenner, acompañante de Carter, dijo: “No pudo hacerse esta pelea en Estados Unidos por razones ajenas a nuestra intención”. El miércoles 3 de agosto, Carter entrenó en el Club Policial ante numerosos curiosos.

A Rubin Carter y su equipo no los inquietó mucho la derrota. Al regresar a Estados Unidos, firmaría un contrato para combatir por la corona mundial. Lo que no sabía  Hurricane ni nadie era que el destino le tuvo preparado un juego con cartas marcadas y que la pelea con Rivero sería la última de su vida. El combate debió darlo  en otro lado.

Al llegar a su país fue detenido en el aeropuerto. La noche del 17 de junio de 1966 en el Lafayette Bar-Grill de Paterson, New Jersey, dos hombres y una mujer fueron asesinados a balazos. La patrulla comenzó a buscar en la zona, hasta que encontró dos negros a bordo de un Dodge blanco. “Salgan del auto, están detenidos” fue toda la explicación que recibieron Rubin Carter y su amigo John Artis antes de ser trasladados a la cárcel.

Un jurado integrado solamente por blancos, el 27 de junio de 1967, los condenó a la pena de muerte, luego conmutada por cadena perpetua. Los dos se declararon inocentes.

Rubin Carter fue enviado a un hospital psiquiátrico de alta seguridad. Tras reiteradas quejas de trato cruel, fue trasladado a una prisión estatal en 1974. En el encierro escribió el libro “The sixteen round” (El round 16), una amarga autobiografía que comenzaba diciendo: “Rubin es mi nombre cristiano. Hurricane mi nombre profesional. Carter es mi apellido de esclavo que les dieron a mis antepasados, cuando trabajaban como tales en los campos de algodón”.

Diecinueve años tras las rejas. Dos periodistas y un grupo de colaboradores tomaron su caso. Lo estudiaron y comenzaron a trabajar para lograr una revisión. El famoso músico Bob Dylan comenzó a visitarlo. Su situación lo conmovió. Hizo suya la causa de Carter.

“Mientras los criminales, con sus abrigos y corbatas, son libres de tomar martinis y mirar atardeceres, Rubin está sentado como un Buda en su celda. Un inocente viviendo un infierno”, cantó Dylan.

A través de movimientos del músico, los periodistas y la opinión pública, su situación tomó gran trascendencia. Dylan le compuso en 1975 “Hurricane” con gran repercusión en los medios. Organizó festivales a su beneficio, ayudándole a recaudar fondos para sus demandas judiciales.

Un juez de la Corte Suprema le dictó la libertad en la última apelación. Si fallaba, no le quedaban más recursos legales. El magistrado comprobó, gracias al aporte de nuevas pruebas, que un testigo, Alfred Bello, dio testimonio falso a cambio de 10.000 dólares para inculpar a los acusados. Atrás quedaban 19 años de cárcel y horror. De encierro y oprobio. De injusticia e hipocresía judicial.

Se radicó Toronto. Fue director ejecutivo de una fundación dedicada a defender a condenados injustamente. Daba charlas motivacionales. Hablaba con jóvenes en situación de riesgo. Creo el programa “Inocencia Internacional”. “El odio me llevó a la cárcel, el amor me saco de ella”, pregonaba abriendo sus conferencias.

En 2011 le diagnosticaron cáncer. Murió el 20 de abril de 2014. Miles de personas lo despidieron. Los presos elevaron una plegaria desde todos los rincones del mundo. En las cárceles le tributaron un silencio respetuoso.

Los compases y la poesía de Bob Dylan impregnaban el aire: “Cuando un policía te para a un lado de la carretera, igual que la vez anterior y la vez anterior a esa… si eres negro, mejor ni te asomes a la calle a no ser que quieras llamar la atención”… Bob Dylan nunca más cantó la canción “Hurricane”.

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