Duendes acarició la gloria. El Verdinegro cayó ante Cuba por 21 a 20 en Villa de Mayo y no pudo retener el título del Nacional de Clubes. Así, el campeón de la Urba estiró su reinado al resto del rugby argentino. El Club Universitario de Buenos Aires fue un justo ganador y se coronó por jugar un rugby dinámico y vistoso, logrando así el primer título nacional la institución que tiene como banderas el amateurismo a ultranza y que hace una década atrás renunciaba a jugar este campeonato organizado por la Unión Argentina de Rugby.
El análisis de la final podría comenzar desde el final, desde el minuto 27, cuando Tomás Carrió acertó un penal que dejó el marcador 20-21 a favor del local. Desde allí, el elenco rosarino tuvo dos penales para pasar a ganar, pero primero el mismo Carrió y en el último minuto Mateo Escalante fallaron sus ejecuciones, por lo que Duendes no pudo sumar y se le fue el partido de las manos.
Arrancando desde el inicio, en esos minutos Cuba fue mucho más que Duendes. El local ganaba la línea de la ventaja con mucha facilidad, se imponía en las formaciones, en especial en el scrum, algo que fue un talón de Aquiles para los rosarinos, que con el ingreso de Guido Randisi a los 21 minutos del primer tiempo pudieron revertir.
Desde el minuto 13 de la primera etapa hasta el mismo minuto del segundo tiempo, Duendes hizo pie. Con Nicolás Galatro y Jerónimo de la Fuente como abanderados, rompiendo la primera línea defensiva de Cuba, lograron poner a Duendes en campo bonaerense y el Verdinegro sumaba puntos.
Estando arriba en el marcador Duendes ofrecía un combate golpe por golpe, y con mucho corazón suplía las nueve bajas titulares. El penal de Bautista Güemes sobre el inicio de la segunda parte que pegó en el travesaño y entró le dio un envión anímico fundamental a su equipo para encarar los minutos que quedaban por delante.
Cuba volvió a su libreto: tercera línea combativa y los backs corriendo para adelante, mientras que en los metros finales apostó al line y al maul para lograr anotar. Con ese escenario los cubanos se sentían de nuevo con vida.
Mientras tanto, el segundo try de Facundo Bosch pegó duro en el ánimo rosarino, ya que Duendes salió a ofrecer su corazón y a jugar el todo por el todo en los minutos finales. Pero falló dos penlaes y por esas cosas del deporte, le faltó esa pizca de suerte necesaria para ganar. Esta vez no se le dio.
Dejó todo y murió de pie
Aplaudiendo a su verdugo. Esa fue la última postal de los jugadores de Duendes en Villa de Mayo. Como verdaderos caballeros del rugby, todo el plantel atendió a cada medio de prensa que requirió de la palabra de los protagonistas. Reconociendo las virtudes de Cuba como justo campeón, y sin poner excusas, Duendes demostró ser un plantel y no tan sólo un equipo. Durante el Nacional de Clubes, tuvo que ir sorteando obstáculos para poder llegar a la definición, semana tras semana fue creciendo y ante cada golpe recibido puso la otra mejilla. Al último partido llegó diezmado pero no se amilanó, dio batalla ante un equipo entero y con todo el público a su favor, pero Duendes es eso, ante la adversidad da un plus por el amor que sus jugadores sienten por la camiseta. Duendes perdió una final, pero fuera de la cancha fue un campeón.
Palco de prensa.
Todos los medios de prensa que previamente se acreditaron para cubrir la final fueron recibidos por integrantes de la subcomisión de rugby de Cuba, que en todo momento estuvieron muy atentos ante las necesidades de los periodistas. Hubo un lugar de privilegio en las gradas para la cobertura del encuentro y además se habilitó un salón para poder trabajar luego del partido. Para imitar.
Color en las gradas.
El envión del campeonato de la Urba hizo que todo el club Universitario de Buenos Aires colmara desde temprano las instalaciones de la sede de Villa de Mayo. Con color en las tribunas, muchos pintados de azul y negro, banderas, camisetas de todo tipo y con una sola intención, la de alentar a su equipo durante los ochenta minutos, sin agredir a la parcialidad visitante. Fue tal el comportamiento de la hinchada cubana que en ninguno de los penales pateados por los jugadores rosarinos se escuchó un silbido y grito.
Presencias de lujo.
Quizás el clima no fue el propicio para una final como la de ayer. Pero en Villa de Mayo se hicieron presentes personalidades que no pasaron desapercibidas: José Luis Imhoff, ex DT de Los Pumas; Rafael Madera, histórico jugador de Los Pumas y el SIC; Carlos Contepomi, padre de Felipe y Manuel, reconocido fanático de la ovalada; Claudio Ubeda, ex jugador de fútbol y de Rosario Central, quien estuvo alentando a Duendes y un palco oficial con la plana mayor de la dirigencia del rugby argentino, encabezados por Carlos Araujo, presidente de la UAR; Luis Gradín, presidente de la Unión de Rugby de Buenos Aires (Urba), y los popes de Cuba.
Cancha pintada.
Tantas idas y venidas, pero la final se jugó donde se tenía que jugar. Dentro de Cuba hay diferencias, pues no todos piensan lo mismo sobre temas como el amateurismo, profesionalismo y publicidad. La cancha que nunca tuvo publicidad y que nunca fue pintada ayer lució impecable y con los nombres de los espónsors que hacen posible que el rugby argentino tenga un torneo de clubes del nivel que mostró este Nacional. Para 2015, se rumorea que habrá una fecha más, pues se habla de una instancia de cuartos de final para hacer mucho más atractiva la fase de clasificación. Al final, poner publicidades no fue tanto problema, ni la causa de decesos de nadie. El rugby va más allá de una publicidad.