El rugby argentino está en plena revolución. Pero en algunos aspectos la vida de los jugadores que integran los distintos seleccionados argentinos sigue siendo la misma que tiempos atrás, cuando el mundo ovalado criollo era ciento por ciento amateur y el esfuerzo familiar era la base para que los rugbiers pudiesen llegar a competir en la elite.
Aún quedan algunos jugadores que tienen un mix entre profesionalismo y amateurismo, se entrenan en el Pladar, reciben un dinero por la beca que les da mensualmente la Unión Argentina de Rugby, juegan en los seleccionados argentinos, en sus clubes cuando el calendario se los permite y además estudian o trabajan o colaboran con el negocio familiar.
El rosarino Jerónimo de la Fuente es un ejemplo de esto: el back de Duendes pasa de jugar con el Verdulero a enfrentar a las potencias del rugby en los mejores estadios del mundo en el circuito Seven Internacional y además ayuda en el negocio familiar, la histórica “Pizzería Argentina”.
Desde hace 25 años esta pizzería es llevada adelante por la familia De la Fuente; el precursor fue Edmundo, padre de Marcelo y abuelo de Jerónimo. Todos en la familia tienen responsabilidades en el negocio, todos colaboran. “No hay que olvidarse de dónde se nace y de dónde uno viene, acá en la pizzería me cambiaban los pañales, venía de chiquito. No hay que olvidarse de las raíces, este es el negocio familiar, es la pizzería, toda la familia está detrás de esto. Los hoteles pueden ser muy lindos y tener muchas estrellas, pero uno siempre extraña su casa, que yo la tengo dividida entre la pizzería y Duendes”, expresa Jerónimo de la Fuente en la charla con El Hincha mientras Edmundo prepara café para la mesa de la entrevista.
El diálogo se interrumpe por la llegada del tío abuelo Enrique Carucci, ex jugador de Tacuara, club que desapareció pero que dejó una gran huella en el rugby rosarino. La primera referencia que hace Carucci es sobre Miguel Paván, el gran capitán que tuvo Tacuara y el seleccionado de Rosario. Luego la palmada en el hombro que expresa cariño a su sobrino junto al chiste que “rugby era el que se jugaba antes”, hace que el momento sea memorable y que los presentes larguen las primeras carcajadas desde la llegada del cronista de El Hincha, que para ese momento ya se convertía en un parroquiano más.
La charla continúa pero el desfile de personajes por la pizzería es interminable. Los mozos, el cocinero, todos saludan a Jerónimo, y esos saludos tienen un sentido orgullo de ver que el nene está en el camino correcto y que cada vez que juega con la albiceleste una parte de ellos están presentes. “Sentir el respaldo de la familia es muy importante, porque no te sentís solo. En el club te felicitan todos, pero saber que la familia está detrás de uno es un plus incalculable”, sentenció Jerónimo. Y respecto a la familia agregó: “Me sigue muy de cerca, tengo a mi hermano que también juega, mi viejo que jugó en Duendes, mi vieja que le encanta el rugby, todos están siempre pendientes de las convocatorias y de mi presente en el club. Mis primas que juegan al hockey en Duendes, mis abuelos, tíos, todos en la familia siempre están pendientes y eso a uno le da tranquilidad”, dice el centro de Duendes.
La charla finaliza pero quedan algunos datos por completar. Horas más tarde El Hincha regresa a la pizzería y encuentra a mamá Sandra como encargada, Manuel y Jerónimo, que al día siguiente tienen que jugar para el Verdinegro, como responsables del delivery, y el plantel se completa con la llegada de Marcelo de la Fuente, uno de los máximos responsables de que sus hijos sean fanáticos del rugby.
Así es el día a día de una de las figuras de Los Pumas Seven. La realidad de un jugador que no es profesional pero que estuvo a 5 segundos junto al seven de derrotar a Nueva Zelanda en el torneo de Londres, que paseó su rugby por Wellington, Tokio, Gold Coast, Edimburgo, Dubai y otras ciudades del mundo, que no pierde la humildad y deja todo así sea con la camiseta albiceleste, con la del Ñandú, con la de Duendes o con la de la “Pizzería Argentina”, su equipo familiar.
“Los sueños se van cumpliendo”
Jerónimo de la Fuente ha tenido la fortuna de haber cumplido con varios sueños en su carrera. Desde muy chico su meta era llegar a jugar en la primera de Duendes, no sólo cumplió esa meta sino que en su primer año integrando el plantel superior se coronó campeón del Litoral (apoyó el try de la victoria en la final ante Jockey) y además jugó la final del torneo del Interior y 15 días más tarde levantó la copa del Nacional de Clubes, todo a los 20 años.
Pero Jero no se detiene ahí, sigue soñando como si aún fuera juvenil. “(Risas) Primero que me sigan llamando, después sería muy lindo jugar en el Seven porque este año hay una etapa en Argentina y después tener más chances en los seleccionados de 15. Y jugar en el estadio de Rosario Central contra los Wallabies sería cumplir un sueño tremendo”, expresa y le brillan los ojos imaginando esos hechos.
Jerónimo de la Fuente se toma con mucha calma todo lo que está viviendo, los viajes, las convocatorias, disfrutar cada momento es una misión diaria y sin perder de vista el sueño mayor que tiene todo rugbier: jugar en Los Pumas. El secreto para lograrlo lo saben muchos pero no todos están dispuestos porque sin sacrificios no hay recompensa.