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Rumbo Tumba: Música que invita a conectar, despertar sentidos y viajar

El proyecto que lidera Facundo Salgado, presentará “Madera Sur”, su último disco, y hará un repaso por los anteriores, donde pone en tensión la calma de la montaña, el misterio del río y la dinámica de la gran ciudad

“Me parece que hacer arte en general y música en particular que no contenga palabras, que no le diga a nadie qué pensar y qué sentir, es invitar a que ese alguien, que está dispuesto a escuchar, se conecte con su cuerpo y con su ser, se pregunte e imagine cosas, cierre los ojos y se pegue un viaje, o incluso se asuste”. Facundo Salgado, es autor de esta reflexión que pone en práctica en su música cuando, como solista, se pone el traje de Rumbo Tumba.

Rumbo Tumba se puede definir como un proyecto musical andino experimental. Su obra es un laboratorio de exploración de las texturas sonoras de la región. Instrumentos autóctonos y rítmicas tradicionales son reelaborados desde el sonido, la métrica o la fusión con otros ritmos sudamericanos. El resultado: un viaje que atraviesa la calma de la montaña, el misterio del río y la dinámica incesante de la gran ciudad.

Autodefinido como un “artesano de loops orgánicos, un hombre orquesta ejecutando, grabando y mezclando instrumentos autóctonos de madera en tiempo real, llevando al folclore Sudamericano y a la música Andina al futuro”, el proyecto debutará este domingo en Rosario. Facundo Salgado, mostrará Madera Sur, el último material que, en abril, llevará al viejo continente en lo que será su cuarta gira por ciudades como Lisboa, Londres, Paris, Lyon, Viena y Budapest.

En 2018 visitó Rosario junto al Ensamble Folklórico Digital del que además es parte y desde donde interviene, junto a un seleccionado de artistas, uno de los géneros menos explorados por la electrónica. Antes de visitar la ciudad con su proyecto solista, el músico diálogo con El Ciudadano y contó en qué consiste Rumbo Tumba, las búsquedas que persigue, el vínculo con el mundo urbano y natural, y las inquietudes con las que nació Madera Sur: “La idea original era que se sienta la naturaleza, que sólo suene madera y que, de algún modo, se pueda sentir como estar en un bosque o en el río”, anticipó.

Hace tiempo estás trabajando en base a una temática de la cosmogonía andina. Desde “Groove Andina” (2012) tu primer EP, se nota esta influencia que ahora toma otro impulso con “Madera Sur”. ¿Cuáles fueron las inquietudes con las que nació este último disco?
—Los discos siempre los armo en base a un concepto. Primero pienso unas palabras, una frase, un algo, y luego, ahí, empiezo a desarrollar por un par de años. Este lo empecé ni bien terminé Cable Tierra, el EP anterior (2015). Pensé algo así como: “Madera del sur haciendo eco en el espacio”. Lo escribí en mi libretita y seguí esa idea. Armando la maqueta todo se fue transformando: me hice construir tambores de madera, que se sumaron al charango, contrabajo y zampoña, porque quería que todos los instrumentos que sonaran fueran de luthiers de acá, hechos con maderas del continente. La textura del sonido de la madera, usar más los vientos, y tener que tocar percusiones reales, llevó a que este disco sonara muy orgánico y conduzca a la naturaleza. Todos los sonidos que se escuchan provienen de la madera, y de ahí que esa primera frase terminó resumiéndose en “Madera Sur”.

Hay un concepto que atraviesa este material que podría sintetizarse en la exploración, el viaje. ¿Cómo surgen estas canciones? ¿Qué tiene que tener un paisaje para ser materia prima de una canción?
—Siempre compongo improvisando, buscando hacia adentro y no hacia afuera; esto es muy importante para mí. Creo que ya estamos cargados de suficientes influencias como para ir en busca de otras nuevas para inspirarnos y así hacer música o cualquier otra forma de arte. Hay que sacarse esa información para encontrarse, y éste es un ejercicio constante. Cuando decido con qué instrumentos haré el disco me pongo a improvisar lo más libremente que puedo. Cuando en las grabaciones de esas improvisaciones encuentro algo que me gusta mucho o que entra en el concepto que estoy trabajando lo empiezo a producir. Siempre trato de transmitir sensaciones a través de la música.

Esa exploración es natural pero también cultural. ¿Cómo te vinculas con ese mundo andino? ¿Qué relación encontrás entre la música electrónica y los ritmos tradicionales?
—Amo la música andina y utilizo instrumentos andinos para hacer mi música y varias rítmicas tradicionales aunque siempre desde el lado de la experimentación y no de la tradición. No encuentro una relación específica entre la música electrónica y los ritmos tradicionales, lo que sí está pasando es que la tecnología y lo digital, están cada vez más presentes en todos los estilos musicales y me parece normal que también suceda con el folclore, así como en casi todos los aspectos de nuestra vida: ¿Cuantos cables tenés alrededor en este momento?

En un momento donde las palabras tienen protagonismo apostas por un lenguaje estrictamente instrumental para comunicar. ¿Qué mensaje querés transmitir? ¿A qué hace referencia “Madera Sur”?
—Las palabras siempre tuvieron protagonismo, es la herramienta hegemónica de comunicación y transmisión de información desde que se inventó la escritura. Creo que en términos artísticos pueden limitar la imaginación. Si por ejemplo decís “Puerta” en una letra de una canción, por más metafórica que sea, todos vamos a visualizar una puerta. Había millones de opciones pero ya está, vas a ver una puerta. Eso es bastante más cómodo, y por lo tanto tiene muchísima más llegada. Estamos acostumbrados a que la información nos venga bastante servida; la mayoría de las cosas te dicen qué hacer, más o menos cómo pensar o comportarte, o dónde encajar, pero pocas cosas te invitan a hacerte preguntas. Me parece que hacer arte en general y música en particular que no contenga palabras, que no le diga a nadie qué pensar y qué sentir, es invitar a que ese alguien, que está dispuesto a escuchar, se conecte con su cuerpo y con su ser, se pregunte e imagine cosas, cierre los ojos y se pegue un viaje, o incluso se asuste. En definitiva apunta a despertar la cabeza y los sentidos, a pensar y sentir por uno mismo. Como un bebe que aún no dijo una sola palabra pero le pones música y al toque está bailando.

¿Cómo son tus conciertos? ¿Qué papel le das a la improvisación o al entorno a la hora de poner en juego tu exploración musical?
—Mis conciertos en vivo proponen lo mismo que mis discos; es como un cuento en el cual sólo hay música que va armando un viaje, nunca corta. Empiezo a tocar un tema y termino cuando finaliza el show. No suelo improvisar o modificar mi show por lo que proponga el entorno, pero la mayoría de las veces la gente termina bailando. Veremos qué pasa en Rosario.

“Madera Sur” es un disco evocativo de la tierra, el aire, lo natural. Tu música en general, también con el Ensamble Folklórico Digital, logra una síntesis entre dos mundos: el urbano y el ancestral. ¿Cómo se vinculan? ¿Qué te permite explorar esta faceta solista?
—Sí, es verdad, es parte de esa misma búsqueda de transmitir sensaciones. La idea original era que se sienta la naturaleza, que sólo suene madera y que de algún modo se pueda sentir como estar en un bosque o en el río. Mis composiciones siempre están basadas en la técnica que utilizo para tocar en vivo, el “Live Looping” que consiste en ejecutar, grabar y mezclar en tiempo real varios instrumentos con una máquina. Como nunca sobre-produzco mis discos, sólo grabo lo que puedo tocar en vivo con esta técnica. En Madera Sur, como en mis anteriores discos, se fusionan un poco estos dos mundos, la máquina y la madera, los cables y la tierra, la montaña y la ciudad.

Para agendar

Rumbo Tumba presentará el disco «Madera Sur», este domingo, desde las 20, en Casa Brava (Pichincha 120), con entrada libre y gratuita.

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