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Russo y Heinze, dos caras opuestas tras un Clásico que deja secuelas

El entrenador canalla sacó chapa en un partido que siempre lo destaca. Mientras que el DT leproso quedó muy condicionado de cara al futuro cercano y cuestionado por la gente

El Clásico rosarino es un partido de alto contenido emocional. Y el resultado no pasa inadvertido nunca. Ganar o perder deja secuelas. Los vencedores ingresan a un territorio de amnistía con el hincha, lo malo queda atrás, se perdona todo y se agradece por la victoria con el eterno rival. Los derrotados, en cambio, entran en una zona de cuestionamientos casi sin salida. Incluso pidiendo cabezas, con el técnico como principal imputado, sin importar su historia ni currículum.

En ese sentido, Miguel Ángel Russo volvió a mostrar su mano para afrontar estos partidos. Esta vez analizó las limitaciones futbolìsticas de su equipo, se plantó sabiendo que no tenía necesidad de ganar -aunque los hinchas en un momento del partido se lo reclamaron- e incluso arriesgó físicamente a dos futbolistas ‘tocados’ y le salió bien: Mallo cumplió en defensa y Malcorra anotó el gol del triunfo. El DT canalla lleva once enfrentamientos ante la Lepra y nunca perdió. Y eso lo pone en lo más alto de la consideración sentimental de los hinchas canallas.

Gabriel Heinze, en cambio, fue el gran perdedor de la jornada sabatina. Su intención de ir a buscar el resultado no fue suficiente. Faltaron ideas, los nervios otra vez se apoderaron de muchos futbolistas y no supo entender que en algún momento el empate no era tan mal resultado. El Gringo reconoció post partido que la derrota era dolorosa y no había nada que pudiera decirle al hincha leproso. Tal vez eso fue lo que mejor entendió. Cualquier palabra o justificativo era insuficiente para calmar la decepción y la bronca de la gente. Y su continuidad en el banco sólo podrá sostenerse por la voluntad de Astore de bancar un proyecto, aunque será difícil la reconciliación con el hincha.

Todo Clásico también tiene héroes y villanos, es inevitable. Esta vez el que se metió en la historia fue Ignacio Malcorra, quien arriesgó al jugar con una lesión curada a medias y tuvo la capacidad para aprovechar la única chance que le dio el partido y anotó un golazo de tiro libre que provocó el delirio de los hinchas canallas. Casi no juega, pero la intuición de Russo le dio la chance de meterse en la historia de un partido único, tal vez el más pasional que se pueda jugar en Argentina.

El gol de Malcorra también tuvo un villano elegido por los hinchas leprosos. Si bien el enojo fue con casi todo el plantel, el reproche hacia Lucas Hoyos por entender que estaba mal parado en el tiro libre que terminó en gol fue inmediato y las redes sociales explotaron contra el arquero. Guillermo Ortizi la ligó de rebote por sus antecedentes previos, porque en el Clásico no jugó mal. Y muchos perdieron la paciencia con el pie Aguirre, tal vez porque saben de su capacidad muchas veces desaprovechada.

Pensar en objetivos inmediatos tiene poco valor si se tiene en cuenta el significado de un triunfo o una derrota en el Clásico. Central está de nuevo en zona de pasaje a la Sudamericana y con dos partidos seguidos en el Gigante, donde sigue invicto, el panorama es alentador. Deberá mejorar cuando se aleja de Rosario, sin dudas.

Newell’s, en tanto, tendrá que apuntar a meterse entre los cuatro mejores del grupo y así tener un premio que al menos pueda reconstruir la relación de Heinze y el equipo con los hinchas. Pelear por el título en la Copa de la Liga parece más factible que obtener un pasaje copero. Pero cualquiera sea el objetivo, necesitará de inmediato romper una racha de tres derrotas consecutivas. Y no será sencillo ya que jugará dos partidos como visitante: San Lorenzo y Tigre.

Pasó otro Clásico. El fútbol volvió a estar ausente, pero las emociones siempre fluyen y es inevitable tener vencedores y vencidos. Y esta vez fue muy fácil reconocerlos.

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