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Sabor amargo: Marcelo, el histórico cafetero de Humanidades pide quedarse en su segundo hogar

Recorre los pasillos desde hace más de 30 años. La pandemia lo expulsó de las aulas y hoy pide un cargo no docente para mantener a su familia. Su situación se viralizó en las redes sociales y sumó el apoyo de docentes y estudiantes. Desde la Facultad le ofrecen contratarlo en el comedor de la UNR

“Los decanos pasan, el cafetero queda”, dijo Marcelo Bruno, el cafetero de la Facultad de Humanidades y Artes hace 8 años a El Ciudadano. “En algún momento me van a hacer ir, seguro que con el nuevo edificio pondrán un bar. No sé qué va a pasar conmigo hasta dentro de dos años. Pero yo sigo trabajando, hasta que el cuerpo me dé”, agregó. Y así fue.

De lunes a sábados, Marcelo recorrió los pasillos de la Facultad con su bolso cargado con 5 termos de café a cuestas. No fue el edificio nuevo, ni el desembarco de un ostentoso bar el que lo desplazara de sus habituales rondas por las aulas que cerraron a mediados de marzo por la pandemia. La nueva normalidad lo obligó a dejar el oficio que ejerce desde hace más de un cuarto de siglo y a buscar el sustento diario en la venta de viandas a domicilio que cocina su esposa, aunque no siempre alcanza.

Por eso, pidió a las autoridades un cargo no docente para regularizar las tareas que él asegura siempre hizo de forma informal y sellar su pertenencia a la Facultad. Desde la casa de estudios le dieron una ayuda económica durante los primeros tres meses de la pandemia y luego le ofrecieron firmar un comodato, por el cual le cedían el espacio de la cocina por dos años, mientras que él se hiciera cargo del costo de la habilitación y pagara su monotributo. “Les pido una solución y me dan gastos”, dijo Marcelo, sobre la propuesta que rechazó.

Empezó a trabajar en la Facultad después que su papá, quien se desempeñaba como no docente, muriera a causa de un ACV en 1987. Marcelo tenía 16 años, era el mayor de sus hermanos, y dejó el secundario para vender café y ayudar a su familia. Llegó a repartir 65 litros por día. Entre las variantes de la infusión ofrecía una de su autoría cuyo nombre se disputaban entre las distintas carreras de la Facultad. Entre café y café, ayudaba a conectar las computadoras, a arreglar los ventiladores y las estufas.

Marcelo entraba a las aulas y escuchaba las clases que luego debatía con docentes y estudiantes. Los fines de semana era el encargado de musicalizar las fiestas. Con el tiempo, las autoridades le cedieron el uso de la cocina donde él preparaba el café y su compañera menúes de comida. Así lo hizo hasta mediados de marzo, cuando la pandemia y el cierre de las aulas lo obligaron a buscar una alternativa.

“Le di mucho a la facultad. Tengo mucha pertenencia con la UNR. No quiero una ayuda económica. Necesito un sueldo para mantener a mi esposa y a mis tres hijos. Pido un cargo no docente y así ellos pueden recuperar el espacio de la cafetería”, dijo a El Ciudadano.

Cintia, su compañera, a quien conoció en los pasillos cuando ella era estudiante de la carrera de Letras, contó la situación que atraviesan en una publicación de Facebook que un día superó los 1.100 compartidos. Enseguida, un grupo de docentes, estudiantes, graduadas y graduados escribió una carta al decano Alejandro Vila pidiendo un trabajo para el cafetero.

“Marcelo trabajó para la Facultad y para toda la comunidad en muchísimas tareas que quizás competían a otros, pero de las que, aún sin cargo, él “se hacía cargo”. Y siempre lo hizo con eficiencia, con una sonrisa, con la alegría de ser parte de la comunidad de la Facultad, como todxs nosotrxs. Por eso creemos que es justo que Marcelo se quede en nuestra Facultad que es más suya que de muchxs de nosotrxs. No podemos permitirnos perder a un miembro importantísimo de nuestra comunidad”, expresaron.

El pedido de Marcelo cosechó gran repercusión en las redes sociales. Este miércoles, las autoridades de la Facultad respondieron con un comunicado. Informaron que habían iniciado las gestiones para que comience a trabajar en el Comedor Universitario del Área Centro a partir de agosto. Y destacaron el compromiso de incorporarlo como no docente a medida de que se habiliten los ingresos a la planta de personal.

Marcelo asegura que insistirá en su lucha: “Sigue siendo clara e inequívoca, un cargo no docente en planta permanente, no por contrato, en mi segundo hogar la facultad de Humanidades y Artes”.

Y agradece el apoyo y el cariño que recibió durante estos días. “Apelé a la sensibilidad y el entendimiento de las autoridades y espero una respuesta. Pero no quería que siguieran intranquilos y por sobre todo necesitaba agradecer tanto amor hacia nuestra familia”, publicó a través de su perfil de Facebook “Marcelo Elcafeterodehumanidades”, un simple apodo para localizarlo rápidamente en la red social, o un ejemplo de cómo un trabajo puede otorgar una identidad.

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