La Cámara de Apelaciones aceptó el pedido de la defensa y benefició con prisión domiciliaria a Juan A., el sacerdote de 53 años acusado de abusar de tres chicos con retraso madurativo que cuidaba en el cottolengo Don Orione en General Lagos. Vivirá en la casa de un párroco y tendrá una tobillera electrónica. El juez Javier Beltramone también resolvió que las víctimas serán entrevistadas en Cámara Gessell para continuar con la investigación.
En junio la fiscal Nora Marull imputó a Juan A. por los delitos de abuso sexual simple y gravemente ultrajante agravado por su condición de encargado de la guarda de tres chicos del cottolengo. La jueza Mónica Lamperti le dio prisión preventiva por 30 días. Tuvo en cuenta el estado de vulnerabilidad de las víctimas, que son discapacitadas, y la relación de poder que había entre los chicos y el imputado. En la institución se abrió un sumario canónico y el sacerdote fue trasladado a Buenos Aires.
A mediados de mayo el director y la coordinadora del cottolengo Don Orione denunciaron al sacerdote. Marcos, un chico de 20 años que vivía en el lugar desde 2010 les había contado a personas de confianza, entre ellos la psicóloga, cómo el hombre de 53 años lo había abusado. De su relato, surgieron otros dos casos.
Marcos tiene un retraso madurativo de moderado a leve y desde que llegó a Don Orione tiene contacto con Juan A. El sacerdote, consagrado hace 27 años, daba clases de catecismo y tenía relación con tres de los internos. Marcos era uno de ellos. Según explicó la fiscal Nora Marull en la audiencia imputativa, Marcos fue víctima de tocamientos en su dormitorio, en la pileta, en la casa del religioso y afuera del cottolengo. El sacerdote le mandaba mensajes de Whatsapp con imágenes pornográficas o le mostraba videos de alto contenido sexual. En una oportunidad le practicó sexo oral. Le ordenaba que no diga nada y le pedía que borre los mensajes que le mandaba, detalló la fiscal. El 5 de mayo Marcos envió cinco mensajes de Whastapp a trabajadores del lugar donde pedía faltar a catequesis porque el religioso lo tocaba.
A través de un comunicado, la dirección del Cottolengo informó que abrió una investigación denominada canónica y trasladó al acusado a Buenos Aires.
La defensa del sacerdote apeló la resolución en primera instancia y pidió la prisión domiciliaria. Argumentó que pudo existir consentimiento entre el sacerdote y el chico porque no se probó que hubiera amenazas, intimidación o abuso de poder. Descartó el peligro de fuga ya que el acusado no tiene antecedentes, y propuso trasladarlo a una casa ubicada en España al 900 donde vive otro sacerdote que dirige una parroquia en la misma cuadra.
La fiscal Nora Marull recordó que la víctima aun no fue entrevistada en cámara Gesell por demoradas que planteó la defensa. Según el relato que hizo a personas de confianza, el chico estuvo cosificado, y sufrió humillaciones y vejaciones durante un largo período. La fiscal se opuso al pedido de prisión domiciliaria porque el acusado tiene vínculos en varios países donde trabajó y podría fugarse. Además consideró que el párroco que la defensa ofreció para acompañarlo da charlas a adolescentes y no es el adecuado para cuidar el comportamiento del imputado.
El juez Javier Beltramone resolvió que la víctima sea entrevistada en Cámara Gesselll, y que el acusado continúe detenido pero en la casa del párroco que ofreció la defensa, con prohibición de salidas y una tobillera electrónica.