La sala de guardia del hospital Roque Sáenz Peña levantó el paro que mantenía desde el jueves de la semana anterior luego de ser escenario de un violento episodio protagonizado por unas 30 personas, que rompieron instalaciones y agredieron al personal de turno, cuando se confirmó el fallecimiento de un hombre de 32 años, quien según los profesionales había llegado ya sin vida, por múltiples heridas de bala, al hospital. El levantamiento de la medida de fuerza fue después de que se reunieran el martes pasado el comité de seguridad del nosocomio, autoridades de la Secretaría de Salud municipal y referentes de las áreas competentes en materia de seguridad local y provincial. Las partes acordaron durante el encuentro la realización de una serie de reformas edilicias en el mediano plazo, para minimizar los riesgos de los trabajadores. En tanto, como intervención inmediata, habrá un móvil policial apostado las 24 horas en el ingreso existente sobre Avenida del Rosario, donde, además, sólo podrá entrar un acompañante por paciente adulto y dos si es para atención pediátrica.
Entre las medidas proyectadas para reforzar los controles en el centro de salud de Laprida 5381 está, en principio, que tanto los agentes de Control Urbano –que hacen adicionales durante todo el día desde diciembre del año pasado–, como también la guardia diurna y nocturna de la Policía, resguarden el cumplimiento de las restricciones al acceso de acompañantes.
De este modo, podrá ingresar un familiar o allegado por cada paciente adulto y dos en los pediátricos. En el caso de que arribe un auto particular que traslade un caso que necesite atención de urgencia, quienes acompañen deberán dejar a la persona afectada y luego retirarse del estacionamiento interno del hospital.
Aunque existe el compromiso por parte del Estado de proveer atención y asesoramiento para controlar situaciones violentas, como también el de facilitar agentes permanentes que doten de mayor seguridad en el acceso ubicado sobre Avenida del Rosario, en los pasillos del nosocomio se vive un clima de constante tensión porque la única diferencia que existe hoy con la noche del ataque es la presencia constante de un patrullero policial. Al respecto, la jefa del Servicio de Guardia de Adultos del efector, Débora Blöndorn, explicó que parte de las obras proyectadas es la de agrandar hacia lo alto “todo el cerco perimetral”, el que actualmente está cercado con tapiales de un metro setenta de altura aproximadamente, y que fue por donde ingresaron los atacantes la noche del 25 de abril pasado.
“Otra de las cosas que se harán en lo inmediato es el refuerzo de cinco puertas para que el ingreso interno a la Guardia sea un poco más seguro, y además se colocará una cámara con visión de 360 grados en el portón sobre Avenida del Rosario. Si bien el comando está llegando con prontitud ante situaciones de urgencia, la cámara ayudaría a acelerar este proceso”, indicó la médica.
Por su parte, Osvaldo Tamagno, jefe de enfermería de la Guardia, manifestó también su preocupación: “En muchas oportunidades hubo destrozos o agresiones, tal vez motivadas por la situación de nervios que provoca la pérdida de un familiar”, relató. Pero a la par sugirió que el comportamiento de pacientes y allegados es un fenómeno nuevo más extenso: “Hay un cambio en la cultura y es como que se instaló en la cabeza de ellos el querer venir y matar a todos en el hospital como si hubiéramos sido nosotros los que disparamos. No somos los culpables y hacemos lo imposible por salvarles la vida a esa persona o a cualquiera que venga a atenderse”, remarcó.
Con todo, el profesional se mostró conforme con el compromiso estatal de realizar diversas acciones para brindar mayor seguridad al efector que asiste a pacientes, en su mayor parte, provenientes de los barrios Tablada, Las Flores y La Granada de la zona sur de la ciudad.