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Saga del sur: nueve muertes antes del crimen de Tubi

Los enfrentamientos recrudecieron tras el fallo que condenó a parte de la banda de Los Monos.

En los últimos 25 días la saga violenta entre los Caminos /Segovia (con apoyo de la banda de Los Monos) y los Funes/Ungaro para ejercer el liderazgo del territorio en la zona sur dejó al menos nueve crímenes y ocho baleados. Si bien investigadores indicaron que los crímenes ocurridos en los primeros días del mes se debían a la dinámica propia de la pelea pero también a un posible ajuste interno en la propia facción Caminos/Segovia, por deslealtades, el triple crimen de Granadero Baigorria, la ejecución de Moco Reinoso en Saladillo y el reciente asesinato de Rubén “Tubi” Segovia puso en duda esa hipótesis. Los pesquisas judiciales y policiales ven ahora la aparición de un nuevo bando o que quienes parecían llevar las de perder tienen ahora un refuerzo que emparda la logística y la inteligencia de la entente Caminos/Segovia/Cantero para quedarse no ya sólo con la zona sur de Rosario sino avanzar en otros territorios.

El 3 de abril, Juan Carlos “Carancho” Flores Caminos, de 56 años,  fue acribillado en la puerta de su casa de Cervantes al 300 de Villa Gobernador Gálvez. Carancho era un histórico distribuidor de drogas de Tablada, quien se había mudado de Alem al 4000 a la vecina localidad hacía un año y medio para evitar ser blanco de las balas. Supo que lo buscaban en diciembre pasado, cuando motociclistas mataron a tiros a su yerno Alberto Menéndez en el mismo lugar donde lo encontró la muerte este abril.

Tras el crimen de Carancho, desconocidos acribillaron a balazos a José “Pepón” Pérez en Patricias Argentinas y Garibaldi (a pocas cuadras de Alem al 4000). Voceros del caso indicaron que se equivocaron de blanco: parece que los tiros tenían que ser para un familiar de una transera conocida como Gringa, quien responde a las filas de los Funes.

Una hipótesis de los investigadores fue que Carancho siguió con el narcomenudeo en Villa Gobernador Gálvez y a la vez cometió el error de pasarse de bando. Por eso el rumor más fuerte tras su ejecución apuntaba que los autores habían sido los Caminos-Segovia. Otros detectives no creen esta versión y apuntan a que los homicidas respondían al otro bando.

A la semana siguiente continuaron las réplicas. El 10 de abril, Bruno C., de 24 años y sobrino de Carancho, quedó internado grave tras recibir cinco tiros frente al histórico búnker de Alem al 4000. Tras el ataque cayeron dos jóvenes en Lamadrid al 400 bis.  Al día siguiente y a tres cuadras de la boca de expendio, fue baleado Emanuel N., de 24 años, en Necochea y Doctor Riva.  También fue herido un pibe de 17 años señalado como integrante del bando de Grandoli en Esmeralda y Garay, junto con un hombre de 39 años. El 13 de abril se conoció el tercer crimen: Carlos Fabián Armanino, de 26 años, fue ejecutado en Chacabuco y Presidente Quintana, también en Tablada. Ese mismo día se conoció otro homicidio cuando los uniformados hallaron en Ibarlucea el cuerpo acribillado de Alan “Garrafa” Pedraza, de 20 años y con domicilio en Grandoli. A las 24 horas, los disparos volvieron a resonar y dejaron otros tres baleados en Biedma y Colón.

El lunes 16 de abril, tres hombres fueron acribillaron a balazos, dos de ellos eran hermanos y estuvieron vinculados con un secuestro que orquestó el líder de Los Monos Ariel “Guille” Cantero desde prisión. “Los estaban esperando desde hacía un rato largo. No los dejaron ni bajar del auto. Sonaron unos 30 disparos”, describió un vecino baigorriense.

Gerardo Abregú, alias Abuelo, iba al volante del Chevrolet Corsa gris. Lo acompañaban los hermanos José y Ezequiel Fernández, conocidos como Grasita y Parásito. Este último vinculado con un secuestro extorsivo de septiembre pasado en complicidad con Guille Cantero desde prisión. Ese día, ningún investigador se animó a confirmar que el ataque fue contra gente de Los Monos, ya que entre varias teorías sobre un ajuste narco se barajó un conflicto dentro de la organización.

El jueves de la semana pasada a las 17 fue el turno de Cristian Javier “Moco” Reinoso cuando los ocupantes de una moto y un Fiat Siena le dispararon con una ametralladora a la altura de su vivienda de Dinamarca al 500 bis. Tras el medio centenar de disparos que resonaron en barrio de Saladillo, Moco de 37 años falleció por dos tiros en el tórax, su pareja Joana S. quedó internada grave por un disparo en la cara y su hijo de 9 años fue alcanzado por un proyectil en el pie.

Moco no sólo había sido ofrecido como testigo de parte por la defensa de Guille Cantero durante el juicio por el crimen de Diego Demarre –finalmente fue desistido–, sino que había crecido, y habían sido mejores amigos, con el hermano de éste, el Pájaro Claudio Cantero, asesinado en 2013 un día antes que Demarre, dijeron allegados al clan de zona sur. Guille terminó condenado el 9 de abril pasado como jefe de asociación ilícita y como autor material del homicidio de Demarre a 22 años de cárcel. Aunque era de La Granada vivía en casa de su suegra, procesada en la causa Los Patrones y tía de la pareja de Guille Cantero.

Para los investigadores, el crimen de Moco Reinoso se transformó en el segundo allegado a Guille Cantero en ser asesinado en pocos días. El tercero fue, este martes, Tubi Segovia.

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