Por Miguel Passarini
La Comedia Municipal de Rosario ya tiene director para su primer proyecto. Se trata del teatrista rosarino Raúl “Quico” Saggini, quien luego de presentarse al concurso convocado desde la Secretaría de Cultura municipal fue elegido el lunes para dirigir una versión de Relojero, de Armando Discépolo, que se estrenará en octubre en La Comedia (Mitre y Ricardone), tras defender su proyecto frente a un jurado integrado por Raúl Sansica (director del Teatro Real de Córdoba), Alejandro Ullúa (director de teatro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), Roberto Schneider (periodista del diario El Litoral, de Santa Fe, y miembro del Círculo de Críticos de las Artes Escénicas de la Argentina, Critea), Federico Fernández Salaffia (representante de la Secretaría de Cultura local) y Adriana Ananía (representante del teatro La Comedia).
“Estoy muy emocionado y muy honrado, porque voy a dirigir la Comedia Municipal que lleva el nombre de Norberto Campos, que fue uno de mis padres teatrales (de quien hace unos días se cumplieron diez años de su muerte); tuve la fortuna de trabajar muchísimos años con él, como con Gladys Temporelli o Cristina Prates y con todos aquellos que en su momento formamos parte del Grupo Litoral que creó Norberto. Entonces, este momento es de una enorme felicidad; estoy agradecido a Norberto, que está en mi memoria permanentemente, y también, entre otros, a David Edery, que fue otro de mis grandes maestros y el que me enseñó lo que sé acerca del grotesco, algo que ahora deberé poner a prueba”, expresó Saggini, quien acredita una vasta trayectoria como actor y director teatral local, de trascendencia nacional.
Respecto de lo democrática que fue tanto la convocatoria como la impronta que caracteriza a este proyecto de Comedia Municipal por el que lucharon a lo largo del último año el Movimiento Vea Teatro Rosarino e históricamente la Asociación Argentina de Actores Delegación Rosario, entre otros referentes del quehacer teatral local, cuyo proyecto, recientemente reglamentado por la Secretaría de Cultura municipal, fue aprobado por unanimidad en el Concejo Municipal el 6 de septiembre del año pasado, el director expresó: “Creo que una clave de todo este proyecto es su fuerte raíz democrática, algo que diferencia a esta Comedia de las del resto del país. En los próximos días será anunciado el casting abierto, que tendrá lugar después del 20 de julio en La Comedia, y del que saldrán los actores; allí se podrán presentar todos los que quieran hacerlo. Y hasta dentro de dos años, ni yo ni el resto de los involucrados podremos volver a presentarnos a estas convocatorias anuales, dado que de este modo se generará una circulación de gente sin que se generen vínculos laborales con el Estado, más allá de los contratos temporarios. Está previsto que entre agosto y septiembre tengan lugar los ensayos, para estrenar a comienzos de octubre (todo indica que el viernes 4), haciendo funciones hasta fines de noviembre, para luego reponer entre marzo y abril del año próximo”.
El director dio su parecer acerca de un género que ya ha transitado en su producción teatral: “El grotesco es un género que amo entrañablemente y sobre el cual ya he trabajado bastante; esta obra, que Armando Discépolo estrenó en 1934, es la última que escribió hasta su muerte en 1971 (ver aparte). En esos años, no escribió nada más porque, según expresó alguna vez, había puesto todo en Relojero. Y luego de estudiar bastante sobre el tema uno puede llegar a la conclusión que se trata de una obra que se revela como tesis, donde el autor pone muchos elementos de los otros grotescos, dado que Daniel, el protagonista, tiene mucho del Don Miquel de Mateo, del Saverio de El Organito, obra que yo también hice como director y como actor, y ni hablar del Stéfano”. Y agregó: “La diferencia es que en este grotesco no aparece ese lenguaje craquelado o cocoliche, sino que, directamente, las dos generaciones que aparecen son hijos de esta tierra, y entonces aquí los «no entendimientos» se dan por cuestiones ideológicas, sociales y culturales que son nuevas para esa generación: la obra transcurre comenzada la década del 30, después del primer golpe militar y casi bordeando la Segunda Guerra Mundial, curando las heridas aún abiertas de la primera; es un momento de crisis para nuestro país que, casualmente, son crisis que se repiten en décadas sucesivas”.
Respecto de cuáles serán sus criterios de puesta en escena, el director expresó: “Dado que se trata de una obra de tesis, tengo pensado profundizar en el trabajo con los soliloquios de cada uno de los personajes, pero sobre todo trabajar sin perder de vista que se trata de una obra fundamental para nuestro teatro porque es una bisagra en la historia de la dramaturgia nacional; por eso, si logramos estar a la altura de las circunstancias, luego de las funciones previstas en el marco de La Comedia, pensamos poder salir, y recorrer esos escenarios que tantas veces pisé junto a Norberto Campos. Sobre todo por tratarse de una comedia que lleva su nombre, esa será otra hermosa manera de homenajearlo”.
Clásico Poético
Relojero fue la última pieza escrita por Armando Discépolo, el padre del Grotesco Criollo. Estrenada en 1934 en el viejo teatro San Martín de Buenos Aires, no es considerada un grotesco puro sino más bien un grotesco que va camino a la comedia dramática. En ella se revelan las implicancias de lo que luego se conocería como clase media trabajadora, surgida de familias de inmigrantes, donde se ponen de manifiesto los duros enfrentamientos generacionales, la complejidad de las relaciones filiales y las contradicciones del llamado “afecto familiar”, con versiones muy diferentes entre sí de lo que es o cree ser cada uno de los personajes, seis en total. El protagonista es Daniel, el hombre que sostiene a la familia con su oficio de relojero, ejemplo de vida para su hermano Bautista, que ve como los cuestionamientos de sus tres hijos ponen de manifiesto los avatares típicos de una familia argentina que en mucho se parece a su versión contemporánea, lo que da el carácter de clásico a la pieza que, como toda la obra de Discépolo, resuena contundente en el presente.
Un gran equipo
“Creo que uno de los intereses particulares del jurado estuvo en que siempre que hablé de este proyecto hablé en plural, siempre me referí a un «nosotros», porque jamás podría concretar semejante emprendimiento solo”, expresó Saggini, quien destacó la presencia de Ramiro Sorrequieta a cargo del vestuario, la escenografía de Rodrigo Frías, el diseño de luces de Gabriel Romanelli y la música original compuesta especialmente por Martín Delgado, integrante de San Telmo Lounge, con la asistencia de dirección de Héctor Román.