Últimas

Saint Exupéry, el escritor con alas

Por Rubén Alejandro Fraga.- Hace 113 años nacía en Lyon el piloto y novelista francés autor del libro más leído del mundo después de “La Biblia”: “El Principito”.


Ilustración: Facundo Vitiello.

fragaSe cumplen 113 años del nacimiento del piloto y escritor francés Antoine de Saint Exupéry, autor del libro más leído del mundo después de La Biblia: El principito.

Hijo de Jean Baptiste de Saint Exupéry y Marie de Fonscolombe, Count Antoine Jean Baptiste Marie Roger de Saint Exupéry nació el viernes 29 de junio de 1900 en Lyon, Francia. Huérfano desde que tenía dos años pasó, junto a sus cuatro hermanos, buena parte de su infancia en el castillo de sus abuelos maternos, una familia noble de Lyon.

Antoine fue educado en escuelas jesuitas y más tarde estudió en la Universidad de Friburgo, Suiza. Intentó ingresar en la Escuela Naval pero fracasó, y se enroló en L’Armée de L’Air (Fuerzas Aéreas francesas) para cumplir su servicio militar. Como no logró ser admitido en el curso de pilotos, obtuvo por su cuenta el título de aviador privado que, posteriormente, consolidó con el de piloto militar. En agosto de 1921, fue destinado a Marruecos, donde tuvo su primer contacto con el desierto, lo que lo marcó profundamente. Pero, presionado por la que entonces era su prometida, Antoine dejó la aviación dedicándose a otros oficios menos peligrosos, entre ellos el de periodista, y descubrió una nueva pasión: la escritura.

Con todo, Saint Exupéry nunca se sintió feliz en tierra. En 1926, incapaz de mantenerse lejos de los aviones, se hizo piloto comercial, volando nuevas rutas comerciales en Europa, África y Sudamérica. Durante esta época como piloto comercial, escribió el relato “El Aviador” que publicó en la revista Le navire d’argent. En 1928, Antoine escribió su primera novela Correo del Sur y voló la ruta que va de Casablanca a Dakar.

En 1931, conoció en Buenos Aires a Consuelo Suncin Sandoval de Gómez, una escritora y artista salvadoreña que había enviudado dos veces, a quien le propuso enseñarle la ciudad desde el aire y, en pleno vuelo, le aseguró que si no se casaba con él estrellaría el avión. Ella aceptó y se inició un tormentoso matrimonio, marcado por las infidelidades de ambos. Ese año publicó su segunda novela Vuelo Nocturno, que ganó el premio de la Academia Francesa Prix Femina.

En 1939, Antoine sufrió un accidente aéreo intentando batir un récord en el trayecto Nueva York-Tierra del Fuego, y aprovechando la convalecencia en Nueva York, escribió su tercer libro Tierra de hombres, en la que se entrecruzan sus recuerdos del norte de África y de Sudamérica como aviador.

Ilustración: Facundo Vitiello.
Ilustración: Facundo Vitiello.

Al iniciarse la Segunda Guerra Mundial, Antoine solicitó su reincorporación a L’Armée de L’Air, siendo destinado, con el grado de capitán, al Grupo de Reconocimiento 2/33, mandado por el capitán Alias, con el que realizará varias misiones. Tras la invasión nazi de Francia y la rendición del Ejército galo, Antoine se exilió en Nueva York.

Durante su exilio, en 1942, escribió Piloto de guerra, donde hace hincapié en la filosofía humanista que marcó su vida; y en 1943 El principito (Le petit prince), una fábula infantil para adultos por su significado alegórico; que ilustró él mismo.

Muchos señalan que Saint Exupéry se inspiró para ese libro en un aterrizaje forzoso que protagonizó junto con su navegador Andre Prevot la tarde del 30 de diciembre de 1935 en la parte de Libia del desierto del Sahara mientras volaba de París a Saigón (hoy Ciudad Ho Chi Minh), en Vietnam, intentando lograr un récord con el que ganarían 150.000 francos.

Ambos sobrevivieron al aterrizaje pero sufrieron los estragos de la rápida deshidratación en el Sahara. No tenían idea de su ubicación y lo único que llevaban para alimentarse eran uvas, dos naranjas y una pequeña ración de vino. Ambos experimentaron alucinaciones visuales y auditivas. Finalmente, al cuarto día, un beduino en camello los descubrió, salvándoles la vida.

Por otra parte, otros ponen el acento en la influencia que tuvo en Saint Exupéry a la hora de escribir El Principito su estadía en Concordia, Entre Ríos, donde quedó fascinado por el castillo de los Fuchs (actualmente, ruinas de San Carlos).

En su obra Tierra de hombres, el mismo autor brinda pistas que ratifican esta idea. Por ejemplo, habla de las “princesitas argentinas”. Además, existen coincidencias entre las aventuras de El Principito y las de su autor, quien estuvo tres años en la Argentina, donde participó en los inicios de la aviación comercial.

La historia alegórica de un piloto caído de un avión, que conoce a un joven príncipe del asteroide B-612, entusiasmó a niños y adultos. El príncipe, mientras explica su viaje interplanetario, describe a la mayoría de los adultos que ha conocido como “avaros, egoístas y sin imaginación”.

Cuando se produjo el desembarco aliado en África del Norte y Francia, Antoine se alineó de nuevo junto a los aliados, y se incorporó a las tropas de la Francia Libre. El lunes 31 de julio de 1944, antes de despegar desde Córcega en una misión de reconocimiento, Antoine dejó escrito en su mesa de trabajo: “Si me derriban no extrañaré nada. El hormiguero del futuro me asusta y odio su virtud robótica. Yo nací para jardinero. Me despido, Antoine de Saint Exupéry”.

Un enigma resuelto

Aquel 31 de julio del 44, durante una misión de reconocimiento destinada a preparar el desembarco aliado en Provenza, en el sur de Francia, el avión que pilotaba Saint Exupéry desapareció de los radares y nunca más se supo de él, cubriendo para siempre al escritor y piloto de un halo de misterio y romanticismo.

La misión se llevó a cabo en el marco de la ofensiva final contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial y Saint Exupéry, a bordo del avión de reconocimiento Lightning P38, había partido pocas horas antes de Borgo, en la isla italiana de Córcega.

Nunca más hubo indicios del piloto ni de su avión hasta 1998, cuando un pescador encontró una pulsera a orillas del mar. La joya, que el agua había acercado a la costa de Marsella, tenía grabado el nombre del escritor, pero su autenticidad quedó en tela de juicio.

Cinco años después, casi al cumplirse el sexagésimo aniversario de su desaparición, fueron descubiertos en aguas de Marsella restos del avión, cerca del lugar donde años atrás había sido descubierta la pulsera.

Pese al hallazgo, las razones por las que el avión de Saint Exupéry se estrelló se revelaron recién en marzo de 2008.

Fue cuando un veterano ex piloto alemán llamado Horst Rippert confesó al diario francés La Provence que fue él quien derribó el avión en el que desapareció, en 1944, Saint Exupéry. El militar retirado, de 88 años, declaró: “Pueden dejar de buscar. Fui yo quien abatió a Saint Exupéry”. El anciano se lamentó: “No supe que se trataba del escritor sino hasta mucho tiempo después. De haberlo sabido no lo hubiese abatido jamás. En nuestra juventud todos leíamos sus libros y los adorábamos”.

Comentarios

10