Después de un paréntesis discográfico de más de cuatro años, esta noche, a partir de las 21.30, el virtuoso guitarrista Luis Salinas presentará en el Teatro El Círculo (Laprida y Mendoza) su nuevo trabajo Sin Tiempo, décimo cuarto de su carrera.
Acompañado por Javier Lozano en piano y teclados, Jota Morelli en batería y Christian Gálvez (músico chileno) en bajo Jota, el popular guitarrista estrenará las canciones que acaba de grabar en el estudio de Luis Alberto Spinetta.
Triple y dividido en formatos plugged, unpluged y bonnus, los discos muestran diecinueve canciones que a través de guitarras eléctrica y clásica recorren diferentes géneros y estilos que se alejan de los rótulos y buscan conectarse con las emociones.
En diálogo con El Ciudadano Salinas se refirió al momento que ocupa esta nueva producción, la experiencia de grabar con Spinetta, y cómo entender la música a la cual describió como “una energía espiritual más allá de las notas”.
—¿A qué te referís con “Sin Tiempo”?
—En un viaje con Javier Lozano escuchamos un tema y le digo: “Lo tocamos como si fuera ahora o nunca”. Es que no había muchas horas de grabación. Me pareció interesante ponerle “Sin Tiempo”, porque la música es bastante atemporal, donde hay momentos que tocaba rock o estaba tocando en Oliverio.
—Musicalmente ¿cómo lo definirías?
—Con los años cada vez me cuesta más caracterizar los discos. A veces se los rotula como latin jazz o latin fusion pero el tiempo me hizo ver que es música y nada más. Cuando terminé de hacer Clásicos de la Música Argentina fue muy fuerte para mí porque fue un disco quíntuple que propició grabar tres videos y discos. Ahora tenía la necesidad de volver a hacer algunos temas míos, cosas viejas y otros temas que compuse para esta ocasión.
—¿Cómo viviste la experiencia de grabar junto al Flaco Spinetta?
—Fue una de las cosas más lindas que me pasó en mi carrera. Lo pongo en el disco y digo: “Gracias por tanta grandeza, por tanta sencillez y humildad”, porque aunque se sabe lo que es el Flaco, para mí es uno de los artistas más originales que conocí. Él es el rock nacional. Canta, armoniza de una manera que nadie lo hace y su obra es absolutamente original en todo sentido. Cada vez que entraba al estudio entraba la luz. Cuando le puso letra y cantó una canción mía, me metí en la sala de grabación y le dije: “Gracias por hacerme escuchar un sueño”. Cuando nos fuimos de ahí se nos hizo un gran vacío porque compartimos un montón de cosas, en lo humano y en lo artístico que son una bendición para el disco.
—Dijiste que lo importante es ser un músico que compita con uno mismo. ¿Ese concepto atraviesa tus discos?
—Hablando con Dino Saluzzi le dije que grababa los discos y al mes quería cambiar un montón de cosas; según él eso estaba bien, porque indicaba que iba creciendo, y me decía: “Pensá siempre que es lo mejor que te salió en ese momento y querelo desde ese lugar”. Todos mis discos desde el primero hasta el último muestran diferentes momentos de mi vida. Yo creo que la música es una energía espiritual más allá de las notas y lo importante es ser sincero con uno mismo y con la gente. En algún lugar pienso que el público no tiene porqué entender de melodías y ritmos, pero uno como artista tiene que ser sincero y tocar lo que siente, más allá del estilo de música. Con los años me di cuenta que lo lindo es entender que la estrella es la música porque ella sola te va diciendo lo que tenés que tocar.
—¿Cuáles son las sensaciones que te permite expresar la música?
—Es difícil explicar la música porque ella habla por sí sola y cada uno la interpreta de acuerdo a cómo está. Nunca hago los discos pensando en “quiero hacer esto” sino en “necesito hacer esto”. En Rosario voy a llamar a algunos amigos para que suban a tocar porque los temas están abiertos a eso.
—Por fuera de la definición académica, ¿qué es el jazz en tu vida?
—Es la libertad. El jazz es una música muy democrática y tiene la libertad de poder frasear la melodía. Muchas veces se ven dos maneras de tocar: hay músicos que tocan el tema e improvisan sobre los acordes, y otros que tocan el tema y después improvisan sobre el tema. Vos podés cantar el tema sobre el solo, a mí me gusta mas eso. Una vez Bill Evans dijo que lo más valioso era “ser libre en una cárcel”, y se puede ser libre dentro de la estructura de un tema. Siempre me gustó esa idea y que el tema esté presente, que la composición este ahí más allá de que exista un solo. Cuando se toca sobre el acorde puede pasar que ya no se sepa qué tema es. Si los solistas son muy buenos está buenísimo pero si no, no se sabe que están tocando.
—¿Qué lugar le das a la improvisación?
—Es fundamental. Hay una parte de la estructura que son los climas de cómo queres armar el paisaje, para tocar y después jazzear la melodía que en definitiva es lo que hice siempre.
—¿Qué objetivos perseguís con tu trabajo como productor discográfico independiente en tu sello MCA?
—Me pareció el disco indicado para empezar a ser independiente porque tiene todas las bendiciones que puede haber tenido. En Sin Tiempo le compuse a Tomatito (José Fernández Torres) y Diego Amador un tema muy nostálgico que tiene que ver con la distancia. Cuando lo estaba haciendo se me ocurrió llamarlo para ver si querían tocar y resultó que Diego venía a la Argentina. Tocamos la versión nuestra que está en el disco acústico y Diego me hizo una versión junto a Tomatito en España, donde me devolvieron otra canción. Mi vieja me enseñó que primero está la persona y después lo que haga, cuando vos querés a la persona y además es un músico que admirás se producen cosas que si las pensás no saldrían. Por lo de Nebbia, Spinetta, Tomatito me parece que era lo mejor que me podía pasar para empezar con un sello propio. También me gustaría recuperar todos mis discos y que salgan a través de este sello, además de empezar a grabar a gente que quiero y admiro.