Fortunato Benaím es médico especialista en quemaduras. Tiene 94 años –aunque aparenta mucho menos– y recientemente fue declarado visitante distinguido de la ciudad, y reconocido por la propia intendenta Mónica Fein. Desde 1984 el médico trabaja en la fundación que lleva su nombre, la cual se dedica a la formación de nuevos especialistas en la asistencia y prevención de quemaduras.
De la mano de Benaím llegó al país el primer banco de piel, el primer laboratorio de cultivo y la edición de la única revista en español sobre el tema. “No sólo hay que hablar, sino también hacer”, manifestó el reconocido especialista, quien en Rosario ofreció una conferencia para médicos y enfermeros en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, Heca, y en diálogo con El Ciudadano, dio un pantallazo general sobre de qué se trata ser un especialista en quemaduras.
—¿A qué se refiere cuando habla de quemaduras?
—Las quemaduras son lesiones que se producen en los tejidos, empezando por la piel y lo que está por debajo. Se ocasionan por distintos agentes: agua hirviendo, una descarga eléctrica, una sustancia química. Hay múltiples agentes que determinan alteración de los tejidos, ese grupo de alteraciones se llama quemadura.
—¿Qué tipos de quemaduras hay?
—La gravedad depende fundamentalmente de dos factores: la profundidad y extensión de la lesión del tejido. Se habla de quemaduras superficiales cuando apenas tocan la capa más superficial de la piel. Son, por lo general, las que se producen por agua caliente, que curan bien y sin secuelas. Si se sigue un poco más en profundidad, está la quemadura que se llama intermedia, que no destruye toda sino parcialmente la piel, dándole lugar a regenerarse aunque con cicatrices. Cuando la piel se destruye por completo, la única solución es reponerla mediante un injerto de piel, que puede ser o no del propio paciente. El límite para eso es la extensión de la quemadura; si el porcentaje de piel destruida es alto, se recurre a los bancos de piel.
—¿Cómo funcionan estos bancos?
—Allí se guarda piel humana de dadores voluntarios o cadavéricos. El primer banco de piel que hubo en el país autorizado por el Incucai, la repartición nacional que regula la donación de implantes y tejidos, fue establecido por nuestra fundación en 1989. Eso nos permitió salvar la vida de muchos pacientes con quemaduras graves. Generalmente, el banco se nutre de piel cadavérica. El ser humano puede donar órganos y tejidos. La diferencia fundamental que hay entre estos dos tipos de transplantes es que el órgano tiene que aplicarse enseguida, mientras que los tejidos pueden guardarse. Por eso hay banco de tejidos y no de órganos. En el caso de los órganos, que tiene mucha difusión, los únicos que pueden donar son aquellos que han tenido una muerte encefálica. En cambio los tejidos se pueden obtener de cualquier persona que tenga muerte natural, y tienen la misma calidad que la piel viva. Eso no está difundido. Y es necesario difundirlo porque hay una cantidad de material para almacenar en el banco de piel, y salvar vidas,
—¿Qué se necesita para fomentar la difusión?
—Se requiere respaldo oficial y organización; son necesarios los donantes y un equipo que pueda adquirir la piel en el plazo necesario, no más de ocho horas desde el deceso. Las autoridades tienen que tomar interés, pedir la participación de expertos para organizarlo y poder ponerlo en marcha.
—En 1964, usted declaró a la quemadura como un “problema social”. ¿Por qué?
—Por ejemplo, una persona sana que de golpe, por una distracción se quema, está en un cuarto de hospital y no sabe qué va a pasar: si se va a salvar o no, si va a quedar con alguna lesión. Pasa de una vida activa perfecta a estar ahí preso en una sala durante meses sin tener una idea clara de qué va a pasar con su vida. Por eso el enfoque tiene que ser médico – social; clínico para curar la lesión, social para darle apoyo psicológico y asistencia social para reinsertarlo en la sociedad en la actividad. Esa forma de pensar la quemadura fue presentada en el año 1964 en la ciudad de Caracas; un congreso de especialistas que quiso comenzar a llamar la atención de los gobiernos para que se puedan crear centros especializados.
—En todos estos años, ¿cómo avanzaron los tratamientos en Latinoamérica?
—Lamentablemente, depende de dónde vaya uno a ser atendido. Existen, aunque son muy pocos, centros especializados que cuentan con todos los recursos. Desde 1964 a la fecha el panorama ha cambiado totalmente, pero todavía se ven pacientes maltratados en lugares no preparados. El mejor mensaje para aquel que por alguna circunstancia sufre una quemadura es que hay lugares donde se los puede atender bien, y que por eso tienen que exigir ser atendidos en esos lugares. Para mejorar y avanzar existe la Federación Latinoamericana de Quemaduras, que agrupa a los profesionales que se interesan en este tema, no sólo médicos sino a todo lo que se llama el grupo interdisciplinario: enfermeras, kinesiólogos, psicólogos, nutricionista.
—¿Existe una especialización en quemaduras para médicos?
—Sí, pero aún no está reconocido. Presenté en el Ministerio de Salud de la nación una ponencia para que se reconozca una especialidad diferente, para la que hay que preparar a lo profesionales para que aprendan clínica y cirugía del quemado, y luego realicen una maestría para que ese nuevo especializado esté en condiciones de dirigir al grupo interdisplinario. Ese grupo puede tener muy buenos profesionales, pero necesita el conocimiento específico de lo que es el quemado: para eso, un coordinador o director preparado.