El 27 de agosto la Organización Mundial de la Salud (OMS) pidió a los gobiernos que inviertan más en salud mental. Hacían la cuenta de solo daban 2% de sus presupuestos de salud a atender a quienes tienen padecimientos subjetivos. Calculaban que había mil millones de personas que la necesitan y alertaron que van a ser más por la pandemia. Hoy, que se celebra el Día de la Salud Mental, la OMS insiste con una idea: “Invirtamos en ella”.
Un lugar clave para entender la atención en salud mental en Rosario es el Centro Regional Agudo Ávila, que desde marzo, cuando Nación dispuso el aislamiento social, preventivo y obligatorio, renovó autoridades. Celina Pochettino, entró en la dirección de uno de los tres ex psiquiátricos públicos de Santa Fe (junto al de Oliveros y el Mira López en la capital provincial) para enfrentar el aumento en la demanda acotando todo lo posible el cara a cara.
Pochettino y la pandemia llegaron cuando vencen los plazos para que los gobiernos desarmen los hospitales públicos con modelo de manicomio; le den voz y voto a quienes reciben la atención; y ofrezcan apoyo comunitario antes que encierro. Todas son exigencias de la ley de Salud Mental, de 2010, que ponía fecha a otra forma de entender y atender “la locura”.
Obras a la mano
En los últimos 6 meses, y para ponerse en sintonía con protocolos covid-19 y mirar al futuro, la provincia construyó un módulo al costado de la guardia del Agudo Ávila, por calle Santa Fe. Sirve para aislar a quienes tienen síntomas del virus y no contagiar al resto del centro de salud. También lo usan para analizar cómo ayudar a las personas que llegan a pedir ayuda y si realmente necesitan un servicio de salud mental o el problema es otro. Para eso el Agudo sumó 31 profesionales en medicina general, enfermería, trabajo social, psiquiatría y psicología. “Los cuidados deben ser integrales, interdisciplinarios y territoriales”, cuenta la directora Pochettino a El Ciudadano y aclara que el servicio ganó mucho con el ingreso de profesionales en medicina general y enfermería.
Para Pochettino, el covid-19 vino a contarles cuán descuidadas estaban las instituciones de atención en salud mental en Rosario. Por eso, la provincia armó equipos móviles de atención que tienen la pauta de seguir, acompañar y evitar las internaciones lo más que sea posible. “Queremos diseñar formas de estar más cerca en los barrios, garantizar la asistencia con los centros de salud y pensar cómo seguir sustituyendo las lógicas de manicomio”, agrega Pochettino. Desde 2011 en Rosario fueron creados distintos espacios de acompañamiento como talleres artísticos, de producción y hasta casas para quienes tienen padecimientos subjetivos. Todos para reemplazar el encierro.
No retroceder
Desde la pandemia, el Agudo volvió a recibir a muchas personas que antes eran atendidas en los centros de salud de distintas partes de Rosario, donde iban a pedir ayuda. La idea de la no tan nueva ley de salud mental era que deben ser atendidas como si fuera cualquier gripe o accidente y que cualquier espacio debía tener personal capacitado o saber donde y cómo atender un caso. Pero los hospitales estaban (están) apremiados por dar respuesta a las personas con covid-19. “No volvimos a ser un monovalente. Incluso pudimos impedir que muchas personas sean derivadas a la colonia de Oliveros gracias al trabajo territorial”, suma Pochettino.
Esta semana la Asamblea Intersectorial de Salud Mental dio a conocer un informe del Consejo Nacional Consultivo Honorario en Salud mental y Adicciones donde mostraron preocupación por la situación de Oliveros, La asamblea está integrada por las trabajadoras y trabajadores de la institución. Escribieron: «Se recomienda a las autoridades competentes intervenir sobre aquellas condiciones que impactan negativamente en la salud y los derechos de las personas usuarias y trabajadores de la institución, fortaleciendo todas las medidas necesarias para el cumplimento de lo previsto por la ley. La Colonia Psiquiátrica de Oliveros atraviesa una grave situación que afecta, en primer lugar, a las personas usuarias alojadas allí, como también a los trabajadores».
De fondo
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