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Salud Mental pública: los problemas de contener cuando la pauta es no salir

Los gobiernos buscaron reducir el contacto para evitar contagios de coronavirus sin desatender. Profesionales adaptaron horarios y modalidades, tomaron nuevos casos y ayudaron en los servicios telefónicos de urgencias, pero se quejaron porque no les dieron recursos para mantener los espacios y tratamientos

A principio del 2020 había más de 2 mil personas sin obra social que eran contenidas por problemas de salud mental en alguno de los 40 centros públicos de Rosario. En toda la provincia otras 7.500 personas, también sin cobertura, trabajaban sus problemas yendo a 140 talleres, centros de día y espacios de producción o arte que reemplazan a los manicomios, desde hace rato prohibidos en Argentina. En marzo todo cambió. Debían quedarse sus casas por el riesgo de contagiarse y contagiar covid-19.

En el Ministerio de Salud nacional tuvieron que pensar cómo garantizar los tratamientos con o sin medicación a quienes lo necesitaban. Sabían que debían evitar la transmisión del coronavirus y tener libres las camas y equipos para el pico de la demanda. La decisión fue pedirle a psiquiatras, psicólogxs, trabajadorxs sociales y demás profesionales que intentaran atender por teléfono o videollamada, tecnología que no está al alcance de cualquier usuarix que va a un hospital público. Si no podían hacerlo o la situación lo ameritaba les permitían ir cara a cara, o mejor dicho, barbijo a barbijo cuidando los protocolos de higiene. Internar, algo restringido por la ley de Salud Mental y Adicciones, también fue desaconsejado por Nación. No era un combo sencillo para cualquier provincia, menos para Santa Fe que acababa de cambiar de autoridades.

En diálogo con El Ciudadano, el nuevo director provincial de Salud Mental, Matías Marzocchi contó que fue y es difícil garantizar la atención. En especial, el abordaje de quienes dependen de los centros de salud y otros espacios de contención por la necesidad del aislamiento. “Puede haber atenciones en salud que se sustituyen de una forma más fácil. En salud mental la presencia física genera el vínculo”, dijo Marzocchi.

Cada distrito de Santa Fe tuvo que adaptarse a la demanda que tenían y prepararse para la que pudiera llegar con la pandemia. El cambio a modalidad remota dejó problemas. Luego de casi tres meses un grupo de centros asistenciales de salud mental y consumos problemáticos de Rosario denunciaron que los gobiernos nacional, provincial y municipal los habían declarado servicios esenciales, pero no les habían dado los recursos para hacerlo. Sumaron críticas por atraso en el pago de sueldos y convenios, y más de fondo, pidieron saber cuál es el plan del gobernador Omar Perotti luego de la pandemia.

Necesidades

Entre marzo y abril los 770 centros de salud públicos de Santa Fe, que deben atender necesidades de salud mental como si fuera cualquier gripe o accidente, cambiaron horarios y equipos según la demanda. También tuvieron que llevar profesionales al 0800-555-6549, el número creado por la provincia para consultas por coronavirus. Al principio circuló la idea de hacer un 0800 solo para consultas por salud mental durante la pandemia, pero fue descartada pocos días después. La cantidad de pedidos por atención estaba en el promedio nacional y querían evitar confusiones. Ya había otro 0800 provincial, el que puede ser usado para denunciar cualquier incumplimiento de las medidas sanitarias definidas por la provincia para cada fase.

Con la doble tarea de mantener la contención en modo remoto y atender el nuevo 0800 los equipos sumaron a quienes hacen la residencia en el posgrado de salud mental. Sobre todo, a la escucha de quienes llamaban a la línea gratuita. En las primeras semanas del aislamiento el servicio telefónico funcionaba las 24 horas los siete días de la semana. A pocos días vieron que también tenían que trabajar con el Servicio Integrado de Emergencias Sanitarias (Sies) de Rosario y el 107 de la capital provincial. Hoy el servicio, ya sea por el 0800, Sies o 107, funciona todos los días de 8 a 00. Los equipos de salud mental analizan los casos y si es necesario ponen en contacto a esas personas con los centros sanitarios más cercanos. También capacitan y contienen a operadores y operadoras telefónicas. “Es un trabajo muy estresante y esas personas son claves”, explicó el director de Salud Mental santafesino.

En el 0800 los casos que necesitaron de los equipos de salud mental crecieron entre marzo y abril y bajaron en mayo y junio. La mayoría eran de Rosario y su región. En muy pocos llamados la idea de haber contraído covid-19 había desatado una crisis. Atendieron ataques de pánico y otras situaciones de violencia. “Es un terreno nuevo para profesionales, pero tienen la preparación para hacer una escucha que va más allá de lo que las personas dicen. Santa Fe tiene una rica historia y experiencia en salud mental y queremos reforzarla”, dijo Marzocchi y aclaró que está previsto un relevamiento de usuarixs en la provincia.

Con obra

El 0800 no era el único servicio de contención disponible desde el principio del aislamiento para personas con o sin obra social. La Red Unitas, un grupo de 150 psicólogxs de Rosario, ofreció atención gratuita por teléfono o videollamada. De nuevo, había que tener teléfono e internet. Quienes sentían que necesitaban de contención tenían que acordar un turno vía WhatsApp.

Entre marzo y abril la Federación de Psicólogos de la República Argentina (Fepra) dio el okey a las 6 mil personas matriculadas en Rosario para atender online. Al poco tiempo contaron que un cuarto de quienes iban a terapia antes del aislamiento dejaron porque no querían hacerlo a través de las pantallas. Otro problema fue que algunas obras sociales y prepagas no reconocieron las sesiones virtuales. En mayo, cuando Rosario habilitó la vuelta al trabajo de distintos sectores productivos, los consultorios privados volvieron a abrir siguiendo un protocolo de higiene.

Qué hay de nuevo, doc?

Para la directora de Salud Mental de la Municipalidad de Rosario, Paola Cocconi, la nueva pandemia trajo miedos y ansiedades nuevas. Los principales: contagiarse y las consecuencias del encierro. La mitad de las personas que llamaron al Sies hablaron de tener miedo a infectarse y la otra de los problemas del aislamiento.

A la combinación de virus y cuarentena se sumó otro problema, muy propio del siglo XXI: la infodemia, la hipercirculación de información y noticias sobre coronavirus y sus consecuencias que puede desatar más miedos y ansiedades. El fenómeno fue reconocido en abril por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde ese momento, la OMS trabaja con los gobiernos, sindicatos de prensa y la comunidad científica argentina para pensar cómo y qué comunicar y así ahorrar aún más problemas en las personas. “Lo ideal es informarnos dos veces al día y no las 24 horas. Hay que intentar conectar con otras cosas y apagar el televisor porque hoy desde el primer programa hasta el último está con coronavirus”, recomendaba la directora de Salud Mental de Rosario.

Otro esfuerzo contra la infodemia fue la campaña en redes sociales de funcionarios y funcionarias de los distintos gobiernos para que las personas recurrieran a la página del Ministerio de Salud de la Nación, o los organismos oficiales de la provincia y la Municipalidad de Rosario. ¿Y los medios de comunicación? A la salida de esto cada uno deberá vivir con lo que hizo (o no). Por ejemplo, la agencia de noticias Telam creó un sitio donde chequear noticias y datos para que los medios de comunicación y las personas no sean engañadas y multipliquen reenviando esos mensajes.

Aún con todos los esfuerzos no fue ni es fácil. El teléfono o televisor, para quien tiene uno, son los aparatos a los que vamos para soportar el aislamiento. También son una especie de semáforo al que miramos para saber si podemos y cómo volver a las calles.

 

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