El conocimiento es poder. El caso de la salud sexual no es la excepción. La información es la que nos habilita a poder llevar adelante una sexualidad placentera y segura, libre de toda discriminación y violencia. Cuando hablamos de relaciones sexuales y seguras hablamos de prevención, entre otras cosas. Prevención de Infecciones de Transmisión Sexual (ITS), que en el imaginario social sólo viene de la mano del uso del preservativo, el preservativo masculino. ¿Qué ocurre con el universo que escapa a lo que se puede prevenir con ese dispositivo de barrera?
Camila Arce es VIH positiva desde su nacimiento a causa de la transmisión vertical (infecciones que transmite la madre al feto o al bebé durante el embarazo, el parto y la lactancia). “Yo vivo con el VIH hace 26 años”, dice. Su propia experiencia la ha llevado a militar como activista del VIH y a participar de múltiples actividades y colectivos de concientización sobre este tema. “En el mundo hétero, en el mundo gay, en todos lados, hay mucha desinformación de lo que le sucede realmente a la gente que tiene infecciones de transmisión sexual”, explica Arce, también estudiante avanzada de la carrera de Trabajo Social.
Las ITS son infecciones que se contagian de una persona a otra a través del sexo vaginal, anal u oral. Claudia Vieder, médica ginecóloga, puntualiza una serie de herramientas clave que debemos considerar. “La realidad es que el método de prevención que existe es el profiláctico masculino, con lo cual nos quedan por fuera una amplia gama de vínculos sexuales que se establecen. La verdad es que el profiláctico femenino es un método que prácticamente está en desuso. Si vos salís a preguntar a las farmacias, no lo tiene ninguna. El «campo de látex» se coloca sobre el área vulvar. A diferencia de los genitales masculinos, donde vos podés colocar un preservativo y que va a permanecer en el pene, en la vulva es muy difícil esa situación. Se mueve porque no tenes dónde engancharlo. Por una cuestión orgánica es muy difícil”.
La falta de preservativos femeninos en farmacias lleva a las soluciones caseras. Camila lo grafica: “Lo que siempre se dice es hacer la cuestión de Utilísima previo a tener sexo, que nadie hace. Nadie está con una tijera cortando al medio un preservativo (peneano) en medio de una situación de sexo oral. Entonces, ¿qué hacemos? No se ha podido resolver esa cuestión”, expone.
Vieder explica que lo único que realmente previene es la utilización del preservativo colocado siempre antes de la penetración. “Pero también se escapan cosas, por ejemplo, infecciones por HPV (virus del papiloma humano), que es un virus de transmisión sexual que se contagia con el roce de las mucosas. Uno antes de tener una penetración, sea entre un hombre y una mujer o entre dos hombres, puede colocar el preservativo. Pero con el solo hecho de que en el «antes» uno tenga contacto genital con genital, si uno de los dos tiene el HPV, es transmisible. No sólo eso, hemos visto HPV a nivel de boca, garganta”, desarrolla la ginecóloga.
Las ITS como Sífilis, HPV, Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), o Hepatitis B, son las de mayor transmisión que se ven en la población.
Además del uso del preservativo, para Vieder se necesita un conjunto de medidas que también hacen a los cuidados sexuales: educación, vacunación, controles médicos correspondientes.
En Argentina, el Calendario Nacional de Vacunación, que es obligatorio y gratuito, pone a disposición la vacuna de la Hepatitis A y B, del HPV a los 11 años de edad tanto para mujeres como para varones (una vez pasada esa edad, se puede acceder a la misma de manera privada). “Creo que es muy importante que la gente vaya hacia las vacunas que tenemos para ciertas enfermedades de transmisión sexual. Es lo único que, además de la conducta, cuidados y todo eso, puede servir como preventivo. Porque si nosotros solamente nos dedicamos a pensar qué métodos se pueden usar en la relación sexual para prevención, se nos termina en preservativo, preservativo, preservativo”, sostiene la profesional de la salud.
Prácticas sexuales
Asimismo, a la hora de abordar lo que implican las prácticas sexuales, es clave considerar la amplitud de concepciones que existen en torno a las mismas. Vieder explica: “Una cosa es decir penetración y otra cosa es decir una relación sexual. Cuando uno pregunta y habla sobre una relación sexual hay que aclarar que es todo. Las caricias con el otro, el besarse, lamerse con el otro. Hay muchas relaciones entre mujeres que por ahí comparten objetos. Entonces en esas mujeres también hay que controlar ciertas cosas, porque si vos estás compartiendo un objeto sexual que penetras dentro de la vagina, tenés riesgo también”.
Arce aclara: “La idea no es que la gente deje de tener sexo. Y tampoco es estar siendo los policías del sexo y decir «si vos no te cuidas te va a pasar esto y sos culpable de que lo que te pasó porque vos hiciste tal cosa». Creo que en la sexualidad hay cuestiones que uno no controla. Uno puede tener conciencia, cuidarse y todo lo que vos quieras, pero hay situaciones en dónde una no está con la cabeza pensando en sacar un forro que está re lejos o que no lo tenés a mano o ese tipo de cosas. También hay que hablarlo para poder naturalizar que esas cosas pasan, y que si pasan, bueno, qué hacemos después. Creo que también la educación debería focalizarse en el qué pasa después”, dice.
En la misma línea, Vieder afirma: “Es muy importante cuando uno puede unir lo teórico con lo práctico, con lo que es factible, con lo que la gente va a poder llevar a la práctica. Porque vos podés bajar un montón de cosas pero después si a la gente no le resulta útil, cómodo y si lo va a alejar del placer, se usa dos días y se terminó”.
Imaginarios
“Uno cuando piensa en HPV piensa en cáncer. Una cosa lleva a la otra. En realidad eso genera un montón de miedo. Es como decir que el VIH es Sida, cuando no es lo mismo. Uno cuando habla de Sida genera impacto, piensa «me contagié de algo y me voy a morir». Es necesario llevar la información adecuada para que las personas puedan vivir un poco mejor su sexualidad y alivianar ese miedo”, plantea Arce.
Para ella, alrededor de la sexualidad hay varios mitos instalados socialmente “que tienen que ver con que las ITS afectan a tal población y no a otras”. Afirma: “No tiene que ver con una cuestión ni de identidad de género, ni orientación sexual, sino de las prácticas sexuales en sí. Todos tenemos relaciones sexuales y en general son parecidas. El sexo oral no importa si es entre mujeres, entre varones, o entre una mujer y un varón: lo tenemos. Me parece que ahí también es donde falla la prevención”.
“También, por ejemplo, se dice mucho: «esto te va a pasar si tenés muchas parejas sexuales», y es mentira. Capaz tenés una sola y es suficiente. Como que se asocia las ITS a la promiscuidad. Estoy tranquila porque tengo una sola pareja, y capaz que mi pareja me engaña o no somos monógamos. Me parece que todas esas cosas se tienen que hablar cuando se habla de prevención, si no es todo muy técnico”, enfatiza Arce.
Las formas de vincularnos también han sufrido transformaciones con el paso del tiempo. Vieder cuenta que al momento de hacer consultorio eso también es un factor a considerar. “Ha cambiado mucho la historia también, yo pienso en cómo eran las parejas en la época de mi abuela y en lo que sucede hoy. Por ejemplo, yo en la práctica tengo un montón de chicas que me dicen «yo dejé el preservativo porque tengo una pareja estable». Pero he aquí que llamarle estable a veces a una pareja significa que hoy por hoy estés solamente con esa persona. Pero puede pasar que con esa persona dure tres meses y después cambies de pareja y tengas otro vínculo estable y dure tres meses, y así sucesivamente. Y a lo largo del tiempo terminás teniendo varios compañeros o compañeras sexuales. Con lo cual la exposición es muy grande”.
Vieder indica que siempre hay que preguntar qué es para una persona una “pareja estable”, no porque se deba tener parejas estables, sino para entender el comportamiento y establecer las medidas de prevención justas.
Si todas las medidas de prevención fallaron y la infección de transmisión sexual se produjo, no se trata de encontrar culpables y condenas. Al respecto, Arce asegura: “Circula un discurso de que si vos abriste las piernas bancatela, es tu culpa. Y no se piensa en que capaz la persona no tenía información. Todos tenemos información porque abrimos Google y tenemos información, pero el tema es qué información hay. A veces no se sabe ni cómo se transmite el VIH, se piensa que es todo lo mismo. Tenemos que partir de la base de que a todos en algún momento nos puede pasar algo y que tenemos que tener las herramientas para cuando eso ocurra”.
Medicina preventiva
En cuanto a los controles médicos, tanto Arce como Vieder consideran que las personas con útero acuden a la consulta con un profesional de la salud significativamente más que los hombres. “Si vos le preguntas a los chicos jóvenes quién va una vez por año al urólogo te van a decir que ninguno”, dice la ginecóloga, y asegura: “La mujer hoy tiene más incorporado los métodos de prevención, la mujer va al ginecólogo aunque no tenga nada. El hombre va cuando ve o siente algo, cuando algo le molesta. Si tuviéramos una conducta más responsable en hacer los controles, de no ir al médico por la enfermedad sino ir por la salud, yo creo que todo esto cambiaría un montón”.
Camila Arce manifiesta: “Falta una apertura sobre estos temas, sobre VIH y otras ITS. Si no seguimos reproduciendo lógicas de 40 años atrás, seguimos reproduciendo que esto les pasa a determinadas poblaciones, cuando en realidad hoy ya sabemos que a cualquiera le puede pasar, a cualquiera que tenga una práctica sin cuidados”.
Deconstrucciones
Estos últimos años han significado un cambio crucial en la manera de conversar sobre género, sexualidad, identidad, placer, goce. Movimientos como el de Ni Una Menos, la campaña por la legalización de la Intervención Voluntaria del Embarazo (IVE), fueron situación es habilitadoras: “Sentimos que una podía contar lo que le había pasado sin sentirse juzgada. Abusos hubo toda la vida, abortos hubo toda la vida, lo que pasa es que la gente antes no lo decía. Obvio esto no quiere decir que no haya profesionales que no sigan juzgando”, expone Vieder.
Para ella la forma de hacer consultorio cambió rotundamente: “Primero porque hoy la gente está mucho más abierta y te dice realmente cuál es su situación. Me ha sucedido de tener un paciente que me dijo por favor llamame Juan. Antes era una mujer y ahora es Juan. Es muy importante abrirse a esas cosas. Hoy uno pregunta más abiertamente sobre la cuestión de la sexualidad, de los abortos, de los abusos. Todos eran temas muy tabúes, en otro momento las mujeres se lo guardaban y nadie lo decía. Hoy no es solamente la cuestión de la identidad de género sino también todas las cosas que acompañan a todo esto y a una consulta ginecológica”.