Search

San Expedito convocó a miles de fieles

Devotos católicos honran en su día al santo de las causas justas y urgentes.

Los fieles católicos celebraron ayer el día de San Expedito, el santo de las causas justas y urgentes, en la iglesia porteña de Balvanera, adonde el año pasado llegaron 250.000 personas.

La celebración comenzó con la apertura del templo, una salva de campanas y fuegos artificiales y una misa de inicio a cargo de monseñor Vicente Bokalic, vicario de la zona centro y obispo auxiliar de la curia metropolitana.

El templo permaneció abierto desde anteanoche y la misa central fue presidida por monseñor Raúl Martín, vicario de la zona de Devoto y obispo auxiliar de Buenos Aires.

También se realizaron misas por la paz y la justicia, por el trabajo, por la vida y por los enfermos.

Además se realizó la misa por las Familias, presidida por monseñor Eduardo García, vicario de Pastoral y obispo auxiliar de Buenos Aires donde hubo una misa en la calle, como la anterior, por la solidaridad con los más pobres, presidida por monseñor Luis Fernández, vicario de la Zona Flores y obispo auxiliar de Buenos Aires.

A las 17 tuvo lugar la procesión de la imagen peregrina de San Expedito por las calles del barrio, acompañada por la fanfarria del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín.

Luego, a las 18 hubo una hora santa, de adoración a Jesús en el templo, a las 19.30, una misa por la misión de la Iglesia y a las 21 una misa de ruego por el país.

San Expedito, según la tradición, provenía de una patricia familia romana, siguió la carrera militar y llegó a ser comandante de las legiones del imperio. Recibía una paga generosa y gozaba de todos los privilegios de las clases superiores.  No obstante, en su corazón se encendía la llama de la fe a medida que iba conociendo la prédica y el testimonio de los cristianos y luego de una batalla decidió convertirse aunque ante su inminente decisión se le apareció un cuervo que trató de persuadirlo en contrario. Finalmente murió mártir en la persecución de Diocleciano, en el año 303.